¿Cómo formar jóvenes capaces de discernir? Esta pregunta ha entrado a formar parte del horizonte de la pastoral juvenil de la Iglesia y muy especialmente en los últimos años y en la preparación del próximo Sínodo. Para la espiritualidad ignaciana, el discernimiento es un elemento fundamental y, por este motivo, la Pastoral Juvenil Ignaciana intenta ofrecer oportunidades para el desarrollo de esta competencia espiritual en el proceso de maduración del joven. En estas líneas presentamos una propuesta pastoral concreta, denominada «Encuentro con San Ignacio en Loyola», ofrecida a los alumnos de 1º de Bachillerato que quieran participar, en la que se pueden reconocer varios elementos importantes a trabajar para desarrollar la capacidad de discernimiento.
Con más de 25 años de tradición, este Encuentro se desarrolla durante cinco días a finales de junio (al terminar el curso escolar). Dada la alta demanda, se organizan dos tandas consecutivas, en cada una de las cuales participan entre 80 y 100 jóvenes. El objetivo fundamental es ofrecer a los jóvenes participantes un encuentro personal con Jesucristo inspirándonos en el camino vital recorrido por san Ignacio. Por este motivo ayuda significativamente encontrarnos en Loyola (Azpeitia), no solo como lugar de nacimiento de Ignacio sino, sobre todo, como lugar de descubrimiento y de conversión. Allí fue donde, durante su convalecencia, Ignacio experimenta a Dios de un modo nuevo, como cercanía radical que le impulsa desde dentro, y de donde sale para vivir de una manera distinta, siguiendo a Jesús, pobre y servidor de todos.
Desde la presentación del primer día se invita a los participantes a «embarcarse» plenamente en una experiencia que les pueda, no solo sorprender, sino transformar. Desde el primer momento es preciso ponerse en búsqueda respondiendo a la ignaciana pregunta de «¿a dónde voy y a qué?». No venimos solo a pasar unos días de diversión, ni a conocer gente de otros sitios. Venimos buscando algo, buscando a Alguien. Se trata de una experiencia religiosa muy explícita y que quiere ayudarles a tener un mayor y mejor «conocimiento interno del Señor». Es una experiencia que cada uno ha de hacer personalmente, pero que, a diferencia de unos Ejercicios Espirituales, van a hacer en compañía de otros jóvenes de su edad y con la ayuda de los universitarios, profesores y jesuitas responsables de la actividad. Por eso también expresamos que deseamos ir buscando juntos.
El segundo día propone conectar la experiencia vital y religiosa de Ignacio de Loyola con la que cada uno trae y tiene en este momento de su vida. La charla inicial titulada «¿Quién es Ignacio de Loyola y quién soy yo?» lanza preguntas de fondo. La imagen del «cañonazo» recibido en Pamplona que impidió a Ignacio seguir la carrera militar y le obligó a replantearse su vida, da pie a preguntarnos por los acontecimientos, personas y circunstancias que nos afectan de fondo y de lleno, para ver cómo desde ellas Dios se hace presente en nuestra historia, ofreciéndonos una relación personal de seguimiento y servicio. Desde aquella situación de herida y ruptura vital en la que surgieron nuevos deseos, Ignacio se inició en el discernimiento: «Cogiendo por experiencia que de unos pensamientos quedaba triste y de otros alegre, y poco a poco viniendo a conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban…» (Autobiografía, nº 8). Durante el día, se invita a cada joven a que mire en su propia vida, y descubra cuáles son sus propios «cañonazos» y cuáles son sus «sueños» más auténticos. Desde cualquier situación vital de búsqueda, cualquiera de nosotros puede comenzar a discernir partiendo de sus deseos y limitaciones.
Cada uno de los siguientes tres días va profundizando en tres aspectos específicos de la espiritualidad ignaciana: la búsqueda de Dios (que pasa por la interioridad y la oración personal), el servicio a los demás (como modo de concretar en el día a día el amor incondicional), y el sentir en la Iglesia (como comunidad en la que cuidar, crecer y compartir la fe).
Este Encuentro articula los diversos elementos pastorales cuidando la «actualización» y la «personalización» como claves pastorales ignacianas: es decir, que la vida de Ignacio sea interpelación a sus propias vidas ahora, a la de cada uno: El tema del día se presenta en una charla por la mañana, y se trabaja a continuación a través de la oración personal, y de una serie de actividades muy diversas que buscan, todas ellas, ayudar a cada chico participante a recorrer él mismo su camino de fe y acercarle a Dios con la ayuda de las intuiciones ignacianas básicas.
Por un lado, ofrecemos momentos de oración personal y comunitaria. Junto al rato de 45 minutos de oración personal siguiendo las pautas propuestas en la charla, cada jornada acaba con un examen del día compartido en la capilla. Y cada día celebramos la Eucaristía en distintos lugares relacionados con la vida de san Ignacio: el caserío del Hermano Gárate, la ermita de Olatz o la capilla de la conversión en la «Santa Casa» (la casa natal de san Ignacio). La celebración de la reconciliación al final del tercer día es un momento especialmente significativo, para vivir una experiencia sacramental del perdón de Dios y sentir la invitación a cambiar de vida.
Por otro lado, se proponen una serie de talleres y dinámicas que profundizan su experiencia espiritual en torno al tema del día a través de la participación activa y su implicación personal. Indicamos a modo de ejemplo: visitar la «Santa Casa», redecorar la «nuestra casa» con elementos que reflejan nuestra realidad; expresar nuestra búsqueda de Dios a través del arte, (pintura, fotografía, vídeo, redes sociales, teatro y/o música); escuchar testimonios de los universitarios acompañantes sobre sus experiencias de encontrar a Dios en sus vidas; dejarse guiar por otro «a ciegas»; competir en una gymkana sobre la desigualdad; veladas lúdicas de puesta en común, etc.
Aunque la figura de Ignacio de Loyola es sin duda una mediación privilegiada para introducir a los jóvenes en el discernimiento, es imprescindible destacar también la importancia del testimonio directo de los 10–12 jóvenes universitarios que acompañan este Encuentro, y de los 4–6 pastoralistas (jesuitas y laicos) que lo organizan. Gracias a ellos, posiblemente, esta propuesta pastoral sea una de las experiencias más valiosas y completas del itinerario de pastoral juvenil (colegial y universitaria) que proponemos desde la Compañía de Jesús.
Hemos presentado cómo este Encuentro integra, tanto en el contenido como en la metodología, algunos de los elementos más importantes de nuestra espiritualidad ignaciana. Y entre estos elementos, sin duda, destaca el discernimiento. A partir de esta experiencia, son muchos los jóvenes que comienzan a vivir su vida cristiana desde esta clave: buscando en su interior lo que Dios le propone de modo personal y actual, y saliendo al exterior para convertir esos deseos en una historia real y compartida.
Cuando a los jóvenes que están en alguna de nuestras comunidades universitarias MAG+S les pedimos que narren su itinerario en la fe, la inmensa mayoría menciona estos días de Encuentro con San Ignacio en Loyola como una de esas experiencias que de verdad les han tocado que les ha «activado», marcando muchas veces un antes y un después en su vida y en su fe, iniciando un proceso de seguimiento y discernimiento.
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