Alguna vez les pasó que al entrar a una sala familiar, salón de clases o el comedor de una comunidad religiosa encuentran a las personas en silencio concentrando su atención en las pantallas del celular sin hablar entre ellas. Me ha pasado, es más he sido uno de ellos cuando me desconecto de mis hijos o los compañeros de trabajo.
Sabemos que el mal uso de las redes sociales ha desembocado en situaciones como la adicción a los dispositivos, la dependencia del celular, la circulación de noticias falsas y depresión en adolescentes. Es una erosión del tejido social que comienza en la familia. Pero, ¿Qué hay detrás de estos problemas? ¿Qué estamos descuidando en nuestra vida? ¿Estamos bajo algún embrujo?
Un dilema social
Un documental que ha sido publicado en Netflix me ha impactado por la denuncia acerca de la manipulación a la que estamos expuestos cada día quienes utilizamos las redes sociales como Facebook y buscadores como google.
Pasamos de la era de la información, a la era de la desinformación. Nunca antes 50 diseñadores entre 25 y 35 años en California, Estados Unidos habían tomado decisiones que afectarían a dos mil millones de personas en el mundo.
La intención de la cultura digital era facilitar un acceso ilimitado, gratuito y publico a la información y el conocimiento en todas las áreas beneficiándonos en una forma sin antecedentes ¿Qué beneficios han traído a tu vida las nuevas tecnologías? Evidentemente han sido muchas las ventajas conectando personas ubicadas en lugares lejanos, la entrada a las bibliotecas de todo el mundo, localizar un transporte puerta a puerta haciendo un clic, viajar a sitios turísticos anticipando la ruta de mi recorrido, la educación virtual con menor costo etc..
Ahora, simultáneamente surge la admiración hacia los emprendedores tecnológicos con un poder casi sobre natural quienes piensan en un modelo de negocio para capitalizar este nuevo mundo tecnológico sin fronteras identificando a quienes estuvieran dispuestos para pagar. Pero ¿Pagar porque producto?
El producto somos nosotros
Surge un modelo publicitario como la manera de hacer dinero que ha tomado vida propia y sigue un rumbo que está desembocando en situaciones límites de deshumanización. El producto es la atención y la modificación de la conducta que consiguen las redes sociales de sus usuarios actuando como ladrones de nuestro tiempo y vendiéndonos a los anunciantes. Es mantener a la gente, los niños y los jóvenes en las pantallas el mayor tiempo posible tal cómo funcionan las máquinas tragamonedas pero son máquinas tragamentes. El movimiento es el mismo deslizando el dedo de arriba hacia abajo. ¿Cuánta vida estas entregando a las redes sociales?
La televisión ya tenía este componente de irse convirtiendo sutilmente en el centro de la atención en los hogares. Pero, en el nuevo milenio la TV, el teléfono, la oficina, las fotos, los videos y nuestra libreta de contactos la llevamos en el bolsillo. En este modelo de negocio todo lo que haces en internet es registrado, rastreado y medido.
Tenemos un capitalismo de vigilancia que moldea la política y la cultura sin que lo percibamos de forma consciente. Google es una herramienta que ayuda a la gente con múltiples servicios y a la vez es una máquina de hacer dinero a cada segundo con pocos empleados y una súper computadora con inteligencia artificial, sin una ética definida y vida propia.
La acción pastoral que realizamos debe colaborar en el desarrollo de una conciencia crítica frente a los desafíos del paradigma tecnocrático que trae consecuencias para las personas más vulnerables y para la Madre Tierra. Necesitamos reflexionar y actuar frente a los cuestionamientos que propone LAUDATO SI: “…De hecho, la técnica tiene una inclinación a buscar que nada quede fuera de su férrea lógica, y el hombre que posee la técnica sabe que, en el fondo, esta no se dirige ni a la utilidad ni al bienestar, sino al dominio; el dominio, en el sentido más extremo de la palabra. Por eso, intenta controlar tanto los elementos de la naturaleza como los de la existencia humana”. (LS # 108)
Continuaremos avanzando en esta reflexión importante en estos tiempos de confinamiento por el Covid 19 y donde la relación con los dispositivos tecnológicos se ha aumentado de forma exponencial. No se trata de satanizar las tecnologías, pero si se requiere de una lectura de fe dentro de estas nuevas realidades y su impacto en las nuevas generaciones, las familias y la sociedad.
Algunas sugerencias:
- Desactiva las notificaciones en Facebook, twitter y google.
- En la noche saca los dispositivos de las habitaciones y apágalos.
- Para los niños no hay redes sociales hasta la secundaria.
- Negociar los tiempos que dedicaremos a las redes sociales al día en la familia y la comunidad. Protegiendo espacios sagrados para una comunicación sana y atenta.
- Llamarnos la atención mutuamente cuando entramos en el modo piloto automático en el uso de los dispositivos tecnológicos.
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