Solemnidad de Cristo Rey C – Iñaki Otano

Sueño de Dios y trabajo humano

Iñaki Otano

20 de noviembre de 2022 – Solemnidad de Cristo Rey C

En aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le increpaba: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha faltado en nada”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Luc 23, 35-43)

            Jesús no es ni quiere que nosotros seamos reyes absolutos que disponen a su antojo de las personas y pretenden que la gente les rinda tributo como si fuesen grandes bienhechores. “Que el mayor entre vosotros sea como el menor y el que manda como el que sirve” (Lc 22, 25-26). Por eso, para Jesús el título de rey, que es objeto de burla del pueblo y de los soldados, significa su vocación de servidor, de existencia para los demás.

          En la Biblia, que Dios es rey quiere decir que interviene en el mundo a favor de los que no tienen ningún defensor. Así es también el reinado de Jesús, que se inclina ante el más necesitado.

          José Antonio Pagola dice que el reino de Dios es “la vida tal como la quiere construir Dios”. Entonces reconocer a Jesús como rey significará trabajar en la construcción de un mundo en que impere el afán por la justicia, por la fraternidad, por la paz, por la verdad, por la reconciliación. Como decía en 1972 Joseph Ratzinger, futuro Papa Benedicto XVI, “lo que salva no es que uno conozca el nombre de Dios; lo que se le pide es que trate humanamente al Dios que se esconde en el hombre”.

          Eso significa que el sueño de Dios lo tenemos que realizar los humanos. Nuestra opción a favor de las personas determina esa realización. Nuestro desinterés por la causa humana retrasa la construcción del reino.

          La actitud de los que azuzan a Jesús y la actitud de Jesús mismo reflejan un modo diametralmente distinto de entender el reino. Los primeros le exigen que haga de mago sin que haya implicación humana; que se saque un milagro de la manga y, sin más, se produzca el prodigio: Si eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Así de sencillo. Que demuestre que es un rey poderoso que cambia las cosas sin necesidad de que los demás intervengan.

          Pero Jesús no concibe el reino sin un cambio interior. Uno de los malhechores no ve la necesidad de cambiar: si eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros. Hazlo todo tú y déjanos a nosotros seguir viviendo igual que antes.

          El otro malhechor tiene una actitud muy diferente. Confía en el reino, que no se reduce a un bienestar material inmediato, pero se da cuenta de que tiene que cambiar de mentalidad. No se sabe si había tenido muchas oportunidades de hacerlo a lo largo de su vida,  Pero fue clarividente en el momento final y descubrió que Jesús daba sentido a su existencia actual y futura.