VIVIR EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL!Descarga aquí el artículo en PDF
Juan Jesús Gutierro
Cooperador de las Hijas de la Virgen de los Dolores
Profesor en la Universidad Pontificia Comillas y ESCUNI
Decía san Agustín que «nosotros somos los tiempos: así como somos nosotros, así son los tiempos» (Sermón 80). ¿Cómo es nuestro tiempo? ¿Qué lo caracteriza? Mejor aún, ¿qué caracteriza al hombre de nuestro tiempo?
A lo largo de la Historia, el ser humano se ha enfrentado a multitud de desafíos técnicos, políticos y morales; cambios que afectaban su núcleo fundante. Sin embargo, en la era de la inteligencia artificial los cambios ocurren a una velocidad tan vertiginosa que apenas podemos comprenderlos por completo.
Más allá de las discusiones epistemológicas sobre si deberíamos denominar inteligente a un sistema que simula al humano, nos centraremos aquí en los principales retos que las IA generativas nos presentan en la actualidad. Desde la redefinición de nuestras relaciones sociales y artísticas hasta las implicaciones éticas y de privacidad, la pregunta transversal es: ¿puede una «inteligencia» artificial determinar la libertad humana? ¿Cómo afecta esto a nuestro modo de vivir y a nuestro ser mismo?
Para abordar estos desafíos, proponemos la autenticidad y el asombro como claves esenciales de respuesta. La autenticidad nos invita a mantener nuestra originalidad y singularidad en un mundo cada vez más dominado por lo artificial, mientras que el asombro nos permite reconectar con la maravilla del mundo y de las relaciones humanas, preservando así nuestra humanidad en medio del avance tecnológico.
Nos centraremos en los principales retos que las IA generativas nos presentan en la actualidad
Claves antropológicas
Es esencial primero capturar la esencia de la condición humana actual. Para ello, nos centraremos en tres rasgos que reflejan los profundos cambios socioculturales que hemos experimentado en las últimas décadas y que proporcionan un marco comprensivo para analizar cómo la IA ha penetrado y reconfigurado aspectos esenciales de nuestra existencia.
El primero es el ansia de libertad. La libertad entendida como la capacidad de tomar decisiones sin imposiciones externas, sin otro fin que el mero decidir, sin importar el qué, el bien de aquello que entra en la decisión a tomar. Decidimos y elegimos tras una deliberación entre dos o más opciones, todas igualmente respetables, ya que están ordenadas según una escala de valores, un ordo amoris particular que, en el mejor de los casos, ha sido educado. La libertad humana, como capacidad de autoposesión del yo, requiere el desarrollo de una personalidad moral a través de la formación de la conciencia. Esto siempre está condicionado por los educadores, los padres, las leyes educativas, la propia genética o el entorno en el que vivimos. El ser humano siempre ha tenido margen de maniobra, capacidad de revertir su situación y de conocer otras realidades, ideas y pensamientos, lo cual ha sido facilitado por la cultura.
La libertad humana requiere el desarrollo de una personalidad moral a través de la formación de la conciencia
El segundo es el emotivismo. Los emotivistas, en contraposición a quienes caracterizan al hombre solo como un animal racional, argumentan que lo bueno y lo malo dependen de los sentimientos y no de la razón: «Cuando siento que algo es bueno, es bueno; cuando siento que algo es malo, es malo» (Rousseau). Esto conduce al subjetivismo y al narcisismo, a no salir de la autocomplacencia victimista de uno mismo como centro de lo que ocurre, lo cual, sin embargo, alberga en muchas ocasiones un gran vacío.
El tercero, relacionado estrechamente con los anteriores, es el relativismo. «Todo depende de cómo se mire» o «todas las opiniones son igualmente respetables» son algunas de las expresiones que escuchamos a diario y que nos recuerdan a aquella de Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas». El gran problema aquí es la verdad: ¿existe realmente? ¿Es única, universal y eterna, o depende de los sujetos que la perciben? El riesgo del relativismo es la absolutización de la subjetividad, que puede conducir, también en la política, a dictaduras que ninguna justicia podría denunciar ni ninguna sociedad frenar. Es cierto que en el conocimiento hay algo de subjetividad (siempre es una persona quien conoce) pero también algo objetivo (la realidad es, veáse el intento de aunar ambas dimensiones llevado a cabo por Mauricio Ferraris con su teoría del nuevo realismo) que permanece estable, necesario y universal. Que lo bueno y malo cambian es tan evidente como que el conocimiento es progresivo, pero esto solo afirma que la realidad es mucho más compleja y rica de lo que siquiera nuestro ser puede alcanzar.
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Sin duda, como decíamos, podríamos añadir algunos elementos más como la sospecha continua (escepticismo), la falta de permanencia (mundo líquido), de sentido (nihilismo), etc. Sin embargo, estas tres claves antropológicas que hemos delineado —el ansia de libertad, el emotivismo y el relativismo— nos proporcionan un marco para comprender al ser humano contemporáneo. Estos rasgos han creado el terreno propicio para que la IA penetre y reconfigure aspectos esenciales de nuestra existencia. En este contexto, la IA no solo refleja estos rasgos, sino que también los amplifica y desafía, invitándonos a replantear nuestra relación con la tecnología y, en última instancia, con nosotros mismos. A continuación, exploraremos cómo la IA se inserta en estas dimensiones humanas y cuáles son los desafíos específicos que plantea en términos de relacionalidad, arte y privacidad.
Cuáles son los desafíos específicos que plantea la IA en términos de relacionalidad, arte y privacidad
Los desafíos de la Inteligencia Artificial
Si nosotros somos los tiempos, este es el de la IA. Los rasgos antes señalados son los que han hecho que la IA ocupe espacios que anteriormente eran exclusivamente humanos. Este fenómeno es especialmente visible en la relación con el ansia de libertad. La libertad humana busca expandirse y manifestarse en nuevos ámbitos, y la IA ha emergido como una herramienta que amplía esas posibilidades de elección y autonomía, aunque también plantea nuevos desafíos y límites.
Para comenzar, sin entrar en grandes debates epistemológicos, definamos la IA. Según Margaret Boden, en su libro titulado Inteligencia Artificial, esta es la rama de la informática que se ocupa de la automatización de comportamientos inteligentes:
«La inteligencia artificial (IA) tiene por objeto que los ordenadores hagan la misma clase de cosas que puede hacer la mente. Algunas (como razonar) se suelen describir como “inteligentes”. Otras (como la visión), no. Pero todas entrañan competencias psicológicas (como la percepción, la asociación, la predicción, la planificación, el control motor) que permiten a los seres humanos y demás animales alcanzar sus objetivos. La inteligencia no es una dimensión única, sino un espacio profusamente estructurado de capacidades diversas para procesar la información. Del mismo modo, la IA utiliza muchas técnicas diferentes para resolver una gran variedad de tareas».
El objetivo de esta IA es crear máquinas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana como son el razonamiento, el aprendizaje, la comunicación, la planificación o la resolución de problemas.
Aunque alcanzar una inteligencia artificial general es complicado, la IA Generativa (IAG) ya influye significativamente en nuestras vidas cotidianas. Casi todos los aspectos de nuestra vida están hoy mediados por esta: las canciones que nos aparecen «aleatoriamente» en las plataformas musicales, los amigos sugeridos en las redes sociales, los perfiles en aplicaciones de citas, las recomendaciones de restaurantes, las rutas más cortas para llegar a algún lugar y los semáforos que se regulan en función del tráfico… son algunos ejemplos de su omnipresencia. AWS, la plataforma de computación en la nube de Amazon, define la IAG como:
«Un tipo de inteligencia artificial que puede crear ideas y contenidos nuevos, como conversaciones, historias, imágenes, videos y música. Las tecnologías de IA intentan imitar la inteligencia humana en tareas informáticas no tradicionales, como el reconocimiento de imágenes, el natural language processing (NLP, procesamiento de lenguaje natural) y la traducción. La IA generativa es el siguiente paso en la inteligencia artificial. Puede entrenarla para que aprenda lenguaje humano, lenguajes de programación, arte, química, biología o cualquier tema complejo. Reutiliza los datos de entrenamiento para resolver nuevos problemas. Por ejemplo, puede aprender vocabulario en inglés y crear un poema a partir de las palabras que procesa»[1].
Por ello, podemos afirmar que la IA, como aventuraba Boden, está hoy en todas partes. La tecnología nos ofrece nuevas formas de ejercer nuestra libertad, al mismo tiempo que redefine los límites y las posibilidades de lo que significa ser libre en la era digital.
En lo que sigue exploraremos algunas de las dimensiones que hasta ahora eran propias del ser humano y que, debido a su resquebrajamiento, han sido ocupadas por la IA.
- La relacionalidad
Sin entrar a caracterizar con Bauman si las relaciones virtuales son líquidas, sólidas o gaseosas, podemos afirmar que son virtuales y están mediadas por pantallas.
Estamos rodeados de aplicaciones diseñadas para «facilitar» la interacción, ya sea para formar amistades, relaciones de pareja o simplemente encuentros sexuales. Aquí los algoritmos juegan un papel crucial, mostrando unas u otras personas según los patrones que sigues en tus búsquedas, en qué perfiles te detienes más y en cuáles haces clic. Lo mismo ocurre en Instagram o TikTok, donde las cuentas sugeridas están inducidas por tu ubicación, tus preferencias, tus estudios o tu sexo.
Estamos rodeados de aplicaciones diseñadas para «facilitar» la interacción
El emotivismo nos lleva a valorar las interacciones que nos hacen sentir bien, priorizando la satisfacción emocional inmediata, a menudo a expensas de relaciones más profundas y comprometidas. La película de Her nos narra cómo el protagonista, Theodore, entabla una «relación» con su asistente virtual, Samantha, hasta enamorarse de ella. Sin pretender hacer un spoiler, Theodore, tras una separación, encuentra en Samantha una conversación tan personal que difícilmente podría diferenciarse de una humana, salvo por la falta de cuerpo, de encarnación. Lo que puede parecer lejano ya está siendo explotado por empresas que ofrecen aplicaciones donde los usuarios pueden interactuar con chatbots personalizados.
Varias preguntas se abren aquí: ¿puede un humano enamorarse de la tecnología? ¿Dónde queda el cuerpo en la relacionalidad? Es precisamente el encuentro entre dos miradas lo que ensancha el corazón; una caricia que abre el alma y la saca del solipsismo. Como sociedad, tenemos el deber de recuperar la corporalidad y la presencia física frente a la mediación de las pantallas. La soledad se supera con una presencia auténtica.
- El arte y la originalidad.
Cuando estudiamos las producciones humanas habitualmente nos referimos al trabajo, la religión y el arte. Sin embargo, el desarrollo de la IAG ha conseguido crear auténticas composiciones escultóricas, visuales o musicales de manera artificial, simplemente introduciendo ciertos inputs (más o menos descriptivos) a los algoritmos.
Un ejemplo es Refik Anadol: Unsupervised, en la cual el artista presenta una obra de arte de software en tiempo real que envuelve al espectador en gran escala. La IAG recorre las colecciones de arte clásico del MoMA y reimagina la historia del arte moderno. La gran pregunta que nos plantea es ¿es eso arte?
En el caso de la música hubo polémica cuando el cantante Bad Bunny denunció el uso de su voz para crear un tema denominado NostalgIA mediante IA. ¿Qué ocurre con la autoría? ¿A quién pertenece la voz? Actualmente muchas aplicaciones pueden escribir y componer canciones con una determinada letra, lo mismo que ocurre con cuentos o ensayos.
Este fenómeno se extiende a la literatura, los guiones de cine y la educación, áreas donde la IA está revolucionando las formas clásicas de hacer. Es cierto que en su momento los ordenadores y después internet, el paso de la enciclopedia en papel a la Encarta y después a la Wikipedia removió ciertas formas en la educación, del mismo modo que el uso hoy del Chat GPT, Gemini o similares. Sin embargo, el hecho de que la IA no solo redacte un trabajo, sino que también proporcione referencias bibliográficas, cree presentaciones en PowerPoint y genere esquemas o resúmenes, nos lleva a cuestionarnos el papel de los profesores y el propósito de la educación. ¿Es momento de volver a la personalización de la educación? ¿Al tú a tú de lo analógico? ¿Es quizá el tiempo de dotar a los estudiantes de herramientas para la crítica, la sospecha y el cuestionamiento?
La influencia de la IA no se detiene en la esfera de la creatividad
- Un mundo vigilado.
Sin embargo, la influencia de la IA no se detiene en la esfera de la creatividad. Su capacidad para procesar y analizar grandes volúmenes de datos también la convierte en una herramienta poderosa para la vigilancia y el control. Es crucial entender que el mismo potencial que permite a una máquina crear una obra de arte también puede ser utilizado para monitorear y manipular nuestras vidas.
Carissa Veliz, en su libro La privacidad es poder, nos alerta sobre esta realidad: nos vigilan. Estamos rodeados de numerosos «vigilantes»: sensores de tráfico para peatones, aplicaciones que informan sobre el tiempo de espera del autobús, lectores automáticos de matrículas, contadores de agua inteligentes, tarjetas inteligentes, wifi pública, supervisión de redes sociales, sensores ambientales y muchos más.
Hace años Foucault escribía sobre el biopoder, pero hoy podemos hablar, sin duda, de tecnopoder. Este es un poder etéreo que permanece en la sombra, pero que influye continuamente en nuestras elecciones y decisiones. La IA es la herramienta empleada por empresas y gobiernos para ofrecer una pretendida «seguridad» a costa de la intimidad. Así, el populismo, al que aboca el relativismo, se vale de los algoritmos para tergiversar los debates públicos en redes sociales. Ejemplos claros de esto se encuentran en las elecciones estadounidenses de 2016, donde cuentas automatizadas y bots fueron utilizados para influir en la opinión pública y apoyar a Donald Trump. En un contexto más autoritario, China utiliza cámaras de reconocimiento facial y sistemas de crédito social para monitorear y controlar el comportamiento de sus ciudadanos, creando una sociedad donde cada movimiento es observado y evaluado. Ante este poder difícilmente controlable, pese a los intentos recientes de instaurar marcos normativos, ¿qué espacio queda para la libertad humana?
Podríamos seguir indagando en facetas de nuestro entorno que, como dice José María Lassalle, nos hablan de una «civilización artificial» que abre cantidad de cuestiones antropológicas y éticas, pero también ontológicas y políticas y, por supuesto, también teológicas.
Conclusiones
Ante el resquebrajamiento de las seguridades humanas, la pérdida de sentido, la sospecha sobre la democracia y los gobiernos, y la caída de los grandes relatos, la IA ha emergido como una herramienta poderosa cuyo control parece escaparse de nuestras manos. A pesar de sus posibles excesos, nos ofrece soluciones cotidianas que parecen aliviar su responsabilidad ante cualquier consecuencia desmesurada.
Es indudable que la tecnología, incluida la IA, facilita la vida del ser humano, incluso en los lugares más recónditos. Sin embargo, no podemos ignorar los retos que nos plantea, ya que su impacto holístico toca las bases de lo propiamente humano. La IA nos desafía a reflexionar sobre nuestra identidad y propósito como seres humanos. La respuesta ante ello no puede venir, como en épocas pasadas, de movimientos luditas que destruyan todo avance, pero sí explorar nuestros valores y aspiraciones, y reconsiderar cómo queremos vivir nuestras vidas. La educación juega un papel crucial en este proceso, preparando a la sociedad para adaptarse a los cambios que trae la IA, para garantizar que la tecnología se utilice para ayudar, y no para comprometer, nuestra humanidad.
Dos palabras clave al respecto: autenticidad y asombro
Dos palabras clave al respecto: autenticidad y asombro. El ser humano no puede perder aquello que le hace original, irrepetible, insustituible, que le define como persona. Precisamente en el mundo emotivista tenemos que poner de relieve que las emociones son tan definitorias de lo humano como la razón, y que necesitamos de estas para poder llenar de pasión el mundo frío y artificial. El arte no puede ser el mismo si no hay emoción y razón detrás. Una novela intimista, un cuadro o una pieza de piano no son la mera conexión de pixeles, letras o notas musicales, sino que hay algo espiritual, algo que se escapa de lo material, algo emocional que les hace singulares.
Del mismo modo, es esencial preservar nuestra capacidad del asombro: ante una puesta de sol, ante una caricia, ante una mirada, ante el nacimiento de un bebé, el asombro ante lo creado. Salir de los reduccionismos y egoísmos y ver en el otro posibilidades de descubrimiento, de experiencias, de momentos, de risas y lágrimas compartidas.
Los rasgos antropológicos del humano de 2024 son una oportunidad, más que una desventaja, para hacer frente a los desafíos de una mal llamada inteligencia cuyo uso no es otro que el poder. «Nosotros somos los tiempos», por eso este es el momento, como sociedad, de garantizar la libertad y la responsabilidad, de repensar nuestras verdades, de cuidar nuestras emociones, de ofrecer y encontrar en el Otro nuestra mayor seguridad.
Para ampliar
- Lassalle, J.M., Civilización artificial, Arpa ediciones, 2024.
- López Mondéjar, L., Invulnerables e invertebrados. Mutaciones antropológicas del sujeto contemporáneo, Anagrama, 2022.
- Williams, J., Clics contra la humanidad. Libertad y resistencia en la era de la distracción tecnológica, Gatopardo ediciones, 2021.
- Shanahan, M., La singularidad tecnológica, Ediciones UC, 2021.
- Exposición en el MoMA de Refik Anadol
- https://www.moma.org/calendar/exhibitions/5535
- Conferencia de Refik Anadol:
- https://www.ted.com/talks/refik_anadol_art_in_the_age_of_machine_intelligence ?language=es&subtitle=es
- NostalgIA: https://www.youtube.com/watch?v=0ldPgfvoUvY
[1] https://aws.amazon.com/es/what-is/generative
ai/#:~:text=La%20inteligencia%20artificial%20generativa%20(IA,%2C%20im%C3%A1genes%2C% 20videos%20y%20m%C3%BAsica [Consultado el 21/05/2024]