Via crucis con y por los jóvenes – Juan Jaime Escobar

Aquí estamos un año más, porque aquí está Él un año más. Lo hizo una vez para siempre, pero siempre significa siempre y, por eso, siempre vuelve a cargar la cruz, su cruz, la cruz de todos nosotros, la cruz de todos los que sufren, la cruz de los más inocentes, la cruz de los mayormente necesitados y también la cruz de los jóvenes, de aquellos a quienes hoy evocamos en esta oración. Nosotros somos jóvenes, jóvenes cristianos, jóvenes que buscan el rostro de Dios, jóvenes de esta época y de este tiempo, con las energías e ilusiones propias de la juventud; pero también con las tristezas, los sufrimientos, las cargas y pesos que llevamos sobre nuestros hombros como nuestra propia cruz. Hoy queremos decirle a Jesús que no está solo cargando la cruz, que nosotros estamos con Él, que nosotros la vamos cargando también. Pero así mismo queremos decirle, pedirle, suplicarle, que nos ayude a cargar nuestra cruz de cada día. Si Él está, podremos con lo que no podemos; si Él está, no nos derrumbaremos por nada; si Él está, haremos completo el camino de la vida sin darnos por vencidos.

Su Santidad el Papa Francisco convocó un sínodo de los jóvenes porque quería que los jóvenes nos dijeran quiénes son y qué esperan de la Iglesia y porque deseaba llamar a los jóvenes para que se acercaran a Cristo y lo conocieran y, conociéndolo, lo amaran, pues Cristo es su mejor oportunidad de vivir en plenitud. Vamos, pues, a aprovechar este camino de la cruz para orar por los niños y jóvenes, y para pedir Espíritu Santo en abundancia que ilumine a la Iglesia en el proceso sinodal que continua.

Oremos juntos siguiendo el camino de la cruz. Oren con nosotros y por nosotros. Y no olviden que todos cargamos también una cruz: que los niños y las niñas llevan lágrimas en sus ojos, que muchos jóvenes luchan a diario con hondos sufrimientos interiores, que los adultos suelen ser fuertes por fuera y frágiles por dentro, que los ancianos ya caminan encorvados por el peso del tiempo y el desgaste. Y que todos necesitamos que Jesús nos sostenga en esta vía difícil, la vía de la cruz.

Oremos:

Señor Jesús,

Tú que recorriste completo el camino de la vida,

como lo anunciaron los profetas,

como lo contempló en su corazón tu pobre Madre,

como te lo pidió tu misericordioso Padre,

no permitas que las cargas de la vida nos aparten de nuestro propio camino

y danos tu fuerza y tu valentía

para caminar nuestra vida hasta el final.

Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

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