Una ecología con corazón – José Luis Graus

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El domingo 13 de noviembre emitieron por televisión el documental de Salvados que presentaba la situación de las personas que viven en Kivu Norte (República Democrática del Congo, RDC) y nos contaba la relación que existe entre el coltán que usan nuestros móviles y la violencia sexual, brutal, que viven muchas mujeres de esa zona.
Es muy recomendable ver este documento gráfico, acogerlo en nuestras entrañas, trabajarlo, por muchos motivos, pero en especial por algunos de los que propondremos en estas líneas.
Descubrir la conexión…
“Todo está conectado”, dice el papa Francisco en los números 16, 91, 117, 138 y 240 (al menos) en su conocida encíclica Laudato Sí. Todo está en relación. Por eso tiene mucho sentido hablar de ecología, de estilo de vida, de solidaridad, de compromiso, de consumo responsable, de vida sana, de… Todo lo que hacemos tiene repercusión en el otro extremo de nuestro planeta, para bien y, desgraciadamente, para mal.
Una de las cosas positivas que nos aporta la globalización es justo eso, que todo puede conectarse y, de hecho, lo hace. Esto, además de ser una gran oportunidad, es una gran responsabilidad.
Es una oportunidad, pues permite que, de repente, el mundo, nuestra realidad, el planeta, estén a nuestro alcance, podamos estar conectados prácticamente con cualquier persona en casi cualquier lugar. Nos acerca la realidad y podemos acercarnos a ella. Eso nos enriquece, amplía nuestras miras y nuestros horizontes.
Es una responsabilidad, pues también se abren ante nuestros ojos otras realidades que necesitan de nosotros, de nuestro compromiso, de nuestra creatividad y energía.
Las conexiones que se establecen son “copulativas”, están muy en relación con el “y”, más que con el “o”. Las conexiones permiten tomar conciencia de lo global “y” de lo local, de lo grande “y” de lo pequeño, de lo estructural “y” de lo personal. oportunidad “y” responsabilidad.
Nos movemos en una gran y compleja escala de grises. Pero debemos ser conscientes de que nuestras formas de hacer cosas pueden contribuir a un tipo de realidad que se inclina más hacia un lado o hacia otro. Buscamos animar procesos de consciencia que puedan ir haciendo de este mundo una casa común y mejor para todas las personas.
Educar-nos en responsabilidad,
en corresponsabilidad….
Educar y educarnos en la responsabilidad es una herramienta preciosa para la transformación social. No asustarnos, ni amedrentarnos ante lo grande, lo duro, lo inmenso de la realidad. Cuando ella llama a nuestra puerta, real o virtual, se nos invita a responder con responsabilidad.
Hace unos días había en el metro de Madrid una campaña de una ONG que decía: “Para cambiar el mundo solo hace falta una persona, TÚ” En lugar de encerrarnos en un pesimismo inactivo que no produce ningún cambio, el mensaje esperanzado y esperanzador de que yo soy necesario para cambiar el mundo genera más vida y oportunidad de mejorar.
Quizás muchas veces nos encontramos con la pregunta de qué puedo hacer yo. Y la respuesta es un millón de cosas cada día para que este mundo sea mejor. Pero tan importante como hacer, es el ser.
Acudir al corazón….
Acudir a nuestro corazón, a nuestra interioridad, y encontrar ahí la raíz más profunda de nuestro ser. Una ecología que nazca del corazón tiene en cuenta al medio ambiente, a las personas que lo habitan, a sus condiciones de vida, a la vida sana y responsable que buscamos. Un corazón convertido a esta cuestión es una herramienta poderosísima de transformación social.
Mirar desde dentro….
Se trata de poder mirar con los ojos del corazón, como decía Saint Exupery, lo que está cerca y lo que está lejos, y encontrar las conexiones que los unen. La transformación de la realidad se va consiguiendo con una mirada inclusiva que nace de lo más hondo, que es capaz de ver las manos de la persona que recogió el algodón de la camisa que nos ponemos, como dice Benjamín González Buelta en su libro Letra pequeña. La cotidianidad infinita.
Hacer silencio….
Hacer silencio interior, no dejar que todos los ruidos que nos ocupan y preocupan, incluso, nos impidan escuchar los clamores de la realidad. Vivimos en un mundo con mucho ruido, con mucho volumen, y eso a veces nos aturde y no nos deja estar atentos a lo que sucede, cerca y lejos.
Sentir nuestra respiración, reconocer la vida que nos entra y la vida que podemos dar. Esto es mucho más fácil cuando dejamos que el silencio sea nuestro compañero cotidiano de camino.
Ser consciente…
Esta consciencia que vamos adquiriendo en cada movimiento, con cada gesto, nos permite ir modificando nuestro obrar, pues sé que lo que haga puede ser caricia o golpe para mi hermana o hermano que está, en cualquier parte del planeta, peleando duro por sobrevivir.
La tentación puede ser cerrar los ojos y los oídos, pero cuando hemos sido tocados por el Amor de un Dios que en estos días de la Navidad que se acerca se nos presenta como vulnerabilidad entrañable, ya no es posible.
Cuando Él nos pregunte ¿dónde está tu hermano?, podremos responderle, con honestidad y con humildad, que lo estamos buscando en cada gesto que hacemos desde que nos levantamos.
Muchas personas andan por este camino…
Y además tenemos la suerte de que este camino, siendo difícil y complejo, a veces, ya está muy transitado. Somos muchas las personas que cada día buscamos, peleamos incluso, una realidad mejor.
En la red fluyen miles de ideas de personas que en cualquier rincón del mundo lo están intentado y (quizás) consiguiendo. En nuestra ciudad, en nuestro pueblo, hay personas que se están organizando y haciendo propuestas creativas e ilusionantes, que están esperando que nos sumemos.
Dice el conocido proverbio chino: “Si caminas solo, llegarás más rápido; Si caminas acompañado, llegarás más lejos” Y de eso se trata, de caminar acompañado para llegar más en lejos en el cuidado de ésta, nuestra casa común.

Y queremos terminar esta pequeña reflexión con un poema de Pedro Casaldáliga. Es un poco tarde, quizás, en esto de la ecología, pero es todo el tiempo que tenemos para seguir trabajando por una realidad mejor para todas las personas…
NUESTRA HORA
Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.
José Luis Graus

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