VEINTE AÑOS DEL CINE ESPIRITUAL DAN PARA MUCHO – Peio Sánchez

Etiquetas:

VEINTE AÑOS DEL CINE ESPIRITUAL RPJ 563Descarga aquí el artículo en PDF

Peio Sánchez

peiosanchez@gmail.com

Cuando en Barcelona en el año 2003 nos reuníamos un grupo variopinto con gente del cine, educadores y teólogos no pensábamos más que en abrir una puerta. Éramos conscientes, ya entonces, del papel clave del lenguaje audiovisual en la formación de los jóvenes. También descubríamos cada día la presencia en cartelera de películas de gran interés por su apertura a la trascendencia. Además, la competencia espiritual comenzaba a colocarse como la pieza olvidada del sistema educativo.

Descubríamos cada día la presencia en cartelera de películas de gran interés por su apertura a la trascendencia

Era el año donde culminaba con enorme difusión la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos adaptando la obra del escritor católico J. R. R. Tolkien. También acababa otra trilogía de pretensiones espirituales: Matrix, que mostraba a los públicos el interés por algo más. Y además se asomaron a las pantallas los pequeños cantores de Los chicos del coro, la comedia disparatada Como Dios, la fantasiosa Big Fish de Tim Burton, la entrañable El señor Ibrahim y las flores del Corán. Mientras los más pequeños recibían en Buscando a Nemo una muestra de cómo la bondad siempre salva a los más pequeños.

En este contexto las salas de cine se llenaban, el celuloide reinaba mirando con recelo al cine digital naciente, las televisiones eran la única competencia a las salas de exhibición y en educación comenzaba la preocupación por las pantallas. Hoy, 20 años después, las cosas son muy distintas: la democratización que se pretendía con lo digital (hacer cine puede ser más barato) ha desembocado en una nueva concentración en manos de las plataformas en línea (Netflix, Prime Video, Disney+ o HBO). Las películas tienden a ser sustituidas por las series (más adictivas) en el consumo masivo, los jóvenes montan sus propios vídeos para TikTok o Instagram y muchos de ellos son youtubers de éxito. Mientras la escuela se recicla lentamente teniendo en cuenta la inteligencia artificial y los retos que supone, las religiones siguen bastante desbordadas en un mundo tan veloz donde la narración y el sentido están en plena metamorfosis y lo humano tiembla bajos sus pies.

En estos años la Iglesia en España no ha sido capaz de construir o participar un serio proyecto cultural (pensamiento, cine, arte, música, literatura) como otras iglesias europeas (por ejemplo, la italiana) e incluso iglesias más limitadas en medios en América Latina, Asia o África. La existencia de universidades y centros educativos, medios de comunicación, editoriales y empresas culturales, adolecen de una fragmentación de intereses y competencia mutua que dificulta abordar diseños comunes que establezcan sinergias y estrategias de acercamiento a los públicos.

La Semana del Cine Espiritual es un pequeño proyecto que ha ido consolidándose. Si en algo ha avanzado es en la colaboración de realidades bien diversas como las empresas de producción y distribución de cine espiritual, la red de Escuelas Católicas y su departamento de pastoral, la edición de libros y materiales educativos, los educadores y catequistas a pie de acompañamiento, las diócesis a través de departamentos de juventud, infancia, catequesis o medios de comunicación. Este modelo de mutua colaboración ha abierto posibilidades. En estos 20 años más de un millón y medio de jóvenes han pasado por las salas de cine, más de 5000 sesiones repartidas por toda la geografía y se han editado casi dos millones de guías didácticas para las aulas.

Más que fijarnos en los números interesa el modelo que desde el acontecimiento concreto, ver películas de cine espiritual, construye la red de comunión donde todos aportan y todos reciben. Las distribuidoras aportan títulos permanentemente de interés, los centros educativos reciben una propuesta atractiva de educación a la espiritualidad, los profesores y catequistas aportan sus conocimientos de didáctica y sus exploraciones para transmitir las vivencias espirituales, los críticos de cine y los profesores de teología sus reflexiones.

Estos años han sido suficientes para confirmar que se siguen haciendo películas y series que buscan la inspiración de referentes, muchos de ellos cristianos, formulados tanto explícitamente como, de forma más frecuente, implícitamente. Y que, además, el público busca este tipo de narraciones y experiencias. Paradójicamente en el tiempo de la ciencia omniabarcante los seres humanos siguen, más que nunca, elaborando y escuchando historias que den sentido a las zonas de vacío, a las experiencias límite y a la presencia del misterio de Dios.

Estas 20 ediciones nos han permitido seleccionar 140 películas (https://www.pastoraldejuventud.es/peliculas/orden-alfabetico/) que, además, han dejado huella en la historia de cine contemporáneo. Algunas de ellas multipremiadas como la película sobre los niños de la calle Slumdog millionaire (2008), un film de autosuperación como El discurso del rey (2010), el musical lleno de inspiración cristiana como Los miserables (2012), una divertida y trágica historia sobre las religiones en La vida de Pi (2012), o la lucha por la igualdad en 12 años de esclavitud (2013). Hemos ofrecido películas para los más pequeños como El secreto del libro de Kells (2009) o El principito (2015). También nos han acompañado santos de cine como Ignacio de Loyola (2016) o san Felipe Neri en Prefiero el paraíso (2010). Hemos proyectado obras maestras como Gran Torino de Clint Eastwood o De dioses y hombres (2010) sobre los monjes de Tibhirine, al lado de pequeñas películas entrañables como Maktub (2011) o Wonder (2017). Hemos seguido la inspiración literaria en Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian (2008), El Hobbit. La batalla de los cinco ejércitos (2014) y también hemos compartido comedias superdivertidas como El tigre y la nieve (2006) de Roberto Benigni o Si Dios quiere (2016). Todo un abanico de narraciones y posibilidades.

La Semana del Cine Espiritual es un pequeño proyecto que ha ido consolidándose.