A continuación, comparto varios testimonios de jóvenes que participaron en la JMJ Panamá 2019, y lo que les dejó su experiencia.
Juan Esteban Cajamarca Vargas – Colegio Calasanz Bogotá.
Cuando me dijeron que había sido escogido para venir a la JMJ no sabía qué hacer, pues estaba seguro de que esto me cambiaría la vida; pero al nivel en que lo hizo, no llegue a pensarlo. Esto se ha convertido en enseñanzas y crecimiento personal día tras día, en cada pequeño o gran acto. Esto te motiva a vivir tu fe como nadie más puede hacerlo porque muchas veces en nuestro diario vivir no lo hacemos por miedo al qué dirán o qué pensarán de mí, pero ver tantas personas con tantas culturas, lenguas, países diferentes vibrando con el mismo espíritu y fervor, independiente de sus naciones, esto te inspira a vivirlo de la mejor manera en honor a los miles y miles de creyentes en Él.
Esta JMJ me enseñó a vivir realmente mi fe sin miedo, ese es el llamado que siento que me hizo Dios en estos días y a motivar a los demás jóvenes a hacer lo mismo.
Juan Ángel Ruíz – San José de Calasanz Bogotá.
En general, la experiencia de participación en una JMJ es muy bonita, además de extensa. En pocas palabras la JMJ se podría definir como encuentro; encuentro con culturas, encuentro con el mundo, encuentro con nuevas personas, encuentro conmigo y encuentro con Dios. Eso es lo que más queda impregnado en el corazón: estar unidos a pesar de tantas diferencias, tantos problemas y tantas realidades, en un mismo propósito, con un mismo espíritu y una misma juventud.
Además, el espíritu o sensación de gozo y alegría de todos los jóvenes, no jóvenes, acompañantes, anfitriones, voluntarios y religiosos, que se siente en cualquier lugar en que se encuentran peregrinos, y aunque los esfuerzos sean grandes y duros antes y durante la JMJ, podría decir y asegurar que vale la pena mucho. Esta es una experiencia única y espectacular y, además de conocer, “turistear” y compartir cultura, también es una oportunidad muy grande de abrirte a Dios en corazón y alma, conocerte, reflexionar y cambiar, crecer y poder compartir todo lo aprendido con los demás cuando acabe todo y regresemos.
Para terminar, algo que también es muy importante y fue muy especial, fue la acogida de las familias, su entrega total de amor y sus puertas abiertas y corazón abierto hacia nosotros que nos hicieron sentir parte real de sus familias.
Johan Espitia – Institución Educativa Buenavista Calasanz – Bogotá.
La JMJ es una experiencia que no solo consiste en viajar a Panamá y decir que se ha visto al Papa, sino que, a la vez, debes buscar la esencia de la totalidad de los momentos que has estado viviendo en la Jornada, desde que hiciste contacto con otro peregrino debes saborear los momentos porque, al hablar con él, puede que halles muchos aportes que comienzan a llenarte por dentro, a completar lo que eres, logras encontrar en ellos lo que, en ocasiones, habías estado buscando, pero por algún motivo no lo encontraste.
Claro que el compartir la vida con otros no es lo único que te encuentras. En estas instancias te logras encontrar con el Papa, no siendo solo una figura religiosa, él es una figura que nos da fe, esperanza y una gran claridad que los jóvenes necesitan para construir un futuro mejor, caminando de la mano de los demás y de Cristo, simplemente, es muy bonito saber que hoy estamos tantos jóvenes reunidos esperando una voz de aliento y un impulso para comenzar el cambio.
Catalina Gómez Gómez – Colegio Calasanz Pereira.
En esta JMJ he crecido como persona, ya que me ha enseñado el valor de la unión tanto familiar, como la unión entre nuestros semejantes.
Lo mejor de esta Jornada ha sido que he aprendido que con tan solo una persona que sueñe, tenga fe y esperanza, cualquier cosa puede pasar, y estos sentimientos se pueden compartir a las demás personas.
Aprendimos el valor de la unión, ya que pudimos experimentar con familias que nos compartieron todo lo que tenían para que nuestra estadía fuera la mejor.
Nos dimos cuenta que somos muy valientes por el solo hecho de pensar que íbamos a estar en otro país, con otras personas que no conocíamos. Nos dimos cuenta que no estamos solos peleando por un mundo que mucho piensan que ya está sin esperanza alguna.
Juan Diego Botero – Colegio Calasanz Pereira.
La JMJ es una experiencia que mueve corazones desde el momento en que se decide ir, porque es una decisión, algo que describe lo que es el amor.
Es una experiencia que nos recuerda lo que es ser jóvenes y lo que es vivir la juventud desde Cristo, como ser alegre desde Cristo, sano y, a veces, algo loco; a hacer comunidad con nuestros compañeros y con la Iglesia. En medio de las anécdotas nos unimos y no damos cuenta que no estamos solos para cambiar el mundo, que ese sueño que parece imposible desde nuestras ciudades, lo vemos desde otra perspectiva, de que no perdamos ese sueño.
Con todo esto continuamos el caminar. El peregrinar nos enseña que para hacer este sueño realidad, hay que movernos, hay que hacer cambios, al ver que tantos hacen esto ya.
No hay que olvidar en esta experiencia a Calasanz, que nos damos cuenta que somos hermanos y nos une este Carisma, que somos una familia pese a no habernos visto nunca.
También es un momento para hacer silencio, escuchar y reflexionar con palabras del Papa, e incluso, del Padre General de los Escolapios, palabras que nos tocan y nos llevan a ver cómo las aplicamos a nuestra vida, incluso el lema de esta Jornada “He aquí la Sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra”, nos ayuda a ver como Dios nos pide algo, a decirle sí y verdad en cada cosa, una ocasión para ver qué es lo que nos pide.
Y, por todo esto, la Jornada no es el encuentro de cualquier juventud, es el de la juventud de Cristo, o para empezar a ser parte de esta.
Nicolás García Valencia – Colegio Calasanz Pereira.
Ha sido una maravillosa experiencia el poder compartir con personas de tantos lugares del mundo; ha sido maravillosos el convivir con gente que no le tiene ni vergüenza, ni temor a la alabanza.
Es grato ver los cambios que un peregrino toma en una JMJ, pues es como llegar con el pensamiento juvenil, “estoy de vacaciones”, y con unos cuantos días viviendo con más peregrinos, es posible encontrar que la participación y la buena utilización del tiempo, e permiten encontrarte con Dios.
Y se puede observar en lugares como éste, que Dios está presente en todos lados.
Alejandra Toro – Almatá Medellín.
Mi vida es un antes y después de la JMJ Panamá 2019.
Ha sido un viaje lleno de todo tipo de emociones, aprendizajes y experiencias.
Desde el inicio de la JMJ, con la pre-jornada, fui ´comprendiendo el valor de la familia y la unidad en comunidad. Llegar a familias tan acogedoras con los peregrinos es muestra del inmenso amor de Dios que se expresa en las familias panameñas.
Las palabras del Papa Francisco siguen resonando en mi corazón, y su invitación a ser constructores de puentes u no de muros, me llama a dar testimonio del amor de Cristo en la cotidianidad, en el servicio a otros, en el amor incondicional al otro y, sobre todo, a ser alegre y valiente.
Ha sido una experiencia que me ha transformado y que ha ayudado a que mi proceso de fe se fortalezca, al encontrar a Dios en la comunidad y en la juventud que se congrega bajo el mismo centro: Jesús y María.
Esta JMJ me invita a estar atenta al llamado del Padre, a decirle sí a su voluntad, así en principio me cueste entender lo que quiere de mí, a decirle como María: “he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra”.
Laura Martínez – Calasanz y Almatá Medellín.
Creo que llegue a la JMJ llena de dudas, de miedos, de angustias y mucha emoción, llegué con el corazón abierto a lo que sea que pudiera pasar.
Primero, llegamos a Colón, una ciudad hermosa llena de bonitas personas, con el corazón gigante. Pude vivir experiencias hermosas, aprender cosas que de seguro nunca en la vida voy a olvidar, aprendía a mar sin medida, sin importar raza, cultura, país o forma de ser.
Luego, pasamos a ciudad de Panamá, exactamente a los Andes, hasta ahora ha sido una experiencia muy difícil y, a la vez, muy bonita. Hemos caminado como nunca, conocido personas geniales, hecho amigos de todas partes, conocido nuevos idiomas y culturas, he reído y también he sido muy feliz.
En el día calasancio pude sentir a Calasanz ahí, cerca de mí, abrazándome, acompañándome y acompañando a los demás. Ahora siento que no estoy sola, que no soy solo yo o mi comunidad quienes queremos transformar mientras anunciamos la Palabra de Dios.
Jhuliana Blandón – Almatá Medellín.
Me quedo con el amor cálido de los panameños, que con esmero prepararon esta JMJ. Agradezco por las familias de acogida, por los animadores de las actividades. Me conmovió el gesto del musulmán que nos entregó botellas de agua, me quedo con la canción de Martha y Lázaro invitando a la resurrección. Me quedo con las amistades de los salvadoreños, chilenos, panameños, polacos. Con el servicio comunitario del Padre Juan.
Me quedo con el testimonio del Obispo Polaco “David” cuyo trabajo misionero en Nicaragua fue de gran ejemplo para mí.
Me quedo con las palabras de Monseñor Ulloa: “Sólo dejamos de ser jóvenes cuando dejamos de soñar” y “es posible ser santo y ser feliz con poco”.
Me quedo con el perdón después de pasar por el Parque del perdón en renuévame. Del Papa Francisco me quedo con “no tengan miedo de amar” y la invitación a construir puentes: “Señor, enséñanos a amar como tú nos has amado”.
Me quedo con el Sí de María, entendí que es una respuesta de dejar a Dios hacer su voluntad sea cual sea la vocación de la persona es hágase en mí.
Me quedo con la invitación a visibilizar a los pequeños y humildes de nuestros países, con el custodiar las raíces y hospedar el Reino de Dios en mi corazón.
Miguel Ángel Guzmán – Calasanz y Almatá Medellín.
A esta jornada llegue sin expectativas, me emocionaba la idea de estar con la gente de todo el mundo y hasta ahí. Me encontré con un lugar hermoso, un lugar donde pude acceder con facilidad a los mejor de mí y vivirme intensamente, un lugar donde pude conectar con muchas sonrisas y, a través de tantos ojos ver tanta belleza.
Un lugar donde, cansado o enérgico, triste o alegre, solo o en comunidad, resonaba con todo a mi alrededor, y no importase el idioma, no importase la cultura, no importase nada, estábamos todos unidos, en armonía, con los puentes más fuertes posibles, hechos de amor, ese amor que Jesús tanto se empeñó en entendiéramos, ese amor con el que Calasanz me educó y, que hoy, siento que lo comprendo y, que desde lo que soy, estoy listo para entregarlo, a todo el mundo.
Y sí, Panamá fue un excelente anfitrión con sus bailes y su calor, más el lugar del que hablo no es este, sino de ese pedazo de Edén que todos, en nombre del amor, pudimos crear, pusimos sentir, pudimos ser.
Julián David Bustamante – Almatá Medellín.
Innegable la característica más relevante de esta actividad: es la invitación a vivir en la NO comodidad; es así como se envía a todos los jóvenes a moverse, desacomodarse, seguir, no conformarse y, con base en ello, generar el movimiento desde lo personal a lo comunitario, que requiere la renovación de la Iglesia.
No podría mirarse esta JMJ como un suceso aislado del Sínodo de los jóvenes, ya que las implicaciones que salgan serán directamente tomadas para su estudio y para impulsarse en todo lugar, con la esperanza de que es un camino comunitario, de Iglesia, de trabajo común.
Siento una invitación muy fuerte para buscar más profundidad en mi vida y encontrar mi forma de ser puente y de ayudar a todos desde el sentido calasancio; y consagrar mi ser, mi servicio en mi familia y mis alrededores.
Deisy Johana Suárez – Almatá Medellín.
De la JMJ Panamá 2019, me impactó las palabras del Padre General de los Escolapios, Pedro Aguado SchP, en el encuentro calasancio: “no tener miedo a seguir la voz del corazón”; en esta etapa de mi vida me estoy enfrentando a diferentes caminos: el acompañamiento pastoral a los jóvenes, el crecimiento laboral en mi profesión – vocación de trabajadora social, la oportunidad de continuar la formación profesional y siento en mi corazón que Dios me llama al amor y la misericordia, al mirar con misericordia la realidad de mi familia, a ir contracorriente. Sembrar perdón y acogida en lugar de violencia y resentimiento en mi hogar.
Dios reafirma en mí el llamado a la Pastoral Juvenil, a vivir mi don de acogida y acompañamiento, a servirle y seguirle con todo lo que ello implica: “la vida” y todo lo que soy; a construir un noviazgo y la proyección de un lugar desde su amor.
El amor, la misericordia, la entrega y el servicio son el llamado de esta Jornada, armando lío.
“Seguir a Cristo es una gracia, pero también un riego”. Papa Francisco.
Madre Ángela Fresneda Rodríguez SchP – Calasanz Femenino Medellín.
Me admira tanto joven congregado, esperando el mensaje del Papa para poder reflexionarlo y confrontarlo con su vida, poder llevar un mensaje al país de origen después de tanto esfuerzo para asistir, con ayuda de sus familias.
También el poder compartir estas experiencias con sus amigos y familias que los esperan; no ha importado el cansancio, las aglomeraciones, siempre alegres y dispuestos a escuchar.
Sebastián Valero – Institución Educativa Buenavista Calasanz – Bogotá.
La Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad para encontrarse cara a cara con Jesús, el cual se manifiesta en cada momento y experiencia vivida, desde la oración como medio para hablar con Dios, hasta encontrarse con un peregrino de cualquier lugar del mundo y sentirlo como un hermano, unidos por el mismo amor, el amor de Dios.
Por otro lado, esta experiencia me permitió un encuentro propio y con Jesús, adquirido por medio de la oración, la contemplación y la reflexión.
A partir de la JMJ pude conocer diferentes realidades de jóvenes de todo el mundo que, a pesar de sus circunstancias, siempre tienen el corazón abierto a todos los peregrinos y que están dispuestos a ofrecer su vida a Dios, sin importar eso a dónde los lleve.
Este encuentro es una maravillosa oportunidad para estar atento a las realidades y aprender a sentir a Jesús en estas.
Uno de los momentos más significativos para mí en la Jornada fue el encuentro calasancio, pues desde el primer momento en el que nos relacionamos con los jóvenes calasancios de diferentes países, me sentí unido a ellos por el más puro y hermoso de los amores, el amor a Calasanz, quien nos enseña a educarnos en Piedad y Letras.
La JMJ es una experiencia inolvidable que permitió vivir a Cristo en todo su esplendor y transmitirlo a los peregrinos del mundo y, próximamente, a mi familia.
Ana María Hurtado – Calasanz Femenino Medellín.
Una de las experiencias más lindas en la JMJ fue el choque cultural, el compartir con jóvenes de todo el mundo te llena de felicidad, pero, sobre todo, de ese conocer y apropiarse de la realidad del otro, el ponerte a conversar con una persona de otro país que habla otro idioma. Te da a entender que todos estamos aquí por una razón y decirle a Jesús “Hágase en mí según tu Palabra”.
Sara Sierra – Calasanz Femenino Medellín.
La JMJ ha sido un espacio para reflexionar y reconciliarme con Dios, ya que aprendí que todo pasa por algo, también aprender a valorar lo que tengo y el sacrificio que hacen mis padres para otorgármelo. También aprendí a dar las cosas con amor y sin esperar nada a cambio.
Me encantaron los momentos en compartí con personas de otros países y culturas y darme cuenta que nos une una sola fe.