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TODO TIENE UN LUGAR
Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa
Nueva entrega de esta pequeña escuela introductoria al camino hacia la interioridad.
Hemos hablado de la motivación y del ritmo. El nuevo tip que os ofrecemos en esta ocasión trata sobre el lugar.
Muchas veces nos preguntamos si podemos orar cuando vamos de camino a la facultad, al trabajo, cuando estamos sentados en un parque o en la cola de cualquier supermercado. La respuesta es obvia, sí. Podemos orar en todo tiempo y lugar, pero, por lo general, encontrar un tiempo (ritmo) y lugar concretos nos ayudan a centrarnos y nos facilitan la entrada al interior.
Un ejemplo muy sencillo. Cuando queremos compartir con alguien una vivencia íntima, personal, buscamos un lugar que facilite ese encuentro: una cafetería tranquila con una mesa en un rincón discreto, un paseo a la orilla del mar, en casa… no solemos hacer esas «confesiones» a grito pelado en una discoteca o en medio del jaleo de una calle céntrica.
El lugar es importante, sobre todo cuando comenzamos este camino de oración. Mantener un espacio lo más fijo posible «educa» nuestra predisposición para crearnos una actitud de silencio, de escucha y de receptividad. Somos animales de costumbres, nuestra mente identifica los espacios con las vivencias. Seguro que cuando pasas por algún sitio en el que viviste una historia (agradable o no) tu cuerpo y tu mente reaccionan en función de ese recuerdo. Lo mismo sucede con tu, vamos a llamarlo así, lugar de oración. Si has conseguido mantener un horario fijo y un espacio fijo para tus cinco minutos de silencio diarios, todo tú responderá a esa situación con una mayor predisposición. Identificas esa hora y ese lugar con una vivencia calmada, abierta a la trascendencia, dispuesta a la hondura.
Hay lugares que facilitan ese encuentro: naturaleza, un rincón en tu casa, una iglesia…
La naturaleza es el templo de Dios por excelencia porque es su palabra que nos cuenta el transcurrir de la vida. En medio de la Creación podemos experimentar el misterio de lo que nace, se desarrolla y muere, la grandiosidad y lo minúsculo de la existencia.
Las iglesias, con su silencio y la presencia eucarística, son espacios de comunión con otras personas creyentes aun cuando la iglesia esté vacía en ese momento. En ese espacio recogido, muchos corazones habrán vertido todo su dolor y toda su alegría.
Ojalá pudieras reservar un rincón de tu casa o de tu habitación para preparar un minúsculo oratorio. Puedes decorarlo con una vela, un pequeño icono o imagen, una frase que sea significativa para ti, la Biblia… Claro, no siempre se puede hacer eso, ¿verdad?, a veces la casa es pequeña, o la habitación es compartida, o el ambiente familiar no favorece una cosa así. ¿Puedes tener tu «oratorio portátil» metido en un cajón y sacarlo y colocarlo sobre la mesa de tu habitación en algún momento del día? ¿Sí? Pues ya tienes tu rincón preparado.
Entrar en el camino de la interioridad no es difícil, si acaso, lo hemos hecho difícil. Si resumimos los tres tips de los que hemos hablado hasta ahora (motivación, ritmo y lugar) podemos darnos cuenta de que difícil no es, en todo caso puede ser que necesitemos un pequeño esfuerzo, algo de tesón, pero difícil, ¡no, por Dios!
Si realmente estás dispuesto/a a introducirte en el camino de la oración, irás solventando todos esos obstáculos porque en ti las ganas, la sed, serán mucho más acuciantes que las molestias o las dificultades que puedas encontrar.
Etty Hillesum, de quien ya hablamos en el número anterior, nos cuenta en su diario que ella aprendió a rezar «arrodillada sobre una áspera alfombra de coco en un baño desordenado». Ese era el único espacio en el que encontraba un poco de intimidad, y no dudó en aprovecharlo para mirar hacia dentro.
Del Diario de Etty Hillesum
26 de agosto de 1941
Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma
Dios está en todas partes, lo sabemos con la mente, pero hemos de hacer descender esa afirmación al espacio de las entrañas.
Decía Madeleine Delbrêl: «si Dios está en todas partes, ¿cómo es posible que yo esté siempre en otro sitio?».
El problema no es el lugar, el problema es la consciencia, por eso, ayúdate de lo que te ayuda, esfuérzate por educar tus sentidos para que estén despiertos a la vida interior. Cuando hayas adquirido práctica, entonces tu propia experiencia de Dios hará que lo encuentres en cualquier espacio y lugar porque tu mirada estará acostumbrada a verlo en todo. Entonces brotará en ti el agradecimiento, que es la cumbre de la vida espiritual.
Del Diario de Etty Hillesum
9 de julio de 1942
Un día pesado, muy pesado de asumir… Estamos en presencia de un «destino colectivo», y debemos aprender a asumirlo, desembarazándonos de todas nuestras puerilidades personales. Quien intente salvarse debe saber que si él no va en el tren, meterán a otro en su lugar. ¿Qué más da que sea yo, o ese o aquel? Nuestra suerte se ha convertido en un destino colectivo, y es preciso saberlo. ¡Un día pesado de vivir! Pero yo me encuentro siempre conmigo misma en la oración —y orar, podré hacerlo siempre, incluso en el espacio más estrecho—. Lo que yo puedo cargar de este destino colectivo, lo cargo cada vez más sólidamente sobre mi espalda como un equipaje atado a mí con fuertes nudos, y me habitúo a él, y lo llevo conmigo por las calles.
Recursos
Una charla TED (https://www.youtube.com/watch?v=UtBsl3j0YRQ)
Unos textos de Madeleine Delbrêl (https://www.youtube.com/watch?v=z0Q5Q3fm8A8)