¿CÓMO CONSEGUIR QUE UN JOVEN ME ATIENDA? RPJ 560 Descarga aquí el artículo en PDF
Pablo Romero
La Fundación UpToYou—presente en España, México, Brasil y Camerún—promueve la renovación de la educación partiendo de las emociones para el autoconocimiento y la mejora de las relaciones interpersonales. El punto de partida de esta renovación es el curso para educadores.
Imaginemos una escena colegial. En una tutoría, hablando sobre su hijo adolescente, unos padres comentan al profesor: «Estamos preocupados. En general nuestro hijo no nos hace ni caso. La mayoría de las veces va a su aire, no nos atiende».
El profesor aprovecha para decirles que le está pasando lo mismo en clase: «El chico está como en una burbuja. Intento motivarle para que atienda, pero con el paso del tiempo vuelve a cerrarse en sí mismo».
Los educadores salen de la tutoría con una pregunta abierta: ¿Cómo lograr que el joven preste atención?
Ante esta cuestión, lo primero que habría que preguntarse es si lo que ocurre es una falta de atención o es otra cosa. Puede ser que el niño haya estado atento pero que le haya parecido poco valioso lo que se le presentaba. O bien que no quiera seguir atento porque ya lo hizo otras veces y los resultados fueron infructuosos.
Se parte de la premisa de que el niño está desmotivado y de que el educador está motivado. Y con este prisma, la educación se convierte en una propuesta de estrategias para secuestrar la atención del niño (Cf. Conoce lo que sientes, p. 59).
En UpToYou no proponemos despertar la atención del educando, sino revisar el valor de lo que le proponemos. Y por eso en vez de plantear estrategias para secuestrar la atención del joven, proponemos revisar el significado de lo que se le ofrece.
Proponemos revisar el significado de lo que se le ofrece al joven
Por este motivo, la pregunta con la que hemos abierto este artículo cambiaría y en vez de cuestionarnos «¿Cómo conseguir que un joven me atienda?», nos queremos preguntar: «¿Qué propuesta de valor tengo para ofrecerle?».
«La propuesta de valor no es una conceptualización que ofrezco al joven, sino el motor que mueve mi propia vida. Al preguntarme por la motivación de mis alumnos, va a salir colateralmente otra pregunta sobre el valor y el significado que le estoy dando a las cosas» (Cf. Conoce lo que sientes, p.60). Por eso, en esta «otra forma de educar» que se propone desde UpToYou, se ponen en juego las interioridades del educador y del educando.
Y el primer paso es siempre ayudar a las personas a interiorizar. Sin interioridad la persona no es capaz de abrirse a significados de valor. Y sin abrirse a estos significados no habrá nunca una atención profunda.
En un segundo momento, se propondrá una toma decisiones para la mejora de las relaciones interpersonales. Esta toma de decisiones está centrada no tanto en la pregunta «¿Qué tengo que hacer?», sino en otra con fuerte carga identitaria: «¿Quién quiero ser en relación con los demás?».
Volviendo a la escena inicial del alumno aparentemente desmotivado, comenzaríamos con preguntas para ayudar en el proceso de interiorización. Preguntas que pueden ir dirigidas a los educadores: ¿Por qué quieres que tu hijo atienda? ¿Qué sentimientos te surgen cuando no te atiende? ¿Qué puedes aprender de esa falta de atención? ¿Por qué te frustra que el niño no siga tu camino?
Y preguntas que se le pueden plantear al joven, que también tiene que hacer su camino: ¿Por qué no atiendo a lo que me dicen mis padres y mis profesores? ¿Por qué quieren que les atienda en esos temas concretos? ¿En qué temas me están atendiendo? ¿Cómo me gustaría atender y ser atendido?
La realidad no es plana, sino que tiene muchas dimensiones
Las preguntas abren un camino para que cada uno pueda adentrarse en su complejidad personal. La realidad no es plana, sino que tiene muchas dimensiones. Cuando educadores y educandos se abren a esta complejidad y se atreven a adentrarse en ella, comienzan a descubrir aspectos que brillan en cualquier realidad por complicada que parezca.
En el caso que abre el artículo, los educadores pueden descubrir a qué cosas está atento el joven, qué cosas tienen valor y significado para él. También el adolescente puede descubrir que detrás de esa insistencia de sus educadores hay un interés por él. Su vida es importante para ellos. Unos y otros, en esa complejidad, pueden desentrañar rastros de bondad.
Desde aquí, buscamos dar relieve a estos rastros de bondad que cada uno descubre, y que sean plataforma para una toma de decisiones centrada en la pregunta: «¿Quién quiero ser en relación con los demás?».
Tanto a los padres y al profesor como al niño, se les pueden ir abriendo nuevas preguntas: ¿Cómo usar esta realidad para encontrarnos? ¿Qué puedo hacer para «usar» la falta de atención para crecer en el encuentro con el profesor, con mis padres, con mis compañeros?
Entonces, la toma de decisiones para crecer (y ayudar a crecer) en atención, se va a centrar en crear espacios nuevos de encuentro. La atención adquiere toda su potencia cuando es relacional, cuando cada uno descubre que su vida es significativa para el otro, cuando crece la calidad de las relaciones interpersonales entre educador y educando.
La atención, educativamente hablando, no es una actividad unidireccional. No es solo el alumno quien atiende. También el educador está atento al alumno. Este «coloquio de atenciones» es el espacio para crear espacios de verdadero aprendizaje.
En este sentido, el alumno puede aprender a estar profundamente atento al otro cuando se encuentra con educadores atentos a su crecimiento.
Como hemos ido viendo, la pregunta con la que abrimos el artículo se queda muy corta. Por eso me gustaría cerrar este artículo dejándote una pregunta para que se quede contigo: ¿Cómo crear espacios en los que nos atendamos mutuamente con una atención profunda que promueva encuentros de intimidad a intimidad?
Para más información puedes visitar nuestra web: www.uptoyoueducacion.com o contactar con Pablo Romero: p.romero@uptoyoueducacion.com
¿Cómo crear espacios en los que nos atendamos mutuamente?