Y tú, ¿cuánto gastas? – Enrique Fraga

Con tu permiso me voy a meter un poquitito de nada en tu vida privada… Si, a ver, coge papel y boli y responde estas preguntitas… ¿cuánto te gastas en lo imprescindible para vivir? ¿cuánto te gastas en salir de fiesta? ¿cuánto te gastas en ropa? ¿cuánto destinas a ayudar a los necesitados? ¿cuánto usas para comprar caprichos que finalmente no usas más de unas pocas veces? ¿cuánto gastas en cuidar a tus amigos y familia?

¿Lo has pensado un poco? ¿Sí? Pues seguimos…

Te confieso que yo tengo también miedo de a dónde nos puede llevar este viaje, porque plantearse como uno gasta el dinero, consume, en la sociedad de hoy es plantearse cómo vive, y concretamente, supone revisar hábitos que tenemos tan integrados que hemos dejado de pensar que puedan tener nada que ver con seguir el evangelio. Quizá tú seas un joven cristiano haciendo sus primeros pinitos en el mundo laboral, y así, de repente, te encuentras con unos “maravillosos” ingresos que te dan la libertad de acceder a todo ese catálogo de ofertas de consumo que nos ofrece la sociedad del siglo XXI. Porque, quién le dice que no a tomar unas cañas con los amigos, y si son más de 4 mejor, si son artesanales pues más ricas y si acabamos yéndonos de party o en un after mejor que mejor. Balance: se acaba el fin de semana y te has dejado fácilmente 80 euros en bailar 5h en una discoteca (o lo que vaya con tus gustos) para tener unas fantásticas lagunas al día siguiente. ¿Te suena? A mí un poco sí… O quizá seas más de los que nos encanta estar a la última y oye, si me lo puedo permitir porqué no cambiar el móvil/ordenador/tablet/… de hace dos años (con suerte) porque ahora carga el triple de rápido, tiene más porcentaje de pantalla o simplemente es mucho más trendy. Uffff, cuántas veces en los últimos meses me he tenido que contener para no actualizar más de un cacharrito… Y oye, con el armario ¿qué pasa? Esto de llevar ropa de hace 5 años… pues ya va siendo hora de renovar, que un aire fresco nos viene bien a todos ¿no? Da un poco de vergüencilla que nos vean siempre con lo mismo.

No sé si te habrás identificado con alguna de estas cosas, yo en mayor o menor medida siento que me tocan este tipo de elecciones, dejándome arrastrar a veces y otras no tanto. Y bueno, si no tienes aún tu propio sueldo da igual, puede pasar lo mismo con la paga o con la mayor o menor parcela de dinero que tú gestiones. Esto no va de ajusticiar a nadie, ni de acusar ni de hacer culpables, nadie tiene derecho a juzgar cómo tú consumes, bueno, quizá una persona sí: tú mismo. Y aquí es donde quería llegar, me gustaría que este post te despertase, te zarandee un poco y te lleve a plantearte: ¿Cómo gasto mi dinero? ¿Lo gasto de una manera cristiana?

Y para acabar voy a dar unas pinceladas a cómo me lo planteo yo, me voy a mojar, pero sin ningún ánimo de estar en posesión de la verdad.

Yo, sincera y abiertamente me considero un poco sibarita, soy de los que prefieren menos pero de calidad, y esto a gustos colores, pero yo soy así. Hablaba arriba de salir de fiesta y demás, los quehaceres no me dejan mucho espacio para ello, pero cuando lo hago, la verdad es que nada me interroga más que esas lagunas del día después, me hacen cuestionarme en extremo el sentido de salir la noche anterior para acabar no recordando nada, es un placer demasiado efímero, o al menos así lo percibo yo. Y siempre me lleva a plantearme: el próximo día con calma, porque esto no merece la pena, pero me descubro volviendo a caer en cuestión de meses, llevado por la euforia del momento. Aquí descubro una arista en mi coherencia vital que tengo que limar, con cariño, pero trabajando en ella. Evitando el consumo sin sentido y potenciando el ocio responsable.

Lo otro de lo que también os hablaba y que me toca mucho es el consumo tecnológico, no puedo evitar sentir de deseos de tener el último modelo de todo… maldito marketing. Y no sabéis bien cuanto me contengo, porque bien razonado, son impulsos absurdos y nacidos de ningún tipo de necesidad. Así que, aunque muchos amigos creerán que miento os aseguro que antes de comprar un nuevo dispositivo me pienso bastante si me aporta algo útil, si realmente me va a ayudar o es un simple capricho, puede que aún así compre cosas innecesarias, pero al menos me exijo que sean útiles (aportando comodidad, ahorro de tiempo, o la utilidad que sea).

¿Y tú? ¿Cuánto gastas?