Rostros y manos. Esas son las dos imágenes que me sugería mi mujer para comenzar este artículo y dar pistas de cómo «tocar» a Jesús en las redes. Y es que si algo parece imposible en el entorno digital es ver y acariciar, ¿o no?
El entorno digital es muy diferente al entorno físico. Todos tenemos claro que los sentidos nos permiten relacionarnos con el entorno. El tacto, el gusto, el olfato, la vista y el oído nos ponen en contacto con lo que se mueve a nuestro alrededor. Jesús fue un evangelizador de los sentidos y su vida está llena de caricias, de comidas, de miradas, de escucha y de un perfume que comenzó en Belén con la mirra y que terminó, la mañana de Resurrección, con los óleos que llevaban las mujeres al sepulcro. La pregunta es cómo vivir todo esto en nuestras redes.
Hay aspectos que las redes dificultan sobremanera. El medio usado condiciona mucho. Y no podemos pretender vivir lo mismo. Es más, sería una imprudencia y una negligencia por nuestra parte, suponer que lo digital y lo físico son, sencillamente, intercambiables sin más. No es verdad. Pero detrás de cada sentido hay una disposición, una actitud, que puede ayudarnos en un entorno que, a primera vista, parece ser mucho más tecnológico que humano.
Detrás de cada perfil de Instagram, de cada cuenta de Twitter, de cada número de Whatsapp, de cada canal de Youtube, hay personas. Y donde está todo hombre y mujer hay una oportunidad para encontrarse con el Maestro. Esta es la clave principal: hacer vida las palabras de Jesús y su afirmación de que donde haya dos o más reunidos en su nombre, ahí está él.
- La mirada de Jesús la encontramos en tantos perfiles que saben mirar el mundo con alegría y optimismo. Perfiles que transmiten esperanza y que comparten la vida pequeña, diaria, con serena satisfacción pese a las dificultades. Mirada de Jesús que ofrecemos cuando sabemos mirar más allá de las apariencias y cuando, lejos de filtros y postureo, descubrimos a la persona que anhela ser feliz en cada perfil, en cada mensaje, en cada imagen.
- Nos encontramos con la escucha de Jesús en tantos perfiles que contienen la irrefrenable tentación de hacer ruido y, simplemente, opinan sobre todo y hablan sobre todo, pero sin escuchar a nadie. Hay personas que ayudan a la reflexión, que valoran la palabra de otro, que capturan los sueños y también las emociones y sentimientos de cada instante.
- El tacto se traslada a lo digital, a la caricia, una caricia en forma de mensaje, de palabra amable, de agradecimiento por el contacto, por el comentario, por el like, por el debate, por la aportación. Una caricia que incluye un lenguaje que se aleja de la mala educación, del señalamiento, del insulto…
- El olfato de Jesús lo dejamos cada día. ¿Olemos a Jesús o a qué olemos? ¿Olemos a persona, a prójimo, a oveja? ¿Olemos a arrogancia, a mentira, a imagen sin más, a dolor contenido, a rabia? ¿Qué rastro deja nuestra aportación? ¿Qué perciben los demás de nosotros?
- Y el gusto es romper barreras y sentarnos a la mesa juntos. Es poner los medios para encontrarse físicamente, para conocerse, para quedar alrededor de una mesa y descubrirse y destaparse más y mejor.
Son muchos los que son rostro y manos de Jesús también en internet. A veces no nos damos ni cuenta, pero es así. Tocamos su fragilidad, su humanidad, su inseguridad, la delicadeza de sus vidas, gracias a lo que están dispuestos a compartir.
¿Y tú qué? ¿Te animas? Un abrazo fraterno.
Descarga aquí el artículo en PDF RPJ nº 537-junio-2019 – Tocar a Jesús en las redes – Santi Casanova
Te interesará también…
Newsletter
últimos artículos
JESÚS Y LA ESPERANZA ECOLÓGICA – Pedro José Gómez Serrano
JESÚS Y LA ESPERANZA ECOLÓGICA Descarga aquí el artículo en PDFJESÚS Y LA ESPERANZA ECOLÓGICA pjgomezs@ccee.ucm.es Sería anacrónico pensar que Jesús tenía una conciencia ecológica como la que puede existir en estos momentos en nuestra sociedad y no tiene sentido hacer...
SOLILOQUIO DE MARÍA – Fernando Negro
Fernando Negro Miro hacia atrás y me siento parte agradecida del misterio de la acción de Dios en mi vida. Lo entiendo todo y a la vez no entiendo nada. Lo entiendo todo porque he sido capaz de guardar dentro de mí el misterio de un Dios que se me hizo el encontradizo...