Somos Eva y Saúl, una asturianina y un lebaniego que nos conocimos en la Escuela de Ingenieros Industriales de Gijón y, desde entonces, caminamos juntos con un mismo horizonte. Nos casamos hace pocos años y estamos esperando nuestra primera hija.
- Ser jóvenes y tener fe: ¿cómo se conjuga en vuestra vida?
A veces se habla de fe como «creer en lo que no se ve» pero nosotros preferimos otra definición que un día nos dijo un claretiano: «ver lo que crees». Desde esta perspectiva, con altos y bajos y conjugando acción y oración, es una gran satisfacción atisbar pequeños reflejos de Dios en nuestra vida que nos recuerdan que estamos llamados a ser transmisores de su Amor.
- ¿Cómo llegasteis a descubrir que la llamada de Dios para vuestra vida era el matrimonio?
Fue como una revelación. Siendo novios, un día tuvimos los dos el mismo sueño, en el que se nos aclaró que éramos el uno para el otro y que con el matrimonio seriamos muy felices… Bueno, ahora en serio: no hubo ninguna llamada o al menos nosotros no nos enteramos. Nuestro noviazgo fue largo, y fue un proceso que nos sirvió para descubrirnos el uno al otro, pulir aristas «egoístas» que teníamos y buscar puntos de encuentro que nos permitieron lanzarnos a esta gran apuesta de nuestra vida, que se consolidó con el sacramento del matrimonio.
- ¿Qué es lo que más valoráis de vuestra vocación matrimonial?
En la celebración de nuestra boda presentamos nuestro proyecto de vida basado en un decálogo de actitudes que eran importantes para nosotros: gratitud, sencillez, crecer cada día, servicio a los demás, optimismo, alegría, coherencia, comunicación, hábitos saludables y libertad. Estas actitudes nos ayudan a tener claro nuestro horizonte: que el amor que nos entregamos el uno al otro sea fiel reflejo del Amor de Dios, y que se transmita y contagie a todos los que nos rodean.
- En las conclusiones del último Sínodo se habla de «hacer comprensible a los jóvenes la belleza de la vocación nupcial». ¿Cómo creéis que se podría hacer?
Sin ánimo de idealizar nada ni de expresar unas palabras mágicas, creemos que es muy distinto que la entrega hacia el otro sea una expresión egoísta y «de prueba» o que sea una expresión de un amor incondicional con una clara apuesta por el otro. Bajo este prisma, cada persona y cada pareja tiene que descubrir su sentido, al igual que cualquier otra vocación.
El #Tweet del Sínodo: «Hay que volver a la riqueza que presentan los recientes documentos [de las dos Asambleas sinodales sobre la familia, a la que siguió la Exhortación apostólica Amoris Laetitia], a la vez que recordar la importancia de retomar el mensaje para descubrir de nuevo y hacer comprensible a los jóvenes la belleza de la vocación nupcial» (Del Documento final del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, nº 87).
Para preguntarME / Para preguntarNOS:
- ¿Qué es lo que más te ha llegado de este testimonio?
- Si tuvieras a Eva y Saúl delante, ¿qué les preguntarías?
- ¿Qué personas cercanas conoces que vivan su vida cristiana desde esta vocación?
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RPJ nº 534 – febrero 2019 – Vocación nupcial – Luis Manuel Suárez
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