Van al sepulcro, fieles a su amigo – Edgar Azpilikueta

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Hay que tener en cuenta que ellas también tienen penas y sueños rotos. Pero pese a todo, continúan velando por el recuerdo de aquel a quien tanto amaron en vida. Y es en esta perseverancia y empeño cuando vuelven a tener noticia de Él. De ese continuar, surgirán buenas noticias que las convertirán en apóstolas de los apóstoles, para quien las quiera escuchar.

Exégesis

Van al sepulcro, fieles a su amigo

Nos encontramos ante un momento clave en la historia de las y los cristianos. En la lectura, las mujeres van al sepulcro, siguiendo fieles a su amigo, aún cuando sus sueños se habían desvanecido. Se podría describir el papel de estas mujeres como una presencia humilde, haciendo hincapié en la idea de presencia. No hay más que ver cómo cuando ya se ha provocado la desbandada de todos y la esperanza parece vana, es el grupo de las mujeres el que persevera, porque al que han perdido es a Jesús, amigo, también para ellas.

Hay que tener en cuenta que ellas también tienen penas y sueños rotos. Pero pese a todo, continúan velando por el recuerdo de aquel a quien tanto amaron en vida. Y es en esta perseverancia y empeño cuando vuelven a tener noticia de Él. De ese continuar, surgirán buenas noticias que las convertirán en apóstolas de los apóstoles, para quien las quiera escuchar.

Nuevamente, la historia de la salvación resurge de quiénes son descartadas. La masculinidad se ha asociado muchas veces al éxito, el triunfo, la fuerza… Pero Cristo Jesús se revela en medio del fracaso ante estas mujeres que se dejan guiar por el amor. Curioso que la visión masculina, al menos en cuanto a los atributos mencionados se refiere, haya sido históricamente la preponderante a la hora de leer las escrituras. Afortunadamente, ellas han tenido un papel clave a la hora de transmitir la fe, y pese al empeño de muchos hombres por alejarlas del apostolado, la realidad ha sido obstinada y ha importado más el papel de estas que los sermones de tantos religiosos oficialmente autorizados. Menos mal.

Te pedimos Señor por no dejar de velar por todo aquello que merece la pena y que pueda parecer acabado. Haznos como aquellas mujeres, para poder transmitir tu Evangelio.