Un verano de contrastes en una localidad de la Costa Brava:
- Vemos por la tarde y noche pasear por las calles a muchos grupos de jóvenes ingleses en búsqueda de bares, alcohol, discotecas… A la mañana siguiente los vemos tomando el sol en la playa para conseguir un cutis «moreno».
- Muchos otros jóvenes «morenos», también por la tarde-noche se ven circular por las aceras con carritos de supermercados, rastreando el escaso hierro y latón que se puedan encontrar en el fondo de los contenedores de desechos, donde meterán su cabeza, brazos y manos.
No podemos sopesar el éxito turístico sólo por el dinero de caja que hayan podido conseguir los centros comerciales, hay que tener también en cuenta el amplio y estimulante programa cultural que se ha ofrecido, con tanta riqueza paisajística, histórica, literaria, musical, folclórica…
Es necesario ahora, entre otras iniciativas, elaborar un censo de estos jóvenes «morenos», no para esconderlos, sino para incorporarlos a los servicios comunitarios o comerciales de la ciudad, evitando que se den estos contrastes tan aterradores.
Martin Luther King sabiamente nos advirtió: «O vivimos todos juntos como hermanos, o acabaremos todos juntos como idiotas». Si esperamos a compartir cuando hayamos cubierto todas nuestras necesidades, nunca compartiremos nada, porque la técnica del capitalismo que impera es la de aumentar las necesidades a medida que se vayan satisfaciendo.
Mn.Vicenç Fiol llevó voluntariamente una vida muy austera y comprometida. En su testamento espiritual se expresó así: «Nací pobre, he vivido pobre; moriré pobre y estoy muy contento. La pobreza me ha hecho fuerte y me ha enriquecido».
EL TURISMO EN EL INFIERNO
Un hombre muy bueno se murió y, como era de esperar, se fue al cielo. Cuando llevaba más de mil años disfrutando de la eternidad, un día se cansó y dijo a Dios:
– Quisiera que me permitieras conocer el infierno por una noche, para saber qué me perdí.
– Si es tu voluntad, sea. –le dijo Dios.
Aquella noche bajó al infierno por unas escaleras de mármol de Carrara. Vio por doquier luces de neón dando paso a una especie de Edén surcado por ríos de whisky y por las chicas más hermosas del universo. Pasó la mejor noche de su vida y regresó de madrugada al cielo.
Superada la resaca, manifestó a Dios su deseo de mudarse definitivamente al infierno. Dios nuevamente aceptó.
Bajó las mismas escaleras y se abrió nuevamente la puerta, pero esta vez cayó en una pila gigantesca de azufre hirviente. Se hundió en ella mientras el Diablo le pinchaba con su tridente. Pero con esfuerzo logró colgarse del borde. Sacó la cabeza y vio al Diablo sentado en su trono y le dijo:
–Diablo, ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso…
-Sí, pero una cosa es el turismo y otra la inmigración. –respondió el Diablo