UNA IGLESIA MINISTERIAL – Pablo Santamaría

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Con motivo de los 20 años de los ministerios laicos en la provincia escolapia de Emaús

Se cumplen veinte años desde el inicio de los ministerios laicos escolapios en la Provincia de Emaús. Ofrecemos en este artículo la reflexión y realidad actual que el conjunto de los ministros y ministras hemos compartido recientemente de cara a la toma de conciencia del camino recorrido hasta la fecha y de los pasos a seguir a partir de ahora. Esperamos que esta experiencia pueda servir para que los ministerios laicos se impulsen e implanten también en otras realidades pastorales, eclesiales y comunitarias.

  1. Perspectiva histórica de los ministerios en la Iglesia

«El hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,29; Mc 10,45). Jesús es la fuente, fundamento y referencia de todos los ministerios en la Iglesia. La palabra ministro viene del latín minister (sirviente) y su raíz es minus (menos), que se contrapone a magis (más). Los ministros, y ministros de la Iglesia somos, por tanto, humildes servidores de los demás al estilo de Jesús y para servicio del Reino.

Esta clave de servicio es un eje transversal desde el que podemos leer todo el Evangelio e interpretar la vida de Jesús, al igual que el comienzo de las primeras comunidades. Hablaríamos así de una cultura vocacional evangélica basada en un permanente llamamiento a servir de la que derivan multitud de encomiendas, servicios y disponibilidades. Es un buen punto de partida para abordar este tema…

  • Durante la vida del propio Jesús
    • Anunciación (Lc 1,26-38) y apostolado (Lc 1,39-56).
    • Envío de los 12 (Mt 10,5-15; Lc 9,1-5; Mc 6,6-13).
    • Envío de los 70/72 (Lc 10,1-12).
    • «Dadles de comer» (Mc 6,37).
    • Encomienda de cuidado mutuo en la cruz (Jn 19,26-27).
  • Después de la Resurrección
    • Envío y encomienda a las mujeres (Mt 28,9-10; Mc 16,7).
    • A los 11 (Mt 28,19-20; Mc 16,14-18).
    • A María Magdalena (Jn 20,17).
    • A los discípulos (Jn 20,23).
    • A Pedro (Jn 21,18).
  • Inicio de las comunidades tras la Ascensión
    • Relevo de Judas en Matías (Hch1,21-25).
    • Elección de los siete «servidores a la mesa» (Hch 6,1-7).
  • Multitud de servicios, ministerios y tareas en los comienzos: apóstoles, profetas, doctores, epíscopos, maestros, hacer milagros, curar, asistencia, funciones directivas, lenguas, pastores, evangelistas, responsables de comunidades y de tareas varias, encargados, auxiliares, los que trabajan duro, los que llaman al orden, guardianes, delegados para la comunión de las iglesias, tareas de caridad y redistribución de bienes, consagrados, solidaridad con los pobres, acoger en casa a los que salen de la cárcel o llegan de otros lugar (hospitalidad), bautizar, predicadores inspirados… (Ef 2,20; 1Cor 12,28-29; Hch 14,4.14; Ef 4,11; Gal 1,19; Hch 21,18; Hch 14,23; Flp 1,1; 1Tes 5, 2; Hch 20,28; Tit 1,59; Hch 11,22; Hch 4,32-37; Rm 15,26-27; Hch 16,40; Hch 18,2. 7; Hch 8,35-40; Hch 15,32).

Lo que observamos en los comienzos del cristianismo es una gran diversidad y creatividad carismática y ministerial en la construcción de una Iglesia cuya vocación es precisamente servir a los demás y al mundo. La evolución posterior llevó a la necesidad de clarificación, ordenación e institucionalización de esta riqueza y, con ello, también a una progresiva reducción de esta, a la concentración de todos los ministerios en el clero y el sacramento del Orden, con la consiguiente acumulación de responsabilidades y tareas eclesiales, así como a un proceso de jerarquización y masculinización de los ministerios al establecerse como condición de acceso a los mismos el ser hombre. De este modo, el «servicio pastoral» se transformó, en gran medida, en «poder pastoral». Fue a través de la vida consagrada cómo continuó la pluralidad carismática y ministerial, en este caso como encomienda colectiva para servicio del Reino.

Con el Vaticano II se da un resurgir del tema ministerial desde una eclesiología de comunión y de Pueblo de Dios en misión. Entre las referencias más significativas de esto podemos encontrar las siguientes afirmaciones.

  • «También en la construcción de la Iglesia existe una diversidad de miembros y funciones. Es el mismo Espíritu el que, según su riqueza y las necesidades de los ministerios distribuye sus diferentes dones para el bien de la Iglesia» (LG7).
  • «El Espíritu Santo reparte gracias especiales entre los fieles de cualquier estado o condición y distribuye sus dones a cada uno según quiere. Con estos dones hace que estén preparados y dispuestos a asumir tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir más y más la Iglesia, según aquellas palabras: A cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común» (LG 12).
  • «Los laicos están llamados todos, como miembros vivos, a contribuir al crecimiento y santificación incesante de la Iglesia con todas sus fuerzas» (LG33).
  • «Si un miembro no contribuye según su propia capacidad al aumento del cuerpo, hay que decir que es inútil para la Iglesia y para sí mismo» (AA2).
  • «Los laicos tienen un específico papel activo en la vida y la acción de la Iglesia, como partícipes que son del oficio de Cristo Sacerdote, profeta y rey, dentro de las comunidades de la Iglesia» (AA10).
  • «La comunidad cristiana, desde el principio, debe formarse de modo que, en la medida de los posible, sea capaz de proveer por sí misma a sus necesidades. (…) Para la implantación de la Iglesia y el crecimiento de la comunidad cristiana son necesarios varios ministerios, que, suscitados por vocación divina de la misma congregación de los fieles, deben ser fomentados y cultivados por todos» (AG15).

También el magisterio postconciliar abordó esta temática (1972, Ministeria Quaedam. Pablo VI; 1975, Evangelii Nuntiandi. Pablo VI; 1988, Christifideles Laici. Juan Pablo II; 2007, Sacramentum Caritatis. Benedicto XVI), ratificando el llamamiento a los laicos («Los laicos también pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus Pastores en el servicio a la comunidad eclesial, para su crecimiento y la vida de esta, ejerciendo ministerios muy diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiera concederles» EN nº 73), si bien es cierto que fue el Magisterio latinoamericano (CELAM Medellín 1968, Puebla 1979, Santo Domingo 1992, Aparecida 2007) quien dio un gran impulso a los ministerios laicos.

Quizás por esto mismo fue necesaria una nueva recapitulación y reordenamiento ministerial. Por un lado, hubo reticencias a la creación de ministerios laicales, incluso con discusión sobre si esto era una clericalización de los laicos, prefiriendo desarrollar el compromiso de los laicos en la Iglesia con otras figuras o fórmulas, como pueden ser liberados, delegados, responsables y/o equipos ministeriales, laicos con encomienda pastoral… La mayor «novedad» por la que se apostaba en todo caso era por el impulso del diaconado permanente que era más «seguro», si bien dentro del ámbito clerical y no laical. Por otro lado, en diversos países europeos (Francia, Alemania, América, Italia, Suiza…), igualmente en América, se estaban desarrollando experiencias bien significativas.

El asunto oscilaba por tanto entre un proactivo «pluralismo maximalista» y un reactivo «monolitismo minimalista». Reflejo de ello es la disparidad entre los planteamientos de unas cuantas Conferencias episcopales europeas y americanas en contraposición a las alusiones del CIC (1983), Nuevo Catecismo (1997) y, especialmente, la Instrucción Interdicasterial sobre los ministerios conferidos a los laicos (1997):

 

CIC (1983), Nuevo Catecismo (1997), Instrucción Interdicasterial sobre los ministerios conferidos a los laicos (1997)

Conferencias episcopales: Alemania, Francia, Suiza, Italia, Brasil, España, América

·         Preferencia por reservar el término ministerio solo para el clero y para los laicos hablar más bien de funciones.

·         Los bautizados pueden recibir encomiendas en cada una de las tres grandes funciones pastorales (enseñanza/predicación, santificación, animación/gobierno) o en alguna por separado (la asunción integral y unitaria de las tres cosas representa el ministerio pastoral conferido en la ordenación).

·         Salvo aquellas labores para lo que se exige expresamente la recepción de la ordenación sacramental, todos las demás pueden ser transmitidas a los bautizados.

·         Teología de la (no)suplencia (si no hay curas, los laicos actúan, pero en espera de que haya).

·         Desarrollo de los ministerios laicales desde la teología de comunión, misión, corresponsabilidad e impulso de un laicado maduro y comprometido.

·         Los ministerios laicos como factor de renovación del ministerio y la ministerialidad eclesial (no una nueva clericalización, suplencia o clesuría)

·         Amplio margen, pero dentro de un marco.

En cualquier caso, fruto de todo ello «se percibe una mayor participación de muchos en los ministerios laicales» (Papa Francisco, Evangelli Gaudium, 2013, nº102). En el momento actual podemos constatar la siguiente pluralidad terminológica y de ámbitos ministeriales…

Tipología actual de los ministerios

Ámbitos ministeriales

1.    Ordenados: obispos, sacerdotes, diáconos

2.    Instituidos: acólito y lector

3.    Reconocidos por Iglesias particulares (diócesis y congregaciones religiosas)

4.    Encomendados: amplitud del mandato

5.    Conferidos/Confiados: estabilidad

6.    Delegados: poderes ejecutivos concretos

7.    Ocasionales: servicio puntual ad actum

8.    Extraordinarios: comunión…

9.    “De hecho”: reconocer lo que hay

1.    Evangelización (martyria)

2.    Caridad (diakonia) 

3.    Culto (leiturgia)

4.    Comunión (koinonia)

5.    Profecía

6.    Gobierno

7.    Sacramentalidad

8.    Misión

9.    Espiritualidad

10. Acompañamiento

11. Educación (paideia, catequética…)

12. Anuncio (parresía, kerigmática)

13. Justicia

14. Animación comunitaria

15. Comunicación

16. Música (canto, coro, salmo…)

17. Cibercultura

 

Más allá de esta diversidad encontramos las siguientes claves comunes que están detrás de los ministerios:

  • Se tiene que dar la tríada vocación–carisma–ministerio.
  • La iniciativa es del Espíritu Santo en conexión con el ministerio de Jesús y con la encomienda y reconocimiento de la comunidad cristiana.
  • Participación de los fieles cristianos en las dimensiones sacerdotal, regia y profética de Jesús.
  • Fundamentación sacramental principal en el Bautismo, últimamente también se añade la Confirmación, y específicamente en el Sacramento del Orden para los ordenados.
  • Necesidad del discernimiento de carismas, vocaciones y ministerios personales.
  • Servicio, servicio, servicio… para la Misión.

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