¡NAVIDAD VS SOBERBIA! – José Antonio Rosa Lemus

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José Antonio Rosa Lemus

missionmre@champagnat.eu

Ha sido un regalo de Reyes Magos. ¿El qué, os preguntaréis? Porque a muy novedoso, de entrada, no suena, ¿verdad? Pues el que me hayan pedido, desde nuestra querida revista RPJ, alguna reflexión alrededor de las emociones que ayudan a crecer, y algunas que en, no pocas ocasiones, ayudan a decrecer como personas, como cristianos. Lo vivo como un regalo porque me permiten estudiar-me, e intentar aportar, desde lo que me he podido formar, y además desde mi propia experiencia.

«¡Soberbio!» Si es una emoción, ¿qué imagen o imágenes te vienen que pueda/n representarla? A un servidor, le vienen dos. Una es de Caravaggio, del cuadro La vocación de San Mateo, y también otras que son unas imágenes extrañas de las que hablaba Dante Alighieri en su obra, a través de la cual, él las describía. Si nos centramos en lo primero, en el cuadro, me vienen los personajes que González Paz, en su libro del mismo nombre que el cuadro, denomina «los incurvados». Son un chico joven y un señor mayor, los cuales, reciben una luz muy especial, la de Jesús, el cual se sitúa justo al otro lado de la escena representada en torno a la mesa, pero que, a pesar de recibirla, de lleno, ni se inmutan. Mantienen una actitud de soberbia ya que permanecen ensimismados, girados sobre sí mismos, sobre sus cosas, sin dejar lugar a la sorpresa, a la novedad que trae Jesús, a lo mejor incluso pertenecen a algún grupo juvenil de pastoral, e incluso tienen alguna responsabilidad… ¿Te imaginas? ¡Qué cosas! Menos mal que a ti y a mí, no nos pasa, ¿verdad? En fin, ¡qué humanitos somos!

Pero es que, si nos fijamos en esas otras figuras humanas, que describe Dante, una autora sobre la que leo estos días, Martha C. Mussbaum, las narra diciendo que los rostros de esas figuras no miran más allá, sino hacia dentro, hacia sí mismas, no pueden ver, ojo, ni ser vistas. No se les llega a reconocer como personas. Es por esto por lo que Dante se atreve a decir de ellas: «No me parecen personas». Y es que la soberbia, nos dice Mussbaum (2021), es un vicio, del que tenemos que cuidarnos, y que está muy ligado a otras formas de reaccionar: autoobsesión narcisista, como son el resentimiento, la envidia, que puede llegar a ser crónica, y la avaricia. ¿Te atreves a revisar tus reacciones y comprobar si esto se da en ti?

¿Te atreves a revisar tus reacciones y comprobar si esto se da en ti?

Tal vez esta reflexión pueda ayudarte, querido joven (y no dijimos edad), si hasta aquí has llegado leyendo, a analizarte en los distintos compromisos que tienes: tus estudios, algún voluntariado, el deporte, etc. Atención que ahí también se puede dar la soberbia como emoción. ¿Cuándo y cómo, te preguntarás? Se puede dar cuando lo que pones en el centro no es la acción que realizas y/o lo que aporta, sus destinatarios, sino que te pones a ti mismo. Si el foco de tu emoción eres tú mismo, puede que se esté dando soberbia. Esto mucho no ayuda a crecer, la verdad. Cuidado con la expresión: «Estoy orgulloso de mí mismo/a», y el tono que usamos al verbalizarla, si con ella lo que se pone en el centro, no es la acción producida o la esencia de la acción en sí misma, y lo que nos ponemos como centro es a nosotros mismos. ¿Por qué «cuidado»? Porque te pedirá más y más, no lo dudes (te recuerdo lo de vicio) y esto puede provocar avaricia y envidia, por ejemplo, al ver a otros que también van avanzando en sus vidas, van dando pasos contundentes y a lo mejor tú vas más despacio o lo vives como que te hacen sombra…

Nos dice Mussbaum (2021) que el orgullo florece de manera más llamativa en una sociedad muy competitiva y preocupada por el estatus. Piénsalo bien… ¿te suena, te dice algo?, ¿te ayuda a reflexionar sobre ti? Ojalá… A mí, con mis cuarenta y seis años, ya te digo que sí, pero también me recuerdo a mí mismo en convivencias y en encuentros con menos edad y me ayudaba mucho cuando mis catequistas me proponían ejercicios de este tipo… Me ayudaban a conocerme más y mejor, desde mis emociones, a crecer, a madurar… Aunque, lo reconozco, era y es difícil y duro; en ocasiones, muy duro, porque se ve lo limitados que somos, pero muy necesario.

Si el foco de tu emoción eres tú mismo, puede que se esté dando soberbia.

Ok, de acuerdo, pero llegados a este punto, alguno de vosotros, de vosotras, podría llamarme la atención sobre que en el título aparece el término «Navidad» y no se nombrará solo por lo del regalo de Reyes, ¿verdad? Así es… No es solo por eso, es por lo que significa la experiencia de vivir con autenticidad la Navidad y concretamente lo que supone la epifanía del Señor para los Reyes Magos. Me explico.

Exactamente la emoción de la soberbia, el orgullo, la avaricia son incompatibles con lo que supone descubrir a Jesús en nuestra vida, porque admirarlo, adorarlo, nos trae una llamada a la generosidad por la generosidad, al cuidado de los detalles, de lo pequeño, de lo, en principio, insignificante… Lo dicho, incompatible con la soberbia… ¿Es así, por ejemplo, como vives el voluntariado que realizas, los detalles con tu familia, tus reivindicaciones para una sociedad más justa y fraterna, desde la generosidad, poniendo el foco en los destinatarios, en la esencia en sí de lo que suponen esas acciones? O, por el contrario, cuando te paras a pensar en ellas, te das cuenta de que tú eres el centro y tu foco está en ti y solo en ti y en lo que esto genera en ti de envidias, avaricias, etc.

¡Qué experiencia vivirían los Reyes Magos al «postrarse», no al «incurvarse», ante Jesús, y admirarlo, adorarlo que cuando se despidieron de la Sagrada Familia ya su vida no fue igual! Los Reyes Magos se fueron por un camino distinto del que vinieron, nos ha dicho el evangelio de San Mateo el 6 de enero, se van por otro camino. No volvieron por donde habían venido… Jesús ha nacido para hacernos más generosos, desprendidos, serviciales, para encontrar así el sentido de nuestra vida y no para hacernos más soberbios, orgullosos, envidiosos y avariciosos, para llevarnos por un camino mejor.

Está claro en «¡Navidad vs soberbia!» gana la Navidad porque rebosa. Es Jesús quien rebosa… Dios con nosotros… Es Jesús que se nos DA y que se nos DARÁ… Descubrir esto es emocionante, es crecer, es madurar, es ir por otro camino distinto del que hasta aquí me trajo para DAR MI VIDA, como Él… ¡Qué regalo de Reyes!