Hoy conversamos con Luis Melchor Sánchez. Así se define: «33 años. Sacerdote desde hace nueve. Natural de Pozuelo de Alarcón. Entré en el seminario muy joven, así que solo me ha dado tiempo a estudiar Teología. Ahora soy párroco de Nuestra Señora de los Apóstoles (Madrid) y director de la Pastoral de Infancia y Juventud de la Archidiócesis de Madrid».
Ser joven y tener fe: ¿cómo se conjuga en tu vida?
Reconozco que me hace gracia cuando la gente se sorprende al encontrarse con un sacerdote joven. Siempre les digo que no se preocupen, que ya pasará el tiempo (si Dios me lo concede). Ser joven, tener fe y haber respondido a la vocación que Dios me ha regalado es algo que no tengo que forzar: no sé vivir de otra manera, no me imagino mi vida sin su compañía, cada día es una nueva oportunidad de vivir para Él. Creo que Dios me ha llamado para estar en medio del mundo, al lado de muchos jóvenes, para mostrar que esto es real, que se puede vivir así.
¿Cómo llegaste a descubrir que la llamada de Dios para tu vida era ser sacerdote?
Reconozco dos aspectos importantes: los sacerdotes que me enseñaron a tener una amistad con Jesús y la comunidad parroquial que me mostró la alegría de la fe. He tenido la inmensa suerte de pertenecer a una parroquia donde sacerdotes, religiosas, seglares, adultos, jóvenes y niños caminábamos juntos y compartíamos muchos momentos. Nuestro entusiasmo juvenil era acogido y educado por las personas mayores; y, al mismo tiempo, los sacerdotes siempre nos ayudaban a que en todo momento mirásemos a Jesús y le preguntásemos si eso era lo que Él nos pedía y si era importante para llegar al cielo. Con estas dos claves nació una certeza en mi corazón: que mi vida era suya, que no tenía por qué tener miedo y que solo en Él encontraría la felicidad auténtica. Desde esa base, cuando escuché la llamada de Dios me lancé sin pensarlo, lleno de confianza.
¿Qué es lo que más valoras de tu vocación?
Muchas veces me he preguntado eso, y siempre tengo la tentación de fijarme en cosas que hago. Pero después me pregunto: ¿y si un día cayese enfermo y no pudiese hacer todo eso? Entonces me doy cuenta de que lo más importante de mi vocación es vivir siendo sacerdote. Que todo lo que hago, lo que pienso, lo que digo, lo que miro… sea siempre siendo sacerdote. ¡Es algo increíble! Y si tuviese que concretar más, diría que mi vida es apasionante, que nunca imaginé todo lo que iba a llegar a hacer siguiendo este camino, y que lo que más me impresiona es poder acompañar a lo largo del tiempo la vida de la gente, siendo testigo descalzo de la tierra sagrada que son las almas que buscan a Dios.
A un joven que se plantease la posibilidad de ser sacerdote, ¿qué le dirías?
Es fácil: si en tu vida reconoces que Dios nunca te ha fallado; si cuando le sigues sin reservas tu corazón estalla en alegría, paz y felicidad; si tienes la intuición de que te puede pedir que sirvas a su pueblo en esta vocación… ¿A qué esperar? ¿A qué temer? ¿A dónde huir? ¡Sé generoso! ¡Elige la Vida! ¡Vale la pena entregarse a Cristo!
El #Tweet del Sínodo: «El Señor no puede faltar a su promesa de no dejar a la Iglesia privada de los pastores sin los cuales no podría vivir ni realizar su misión» (De la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit, 275).
Para preguntarME / Para preguntarNOS:
- ¿Qué es lo que más te ha llegado de este testimonio?
- Si tuvieras delante a Luis Melchor, ¿qué les preguntarías?
- ¿Qué personas cercanas conoces que vivan su vida cristiana desde esta vocación?
Descarga aquí el artículo en PDF RPJ nº 536-mayo-2019 – Vivir siendo sacerdote – Luis Manuel Suárez
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