¿TE HACES UN TINDER? – Pilar Yuste Cabello Víctor Rivas Fernández

Etiquetas:

¿TE HACES UN TINDER?Descarga aquí el artículo en PDF

Pilar Yuste Cabello

Víctor Rivas Fernández

pilaryuste@gmail.com

vrivasfdez@protonmail.com

De los más de cuatro millones de españoles que buscan pareja o relaciones en webs o apps, hay un millón y medio mensual que utilizan Tinder. Es la que más utiliza la gente joven. Profesores y familias necesitamos un traductor: Match, rewind. Incluso ha pasado a ser un concepto en sí mismo: ¿Te haces un tinder

Tenemos dos posturas diferentes y complementarias. Comienza el debate.

La experiencia de partida

Víctor: Aún recuerdo la expresión de Carlos al contarme que había mantenido una relación sexual a través de Tinder. Había contactado y quedado con una joven dos años mayor que él para tener sexo exclusivamente. Estaba impactado, confuso y con la sensación de que había sido un sueño. Con el tiempo, procesando la vivencia, me comentaba que no tenía nada que ver con las relaciones sexuales que había mantenido movido por el amor. 

Sin ánimo de denostar el sexo, cuando este se practica de forma instrumental con otra persona por la mera búsqueda de placer inmediato creo que induce a un vacío interior: Las personas no se plenifican a través de esa relación sexual. Siempre queda la sospecha. ¿Me quiere la otra persona? ¿Por qué? ¿Cuándo me volverá a llamar? ¿Hasta cuándo me querrá? ¿Se cansará de mí? ¿Elegirá a otra persona-producto de la lista? ¿Me descartará? La sensación de ser un producto que otra persona elige para consumir genera una mezcla de ansiedad, angustia, miedo y tristeza.

Pilar: Hace casi cuarenta años en la facultad de Psicología muchos comentaban entre la sorpresa y el escándalo que un reconocido profesor se había casado con una señora a la que conoció a través de una agencia matrimonial, toda una «modernez» en aquel tiempo. Tenían una gran sintonía y habían formado una familia ejemplar. Años después, viendo cómo ligaban estudiantes y adultos en aquella pequeña ciudad, acabé pensando que ese método era infinitamente mejor que relacionarse con la exigua cantidad de gente con la que coincidieras estudiando o realizando otra actividad, o tener relaciones de cualquier tipo ayudados por un elevado nivel de alcohol en sangre con algún otro resistente del local en el que acabaras la noche.

Sin duda, el contexto de encuentro con la pareja puede influir en el éxito de la relación (por ejemplo, la afinidad cultural será un elemento determinante), pero eso lo puede aportar un filtro de las muchas aplicaciones que hay para ello.

La herramienta

Víctor: Tinder me parece una herramienta hija de la cultura ultraconsumista e individualista. No es mi intención demonizarla, simplemente quiero analizar y mostrar las características de esta app que me llevan a alzar tal hipótesis:

¿Cómo se presentan las personas en la app? En Tinder, la presentación de las personas se basa principalmente en imágenes y breves descripciones. Los usuarios eligen cuidadosamente las fotografías que mejor los representen, a menudo mostrando sus mejores aspectos físicos, sus intereses o su estilo de vida. Esta presentación tiende a enfatizar la imagen sobre la personalidad o las cualidades más profundas de una persona.

Pilar: En muchas culturas ha habido/hay casamenteras más o menos profesionales; personas conocedoras de posibles candidatos y sus características e intereses. Luego fueron las agencias matrimoniales y, en este momento de aldea global, las redes sociales ofrecen instrumentos que, obviamente cargados del componente ideológico que sustenta nuestro sistema, son utilizados desde donde nosotros nos ubiquemos. El instrumento genera mensaje, pero es quien lo usa, cómo y para qué lo usa lo que determina el sentido moral del acto. Hay quien utiliza esas aplicaciones para tener relaciones sexuales anónimas, mecánicas, y ni puedo decir casi animales porque hay animales más respetuosos y delicados ante la sexualidad que algunas personas (como también los puede haber tan cerca como en tu mismo puesto de trabajo). Pero también hay quien utiliza las redes para buscar una pareja estable entre un amplio abanico de personas que tu vida cotidiana no puede ofrecerte ni de lejos. Una amiga mía, por ejemplo, se casó cumplidos ya los cincuenta con un hombre que conoció en Tinder, ni tan siquiera Ourtime (específica para personas mayores de esa edad). Y tan felices.

¿Cómo se elige? 

Víctor: El proceso de elección en Tinder se basa en la rápida evaluación de perfiles mediante un sistema de deslizamiento. Los usuarios deslizan su dedo hacia la derecha si están interesados en alguien y hacia la izquierda si no lo están. Este método de elección es rápido, superficial y a menudo se basa en primeras impresiones visuales. Los perfiles que coinciden mutuamente pueden comenzar una conversación, pero la decisión inicial se toma principalmente en función de la atracción física y de otros factores superficiales, como la apariencia o el estatus social implícitos en las fotos y descripciones.

Pilar: Los mecanismos de atracción física, tanto afectiva como sexual, tienen habitualmente que ver con los cánones culturales, el género, las experiencias y expectativas personales y, desde luego, con las feromonas. Nuestros ojos, nuestro olfato y nuestra intuición —a veces pésima— actúan a modo de algoritmos en redes para despertar nuestro interés, deseo, pasión o incluso amor elevado, y llevarnos a establecer un vínculo. Es verdad que en el contacto físico la elección queda testada por el lenguaje corporal, que a su vez es más veraz que el verbal, e infinitamente más que la comunicación por redes que muchas veces falsea incluso los perfiles. Quizá por eso al encuentro cara a cara le llamamos «personal». Ahí es donde se valida lo que somos. 

Pero en la elección a través de esta u otra aplicación hay una verificación de perfiles y una enorme cantidad de sujetos a elegir entre los que tú pones el filtro de tu interés con el nivel de prioridad que decidas. Y creo que esto es positivo. En muchos casos tus hormonas se enamoran pasionalmente de personas que no tienen las características inicialmente soñadas (ideológicas, religiosas, de forma de ser), y pasado el tiempo del deseo sexual eso puede ser un lastre que no existe cuando es previamente cribado por un filtro de intereses y confluencias de una aplicación. Además, pasado ese filtro, si el contacto avanza, ahí es donde comienza el encuentro cara a cara, tal como haces con quien conoces por otra vía. En definitiva, añade posibilidades, elige en función de tus intereses, y te sitúa finalmente en el mismo lugar que otro modo de encuentro. Nadie te obliga a seguir relacionándote con la persona con la que has empezado tu ciber-contacto, ni a que el tipo de relación sea sexual o meramente romántica.  

Las redes nos abren a más posibilidades siempre que sigamos los criterios de seguridad. El riesgo siempre existe en todos los sentidos, incluso en encuentros directos con personas relativamente o incluso muy conocidas.

¿Para qué se elige? 

Víctor: Las motivaciones detrás de la elección de potenciales parejas en Tinder suelen estar relacionadas con la satisfacción personal y la gratificación instantánea. Muchos usuarios buscan conexiones casuales, aventuras de una noche o relaciones superficiales sin compromiso. Este enfoque en la gratificación instantánea y la búsqueda de experiencias efímeras refleja la mentalidad consumista, donde las relaciones se perciben a menudo como productos que pueden ser adquiridos y desechados según las preferencias individuales.

Pilar: Tienes razón. Pero lo mismo puede suceder con los contactos cara a cara. Por no hablar del cruising, el dogging, las saunas, o locales de todo tipo especialmente a partir de cierta hora. Empieza a ponerse de moda la orgía sexual con desconocidos como un paradigma de liberación sexual. Me parece terrible. Pero eso no tiene que ver con el metaverso, sino con la ética personal y, por supuesto, con un ideario colectivo e intereses políticos, económicos… Pan y circo. Siempre ha funcionado. Eso no nos hace felices, sino manipulables. Es otro modo de adicción.

Pero lo decisivo no es la aplicación sino quién, para qué y cómo se usa este o cualquier otro instrumento. 

Y también te doy la razón en que el instrumento en sí es decisivo. Aviso a cibernautas y habitantes de esta «aldea global» que no hayan leído a Mc Luhan: «El medio es el mensaje», «diseñamos herramientas, y estas nos diseñan a nosotros»… Estos conceptos, incluido el de «aldea global», y otros muchos, son suyos. El mejor analista de medios de comunicación, y eso que falleció en 1980. 

Sí. Tinder, Meetic, Bumble, Grindr… son todo menos inocentes cupidos.

Y si dejáramos fluir nuestro corazón y nuestro amor en el encuentro sencillo con alguien con quien confluyes, no harían falta ni el maquillaje, ni las aplicaciones, ni este debate. Vamos a facilitar ese amor sincero, que no solo es de pareja. El amor sin límites, el amor sincero del que hablaba, que es, Jesús.