UNA NADA INFINITA
Fernando Donaire, OCD
Este verano he tenido la oportunidad de imbuirme en el universo Marvel. Hay que tener algo de tiempo para enredarse con las historias de la factoría, y aunque solo he tenido el suficiente para iniciarme en la saga de Los Vengadores, me ha servido para lograr el objetivo buscado, que no era otro que poder ver con cierto contexto la excelente serie Bruja Escarlata y Visión donde se reinventa una profunda historia a través de la memoria y los géneros televisivos.
Una de las primeras conclusiones que saco de este tiempo dedicado a la ficción es que los temas esenciales del ser humano (sentido, muerte, perdón, culpa, etc.) siguen siendo el eje de todos los relatos. Más allá de la época, la generación o las modas las historias siguen repitiéndose construyendo un entramado en el que todo está relacionado en su centro.
Wanda, la protagonista de esta serie, utiliza sus propios recursos para enfrentarse a la pérdida y al dolor que nos provoca tener que despedirnos de alguien o dejar atrás algo importante para nosotros. Define su situación ante la pérdida como «una gigantesca ola que pasa por encima de mí una y otra vez, sin darme tregua, que puede acabar ahogándome». Y esa manera de vivir su situación, le hace sentirse como «una nada infinita», expresión que señala gráficamente la vulnerabilidad en la que se encuentra a pesar de todo el poder que alberga en sus manos. Ambas consideraciones me parecen fundamentales para poner en contexto sus decisiones y la utilización que hace de su poder y su fuerza. Ella quiere llenar de luz esa persistencia oscura que la aplasta para poder salir de ese túnel sin fondo. En ese sentido, la propuesta entronca con otra de las mejores series que se ha hecho en los últimos años: The Leftovers de Damon Lindelof que también reflexiona sobre la pérdida y los mecanismos que utilizamos para sobreponernos a ella.
Visión por su parte, en uno de los diálogos más bonitos de la serie nos deja una de las frases más certeras acerca de lo que está viviendo su compañera: «La pena es amor perseverante». La pena mantenida en el tiempo se puede convertir en obsesión o en amor. Habrá que ver cómo esa perseverancia ayuda a dejar a un lado cualquier sentimiento obsesivo. Esa «pena observada» tal como vivió C.S. Lewis al perder a su amada se hace presente de manera inversa como si un espejo lograra llenar la nada con la luz del amor.
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Quizás debamos descalzarnos ante estas intuiciones que nos llevan al centro de la propia vida señalándonos ese anhelo de Infinito que brilla en el interior de nosotros, aunque estén revestidas de superhéroes y villanos.
Los temas esenciales del ser humano (sentido, muerte, perdón, culpa, etc.) siguen siendo el eje de todos los relatos.
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