Amiga: voy a acompañar, si quieres, tus lamentos con mi voz, voy a estar a tu lado.
Voy a abrazarte no para consolarte, sino para llorar contigo.
Voy a agarrar tu miedo y ponérmelo en el pecho para comprenderte más, y voy a maldecir la muerte con tu rabia porque también es la mía, amiga.
No busquemos razones.
Vamos a sufrir el dolor, y la ausencia, y el recuerdo. No podemos evitar que tiemble la tierra, que se nos derrumbe la casa, que la tormenta se pose sobre nosotros….
… Pero vamos a sobrevivir.
Y entre los escombros buscaremos a los amigos, sabremos que están ahí,
que tiran de nosotros desde las entrañas del dolor y nos calman la sed y el llanto.
Y después de la catástrofe, amiga, vamos a descubrir que sigue amaneciendo, y el cielo nos va a aliviar los ojos con su tinte rojizo de sangre, de vida.
Y porque todo sigue, amiga, vamos a aprender a cantar de nuevo, vamos a reír de nuevo, vamos a amar de nuevo.
Y el dolor sordo que hoy nos llena se irá haciendo pequeño, y se transformará en un recuerdo primero triste, luego sereno, luego profundo.
Porque todo sigue, amiga, y porque el amor que tuvimos
a quienes hoy nos faltan no se lo lleva la muerte.