«¿Cómo creerá que es el cielo?» Siempre me surge esta pregunta cuando topo con cristianos «buenos» que expresan sentimientos xenófobos.
He tenido la gracia de vivir en varios países, por actividades eclesiales, y de convivir con muchas personas diversas en sus rasgos físicos y en sus orígenes culturales. Me doy cuenta de lo que eso te enriquece en modo imperceptible, por contacto y capilaridad…. Sin ser muy mayor, recuerdo cuando en mi barrio de Pamplona veías «un negro» con curiosidad, como un fruto exótico de nuestra rica Universidad. Luego empezaron a llegar magrebíes, después latinos, y detrás balcánicos y subsaharianos…
Después eres tú quien emigra, quien te acomodas a vivir con «otras gentes», quien aprende a valorar tus raíces familiares y culturales y compartirlas con las del que tienes enfrente, a veces tan lejano en las suyas. ¡Y qué bien! ¡Cuánto aprende uno cuando sale de su cascarón étnico! Suelo decir que las ayudas tipo Erasmus, las becas para estudiar nuestros jóvenes en otros países son la mejor inversión en el futuro civilizado de una región….
Ahora vivo en una ciudad, Valencia (España), multicultural, mediterránea y acogedora, bastante cosmopolita. Y soy párroco en una comunidad especialmente «mezclada», Santa Marta. En el barrio abundan las familias gitanas (españolas como la que más) que conviven con las familias payas, tantas de ellas provenientes de Teruel o Albacete. A ellas se añadieron más recientemente algunas familias latinas y bastantes nigerianas. Así pues, la parroquia es una comunidad plenamente católica (lo expresa mejor que decir multiétnica).
Por fortuna, nuestros hermanos/as africanos pertenecen a dos etnias cristianas de su país y se han integrado con bastante normalidad a la comunidad. También algunos son de Camerún, Senegal y Mali. Guardan sus estilos de orar (hay un grupo de mujeres que oran al modo carismático, en su lengua nativa, cada sábado), cantar y bailar e intentamos integrarlo en las Eucaristías dominicales. Como su lengua colonial es el inglés, se lee el Evangelio cada domingo en inglés y castellano, y una buena parte de los cantos los hacemos en ese idioma también. Cada mes de diciembre, antes de ir algunos a visitar a sus familias en Navidad, las etnias Edo e Ibo celebran el final de curso en modo de Acción de Gracias, con una participación en la Eucaristía dominical más colorida y movida, siempre con una ofrenda al final, cantada y bailada por todos. También disfrutan de nuestros locales para hacer sus reuniones mensuales.
En la parroquia disfrutamos de una subvención de la Administración de Valencia para la acogida a la inmigración. Gracias a ella podemos ofrecerles ayudas varias, de tipo educativo, de ayuda en la búsqueda de empleo y en la vivienda. De hecho, la parroquia dispone de varios pisos de acogida en los que se alojan tres familias nigerianas, una gitana y varias personas africanas ocupan habitaciones en otro de los pisos. Se les acompaña desde las diversas áreas de nuestra Cáritas y además las cristianas están integradas totalmente en la vida parroquial (algunas son musulmanas, en general mujeres solas con hijos en gran precariedad). Al menos tres familias participan cada domingo en la catequesis en familia, con hijos/as que van desde los seis hasta los catorce años.
El grupo scout Santa Marta es el ámbito más intercultural de nuestra parroquia, seguramente. Es una verdadera delicia verlos a todos/as mezclados, iguales y diversos, jugando o comiendo en una acampada. Imágenes del Reino de Dios, sin duda.
Algunas familias gitanas siguen siendo católicas y participan ocasionalmente en las Misas (que cuando son de difuntos las piden sin cantos y con cierto estilo propio, que se asume por el celebrante). El resto son «del culto evangélico» y suelen participar en la parroquia en momentos festivos (la fiesta de fin de curso en la que se hacen paellas en la calle, los Reyes Magos, etc.) y en el día a día del proyecto educativo de infancia y familias, con bastante esmero por parte de las madres y de las educadoras. Realmente, son estas familias las mayores beneficiarias de nuestra Cáritas parroquial y aparato solidario…
Los musulmanes del barrio, tanto magrebíes como subsaharianos, participan en la parroquia también. Nuestro Proyecto Santa Marta, de apoyo escolar y acompañamiento a las familias, tiene niñas y adolescentes musulmanas que progresan muy bien y que también están integradas en el grupo scout (y acuden con normalidad a campamentos y actividades, teniendo cuidado solo al tema de la carne de cerdo).
La Comida Intercultural, en Adviento, es una ocasión de compartir nuestra esperanza y apertura a esas familias extranjeras y no católicas. Tras la Misa dominical se habilita el templo con mesas corridas y todo el mundo aporta sus platos típicos. Todos comemos de todo y se suele acabar con algunos bailes….
Y ahora aclaro el título de artículo: en algunas de estas actividades se observa que un sesgo transversal, que limita las libertades más íntimamente que el racismo, es el machismo. Tanto con mujeres gitanas, magrebíes, nigerianas y latinas, hay un camino de liberación por recorrer juntos en el que por encima de su color está su tradición cultural profundamente patriarcal (en el peor sentido). Es verdad que a veces no puedes forzar «lo cultural» y que algunas de nuestras hermanas nativas se exasperan viendo los modos machistas o los roles tan diferenciados que perduran. Yo entiendo que son caminos a recorrer, pero es verdad que debemos cortar cuanto antes todo lo que suponga abuso de los varones… «en tu país quizás, pero aquí desde luego no se puede…». En fin, es un tema apasionante y un desafío continuo. El gusto es ver a las adolescentes ya con todos esos buenos valores bastante asumidos… Les tocará a ellas seguramente defenderlos cuando viajen al país de sus padres…
Quizás este sea el siguiente signo de los tiempos, si ya hemos aprendido en las comunidades cristianas de España a convivir con los inmigrantes, ahora juntos tenemos que construir una sociedad más respetuosa e igualitaria con las mujeres.
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RPJ nº 528 – Una parroquia de muchos pueblos de igualmente sufridas mujeres – Pedro Jiménez
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