
Adrián Pisabarro García
@adriantxupisi
Jerusalema es una canción escrita en venda, idioma hablado en Sudáfrica. Su letra habla de Jerusalén como la ciudad celestial en la que estar en comunión con Dios. Con la llegada de la pandemia, se hizo popular en los hospitales de todo el mundo, donde los sanitarios la bailaban para mostrar que había esperanzas de vencer a la COVID-19. También hemos visto cómo religiosas y religiosos se han unido a este challenge de grabar y publicar TikToks, vídeos que a tantos jóvenes han impactado, mostrando así el asombro por ver que el clero no es tan diferente a nosotros.
Algo más que un impacto
Las redes sociales son un arma de doble filo: por un lado, nos pueden perjudicar, y por otro, generan gran impacto en las personas. Las redes nos proporcionan algo más: relaciones sociales, tener un espacio virtual, afrontar desafíos nuevos, oportunidades de expandir un mensaje, e incluso son una forma nueva de poder comunicarnos, como bien todo el mundo conocemos.
Mensaje católico en la era digital
Muchas veces, pensamos en maneras de transmitir un nuevo mensaje, pero no es exactamente así: el mensaje tiene que ser el mismo, que Jesús de Nazaret nos enseñó. En las redes sociales surge una nueva forma de transmitir el mensaje, adaptado e innovador; pero siempre fieles a las enseñanzas de la Iglesia, a la altura de los jóvenes.
¿Qué necesita este mensaje?
3 palabras clave: necesitamos comunicar testimonio, para crear encuentro, mediante la belleza de Jesucristo.
¿Cómo nos aproximamos?
Es complicado hablar de Dios hoy en día en redes, pero para los cristianos la evangelización nunca ha sido fácil o sencilla.
- Humildad. No podemos ir con el vaso lleno y creer que el vaso de la otra persona está vacío. Hay que ser humildes: yo te acepto porque tú eres mucho.
- Dejarse afectar por el otro. A las personas les «tocan el corazón» los testimonios. Es nuestra forma de decir que somos limitadas y no somos Dios, sino personas como otra cualquiera.
- Ayudar a ver lo bueno y lo bello. Encuentra algo en común entre las personas a las que vas a evangelizar y tu propio parecer. Cada uno comparte experiencias o profundidades, para buscar en medio de todo aquello que nos hace feliz y que probablemente en ese camino de felicidad estaréis juntos.
- Abrirse a otras personas. Preparar antes la tierra para que sea fértil y después poder sembrar, poder poner la semilla.
- La conversión depende de Dios. La fe es un don que cada uno recibe en un momento determinado de su vida, y no depende de nosotros.
Conclusión
Transmitamos nuestro amor, alegría, vocación y humildad a nuestras hermanas y hermanos. Que nos conozcan, porque siempre hay algo en común entre las personas que evangelizan y las que se dejan evangelizar. Busca ese puente, ya sea mediante TikToks, blogs, vídeos, Instagram, Twitter o quedando a tomar algo. Encontrémonos.
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