Alicia Ruiz López de Soria, ODN arlds@gmail.com
«Se ha producido este hecho único e irrepetible que es mi vida. Nadie, antes de mí, ha sido igual que yo ni lo será nunca. Nadie verá jamás el mundo con mis ojos. Nadie acariciará con mis manos ni rezará a Dios con mis labios. Nadie amará con mi corazón. Mi vida es insustituible. Es tarea mía y solo yo la puedo vivir. Si yo no lo hago, quedará para siempre sin hacer. Habrá en la creación un vacío que nadie puede llenar».
Testimonio joven
«Te contesto rápidamente. Vivir mi vida. Eso es lo que quiero. Como dice la canción. Sí, la de Marc Anthony: «Voy a reír, voy a gozar; vivir mi vida la la la la; voy a reír, voy a bailar; vivir mi vida la la la la…». Por pocas cosas merece la pena preocuparse en exceso, otras no tienen solución, algunas se transforman en retos que hay que afrontar y requieren todo mi ánimo, muchas son relativas frente a la realidad primordial que es estar vivo. ¡Sí! ¡Nos tenemos que recordar que estamos vivos porque a veces parece que estamos anestesiados! ¡Y todo –sueños, deseos, frustraciones, pasiones…– tiene de sostén LA VIDA! «Para qué llorar, pa’ qué. Si duele una pena, se olvida. Y para qué sufrir, pa’ qué. Si así es la vida, hay que vivirla, la la la». Yo, si te digo la verdad, no quiero dejar pasar un minuto de mi existencia (¡larga o corta, no sé!) sin estar vuelto a la alegría. Y no es solo el jiji jaja, que también, es además estar bien conmigo misma y a gusto con los demás. Si alguien me resta más que me suma, le digo adiós. Quiero gente positiva a mi alrededor, que para mensajeros de noticias deprimentes no hace falta tener compañía. El mejor consejo que me han dado: «siempre pa’lante, no mires pa’tras». Como ves, la música me encanta; me ayuda a expresarme con total trasparencia y autenticidad».
Sandra Caamaño, 19 años (España)
Acompañante
«Querida Sandra, te escucho, empatizo contigo y converso»
a.1. ¿La vida de cada cual es una propiedad personal? Es decir, ¿mi vida es solo mía? No tengo tan claro que mi vida sea mía y de nadie más. Por supuesto, no acepto sin más que nadie me diga qué hacer con mi vida porque desde pequeña me han ido enseñando a tomar decisiones, pero creo que soy feliz cuando cuento con los otros. ¿Y si tu vida no te perteneciera?
a.2. Estar vueltos a la alegría permanentemente… ¿eso es una utopía? A no ser que esa alegría tenga rostro y ese rostro siempre esté conmigo devolviéndome su sonrisa y su apoyo, ¿cómo va a ser posible estar vueltos a la alegría permanentemente? ¿Se trata de procurar que nada me afecte? ¿Consiste en hacer lo que me gusta cuando se presente una contrariedad o problema? En mi caso, para sentirme atraída por la alegría y la esperanza en los momentos de la dificultad tengo un rostro amigo al que volverme y un horizonte de sentido muy potente. Trato de cuidar esa relación… ¡si no es así, todo se va al traste!
a.3. ¿Por qué no meditar lo vivido? Hay recuerdos que me impulsan hacia delante. A mí no me pasa nada por mirar atrás. Pero, bueno, se puede dialogar sobre si es o no es un buen consejo «siempre pa’lante, no mires pa’tras». Seguramente tendrás tus razones para afirmarlo.
Me detengo a imaginar…
Una mujer adulta, con más experiencia que Sandra, se acerca. Sandra sabe que esta mujer es cristiana y que, de vez en cuando, hace retiros en medio de la naturaleza para encontrarse corazón a corazón, en el silencio, con Dios; nunca la ha envidiado ni se ha atrevido a ir con ella, pero siempre le ha suscitado respeto. Esta mujer comparte su fe con Sandra:
«Sabes que desde pequeña he sentido la presencia de Dios, me ha gustado compartirle mis sentimientos, mi estado de ánimo… En el silencio he creído escuchar por dónde me guiaba. Me ha ayudado mucho la Palabra de Dios. Hoy puedo decir que la Palabra de Dios ilumina cada día, otorga sentido a lo que vivo, propone algo para experimentar, me saca de mí misma y me lleva a los otros… La Palabra de Dios me coge por dentro cuando presenta a Jesús, el rostro vivo de Dios… ¡entonces se revela lo mejor! Y te digo, cuando me imagino a Jesús contando la parábola del tesoro escondido llego a experimentar que habla conmigo y se presenta Él como el gran tesoro de la VIDA».
«El Reino de Dios es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44).
En Compañía de María… La Misión Apostólica de la Compañía de María, en resumidas cuentas, se expresa así: «evangelizar educando, educar evangelizando». No es una tarea exclusiva de la Compañía de María… ¡faltaría más! Muchas congregaciones buscan lo mismo y numerosas vidas de personas anónimas están dinamizadas por la misma invitación. Tampoco es propiedad suya… ¡es un don recibido que se mantiene en la medida que se ofrece! Y así es como muchas personas hacemos red y formamos «el patrimonio humano» de la Compañía de María.
Quizá lo genuino de la Misión Apostólica sea el modo y la forma de tratar de vivirla. Y en ese modo y esa forma una mujer se presenta como inspiración: María de Nazaret. ¡Mujer entre las mujeres! ¡Vaya mujer! ¿La conoces bien? ¿Te has acercado a su perfil? ¿Has experimentado alguna vez su presencia de madre y discípula? Vivió una adolescencia y una juventud llena de sorpresas. Amó con toda su alma a su hijo, quien se convertiría en su Señor. Sirvió de manera sin igual a una comunidad de hombres y mujeres que tanteaban cómo caminar junto al Resucitado. Muchas cosas las meditaba en su corazón sin decir nada a nadie, hasta extraer sabiduría para vivir y ayudar a vivir a otros.
En Compañía de María podemos renunciar a muchas cosas y otras transformarlas acorde a los tiempos… pero hay algo propio de su identidad que, sin poderse explicar fácilmente con palabras, se percibe al mirar en profundidad a María. Esto permanece a lo largo de los años desde su origen. En tiempos recios o en tiempos favorables, resulta clave para ser fiel a la identidad de la Compañía de María hacer vida los valores de María: pasión por Jesús y el Reino de Dios, alegría, humildad, gratuidad, sencillez, coherencia, hospitalidad.
Papa Francisco, un anciano soñador aliado con jóvenes profetas.
«Para entender a un joven hoy, debes entenderlo en movimiento, no puedes estar quieto y pretender encontrarte en su longitud de onda. Si queremos dialogar con un joven, debemos ser móviles, y entonces él irá más lento para escucharnos, será él quien lo decida. Y cuando vaya más lento comenzará otro movimiento: un movimiento en el cual el joven comienza a seguir el paso más lentamente para dejarse escuchar y los ancianos acelerarán para encontrar el punto de encuentro. Se esfuerzan ambos: los jóvenes yendo más lento y los viejos yendo más rápido. Esto podría marcar el progreso. […]
Un joven algo tiene del profeta, y se debe dar cuenta. Debe estar consciente de que tiene las alas de un profeta, la actitud de un profeta, la capacidad de profetizar, de decir, pero también de hacer. Un profeta del presente tiene capacidad, sí, de condena, pero también de perspectiva. Los jóvenes tienen ambas cualidades. Saben condenar, aunque no expresen bien su condena muchas veces. Y tienen la capacidad de escrutar el futuro y ver más adelante. Pero los adultos a menudo son crueles y toda esta fuerza de los jóvenes la dejan sola. Los adultos a menudo arrancan a los jóvenes, extirpan sus raíces, y, en lugar de ayudarlos a ser profetas por el bien de la sociedad, los vuelven huérfanos y descartados. Los jóvenes de hoy están creyendo en una sociedad desarraigada. […]
Hoy, las redes sociales parecerían ofrecernos este espacio de conexión con los demás; la red hace que los jóvenes se sientan parte de un único grupo. Pero el problema que internet implica es su misma virtualidad; la red deja a los jóvenes en el aire y, por ello, extremadamente volátiles. Me gusta recordar una frase del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez: “Por lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”. Cuando vemos flores bellas en los árboles, no debemos olvidar que podemos gozar esta visión gracias a las raíces.
Creo que una vía fuerte para salvarnos es el diálogo, el diálogo de los jóvenes con los ancianos: una interacción entre viejos y jóvenes, rebasando incluso, provisionalmente, a los adultos. Jóvenes y ancianos deben hablarse y deben hacerlo cada vez más a menudo: ¡esto es muy urgente! Y deben ser tanto los viejos como los jóvenes los que tomen la iniciativa. Hay un pasaje de la Biblia que dice: “Vuestros ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes tendrán visiones”.
Pero esta sociedad descarta a los unos y a los otros, descarta a los jóvenes. así como lo hace con los viejos. Sin embargo, la salvación de los viejos es dar a los jóvenes la memoria, esto convierte a los viejos en auténticos soñadores de futuro; mientras que la salvación de los jóvenes es tomar estas enseñanzas, estos sueños, y sacarlos adelante en la profecía. […] Viejos soñadores y jóvenes profetas son la vía de la salvación para nuestra sociedad desarraigada: dos generaciones de descartados pueden salvar a todos».
El papa Francisco conversa con Thomas Leoncini. Este texto es un fragmento del libro Francisco, Dios es joven, Barcelona 2018.
En clave de diálogo…
- A partir del testimonio de Sandra: ¿cuáles son los puntos en los que coincido con ella en su visión de la vida y cuáles matizaría? ¿qué me sugieren las preguntas que hace quien la acompaña?
- Comparto el fruto de mi oración personal a partir de la parábola del tesoro escondido.
- ¿Se manifiesta en mi entorno el abrazo intergeneracional entre ancianos y jóvenes?
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