VIVIR ACELERANDO – Roser Tarrida

@rosertarrida

Cuántas veces hemos oído que para aquello que queremos ser o conseguir, se requiere esfuerzo. Que las cosas, sin esfuerzo no llegan solas. Uno tiene que trabajar duro para conseguir aquello que tanto desea o quiere transmitir. Pero, aun y haberlo escuchado millones de veces, no somos totalmente conscientes de ello.

Seguramente, no se habrán dado cuenta de que hoy en día vivimos con prisa, es más, vivimos con ansias. Queremos todo lo nuevo, todo lo que es tendencia, y es muy posible que muchos de nosotros hasta rechacemos lo que consideramos “viejo”, aunque en verdad no lo sea. Y os preguntareis, ¿cómo hemos llegado hasta esta situación?. Es probable que el camino hacia aquí, haya sido, en parte, por la presión social en la que vivimos. Por otro lado, fíjense en las películas, en ellas las cosas pasan en segundos; se enamoran en cuestión de segundo, se compran un coche en cuestión de segundos y consiguen un trabajo en cuestión de segundos. No nos muestran el esfuerzo y el trabajo que hay detrás de todo aquello que se consigue. En consecuencia de ello, vivimos deprisa, queremos las cosas en el momento, nos negamos hacer un mínimo esfuerzo, básicamente nos rendimos delante de cualquier adversidad. En parte, nos hemos olvidado de que el camino hacia la meta es en verdad, la mejor parte de nuestro objetivo. Nos hemos convertido en ansia pura, sin valorar aquello que tenemos, y que tanto hemos tardado en poder tener. Queremos vivir deprisa, sin ninguna esperanza, porque al no hacer ningún esfuerzo, tampoco nos queda la esperanza de poder llegar a la meta. Tampoco solemos aprender, porque todos aquellos que nos negamos a esforzarnos, no hacemos ningún camino, nos quedamos en posición de seguridad esperando a que nos lluevan las cosas. El problema es que el tiempo ya es suficientemente rápido como para que nosotros mismos aceleremos nuestras vidas. 

Nos estamos acostumbrando a obtener lo que queremos en un abrir y cerrar de ojos, sin pensar en el camino que nos ha llevado, ni en el esfuerzo, ni en él como, ni cuando, ni porque lo hemos logrado. Lo queremos al segundo, sin esfuerzo, ni compañías, ni caminos.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero si desde un principio no valoramos el esfuerzo y perdemos toda esperanza, ¿ qué es lo último que vamos a perder?.