Descarga el pdf del artículo RPJ nº 538 – Discernir en comunidad – Jorge Sierra
Lo reconozco. A pesar de llevar años viviendo en comunidad, no se puede decir que tenga una gran experiencia en discernimiento comunitario. No en intentar discernir reunidos en comunidad, que es algo muy frecuente, sino en discernir comunitariamente, es decir, en «buscar lo que le agrada a Dios» siendo la propia comunidad el sujeto de la búsqueda.
Esto se debe no solo a que es un proceso ciertamente difícil (a veces, incluso para cosas de lo más sencillo…), que requiere al mismo tiempo flexibilidad y claridad respecto a las propias convicciones, sino a que implica pensar en «nosotros» y eso supone vivir una fraternidad que va mucho más allá del nombre. Conozco varios que, después de muchos años de proceso como grupo de fe, dan el paso a llamarse «comunidad» y es fantástico… pero siguen sin ponerse de acuerdo para establecer el día de reunión que venga mejor a todos.
Quizás tenga poca experiencia en esto porque no sea fácil estar seguro de que mi postura es la correcta… dándome cuenta de que la postura de otro también puede ser correcta o que incluso la mejor opción para todo el grupo puede ser ninguna de las dos. ¿Cómo podemos crecer en esto en nuestros grupos y comunidades? Se me ocurren tres pistas:
- Ganar en autenticidad en todas nuestras relaciones. Es decir, que cada uno pueda manifestarse y expresarse tal y como es, permitiendo al otro ser y funcionar tal y como es. No es una tolerancia mal entendida, que al final se queda en pasar de la persona. Es valorar la «disidencia» de que, como dice el refrán, cada uno somos «hijos de nuestro padre y de nuestra madre».
- Crecer en pertenencia, en el sentido de saber que en un grupo no tiene por qué haber vencedores ni perdedores (de hecho, si sientes que, de algún modo, sales ganando en un «discernimiento», ten por seguro que otro «sale perdiendo»), sino que todos podemos enriquecernos, aunque esto no se vea a corto o medio plazo. Quizás esto también nos pueda ayudar a darnos cuenta de que nadie tiene el monopolio absoluto de la verdad…
- Fijar la mirada en Jesús, que es quien al final nos convoca. Dicen que san Francisco abría el Evangelio al azar y seguía a pies juntillas lo que allí ponía. Traducido debidamente tiene todo el sentido. Y podemos traducirlo con ayuda de algunas preguntas sencillas: ¿de qué forma somos más fieles a nuestra vocación comunitaria? Nuestra decisión final, ¿ayuda a construir el Reino de Dios?
Porque discernir en comunidad implica dejar atrás cualquier personalismo que ponga al individuo por encima del grupo, sin por ello anular a la persona, más aún: consiguiendo que cada uno crezca como persona. Parece un mensaje para ponerlo en tazas del desayuno, pero se podría resumir en «soy más yo cuando somos más nosotros».
Con otras palabras, este discernimiento es el que nos mostraba con maestría el director X. Beauvois en dos escenas de la película De dioses y hombres. Allí se plantea el dilema de la fidelidad al Evangelio y a sus vecinos musulmanes, con el riesgo de perder la vida, o buscar una salida «razonable» para poder seguir en otro sitio. Viendo la película me pregunto, ¿habría sido capaz alguno de esos monjes de entregar su vida, si no lo hubieran decidido así en comunidad? Ahí, quizás, está la fuerza de su discernimiento y del nuestro.