TAZÓN DE CALDO (UN) – Joseph Perich

Joseph Perich

    Ocurrió en Suiza, en un restaurante de autoservicio.

Una señora coge un tazón de caldo y se sienta en una de tantas mesas. Se da cuenta que se ha olvidado del pan. Se levanta para coger un bollo y vuelve a su lugar.

¡Sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra, sin inmutarse, a un hombre de color, un negro, que está comiendo tranquilamente. ¡Esto es el colmo!, piensa la señora,… pero no me dejaré robar. Dicho y hecho, se sienta al lado del negro. Parte el bollo en pedazos, los mete en el tazón y coloca la cuchara en el recipiente. El negro sonríe. Toman una cuchara cada uno hasta terminar la sopa, todo ello en silencio.

Terminada la sopa, el hombre de color se levanta, se acerca a la barra y vuelve con un plato de spaghetti y…. dos tenedores. Comen los dos en el mismo plato, en silencio, turnándose. Al final se van. ¡Hasta la vista! El hombre reflejando una sonrisa en sus ojos, parece satisfecho, como si hubiera hecho una buena acción. Se va.

La mujer le sigue con su mirada. Busca el bolso que había colgado en el respaldo de la silla, pero el bolso ha desaparecido.

Entonces….aquel negro…. Iba a gritar: ¡Al ladrón!, cuando ojeando a su alrededor ve su bolso colgado de una silla, dos mesas más allá de donde ella estaba, y sobre la mesa una bandeja con un tazón de caldo, frío ya. Inmediatamente se da cuenta de lo sucedido: no ha sido el africano quien de su sopa ha comido. ¡Ha sido ella, equivocándose de mesa,  quien a costa del africano ha comido!!!

Reflexión:

Bien mirado, esta historia del «tazón de caldo» ¿no es lo qué nos pasa a menudo? ¿No es verdad que cuando no encontramos algo, más de una vez no hemos desconfiado de alguien, para luego tener que reconocer que ha sido un olvido nuestro? Los prejuicios raciales, culturales, religiosos… son como una niebla que no nos permiten ver la dignidad del otro. Es más, le culpabilizamos.

«¿Cómo puedes decir a tu hermano: déjame que te saque la mota del ojo, si tú tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano »    (Mt 7, 4-5).

Reconocemos la parte de verdad, de razón, de luminosidad,… del que no sabe como yo, del que no piensa como yo (¡porque la tiene!). Y podremos comprobar cómo gana en credibilidad nuestra posición delante del otro. Si somos capaces de no quedarnos en la envoltura que nos diferencia del otro y buscamos su trasfondo, podría darse el milagro de que esa persona que hace sentirte molesta o que te es más adversa, se ​​transforme en tu máximo aliado y amigo.

El matemático, físico y astrónomo inglés Isaac Newton (1642-1727) dejó escrito:«La variedad en la unidad es la ley suprema del universo»