UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO – Fernando Arriero

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Fernando Arriero

f.arriero.fms@gmail.com

Paso 0. Ambientación

En el centro del lugar en el que vamos a realizar la oración ponemos un taburete, una silla sin respaldo o un cojín. En torno a la misma ponemos algunas imágenes de momentos especiales que hayamos vivido en grupo.

Paso 1. Hacemos silencio exterior y, sobre todo, interior durante unos segundos para tomar conciencia del encuentro orante que se va a vivir

La persona que guía la oración puede decir: 

«Hoy emplearemos un modo de oración muy antiguo: la oración de intercesión. Los creyentes estamos convencidos de la influencia tan positiva que tiene el orar unos por otros. Seguramente que en más de una ocasión alguien te ha dicho que rezaría por ti o tú mismo has elevado una plegaria a Dios por una situación complicada que un amigo o un familiar estaba atravesando.

Pues bien, en las primeras comunidades cristianas también se rezaba uno por otros estando presente la persona por la que se rezaba. Sentir que tu grupo, tu comunidad está reunida orando a Dios por ti es una experiencia preciosa donde el cariño se convierte en silencio, en buenos deseos y en invocación a Dios.

Para prepararnos a este momento nuclear, escuchemos esta canción». 

Paso 2. Entramos en oración con una canción, Al calor de la Palabra de Brotes de Olivo (https://youtu.be/3NWeAuwqnJw)

Cerca del hogar que calienta mi alma 

quiero yo saber lo que en comunidad 

Tú quieres de mí. 

Sintiendo el calor que me da tu Palabra 

quiero responder a lo que me pides 

sin que nada yo pueda temer. 

A nada, a nada, nunca he de temer, 

yendo junto a TI, con tus ojos de fe, nunca he de temer (bis).

Solo he de beber de tu fuente de agua 

sé que solo ella será la que sacie mi hambre y mi sed. 

Tú eres el Señor que alimenta mi alma 

y si hago mi opción por seguirte a Ti 

nunca jamás yo temeré.

A nada, a nada, nunca he de temer, 

yendo junto a TI, con tus ojos de fe, nunca he de temer (bis). 

Llegan hasta mí momentos sin calma 

que me hacen dudar de si mi camino se orienta hacia Ti. 

Comienza a faltar la paz en mi alma 

y sin esperarlo apareces Tú haciéndome ver que nada he de temer. 

A nada, a nada, nunca he de temer, 

yendo junto a Ti, con tus ojos de fe, nunca he de temer (bis). 

Paso 3. Se proclama la siguiente lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 12,4-11)

«Mis queridos hermanos:

Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere». 

Paso 4. Oración de intercesión

La persona que guía la oración puede decir:

«Cada uno de nosotros ha recibido unos dones específicos del Espíritu, pero no para vanagloriarse sino para ponerlos al servicio de los demás. A veces esto nos sale de una manera espontánea; en ocasiones nos cuesta más debido a nuestras resistencias. Sea como sea, la oración de los demás por nosotros seguro que nos ayuda muchísimo para sentirnos apreciados, reconocidos, ayudados, bendecidos… Esto nos hará más dóciles a la fuerza del Espíritu para que despleguemos la mejor versión de nosotros mismos. 

Por eso, iremos saliendo de uno en uno al asiento del centro y durante un minuto el resto del grupo impondremos las manos sobre la persona que se encuentra sentada y oraremos en silencio según nos inspire el Espíritu.

Podremos pedir por sus proyectos, por su salud, la familia… Podremos dar gracias por sus cualidades, por lo que nos aporta al grupo… O simplemente desearle mucho bien y que en su vida se haga la voluntad de Dios. 

Tras ese minuto, recitaremos el Gloria, subrayando que la vida de esa persona es, de por sí, un canto de alabanza y agradecimiento a Dios.

A continuación, saldrá la siguiente persona».

Paso 5. Plegaria final

Señor Jesús, amigo nuestro,

Tú nos llamas a estar a tu lado para luego enviarnos en misión.

Tú nos llamas a formar familia, grupo, comunidad.

No quieres que vivamos tu seguimiento en soledad

sino con compañeros de camino 

con quienes compartamos la alegría de tu Resurrección.

Nos recuerdas una y otra vez que eso de salvarse solos 

intentando llegar a una autoperfección ética a fuerza de puños

no es una propuesta de tu estilo.

Tú nos convocas a tejer una fraternidad universal 

que goce de la maravilla de tener a Dios como Padre.

Tú nos invitas a vivir en común-unión.

Tú nos sueñas construyendo el Reino en comunidad.

Aceptamos el reto. Aquí estamos.