SOBRADO DE LOS MONJES RPJ 559Descarga aquí el artículo en PDF
Juan Pérez-Soba Martínez
En agosto de 2022 tomé la decisión de ir a Sobrado de los Monjes de retiro espiritual con parte de mi comunidad, en este caso un retiro centrado en el trabajo manual, el trabajo personal y la oración. Como en otros retiros en los que había estado, mi intención era dejarme llevar por una nueva rutina, diferente a la del día a día en la ciudad, que me ayudase a dejar de lado todo lo que traía y centrarme en mí mismo.
El reglado horario de oración de la comunidad de monjes de Sobrado ayudaba a formar esta rutina y, al final, estas oraciones se convertirían en parte fundamental de mi proceso de interiorización y meditación. A lo largo del día a día de trabajo silencioso en el mantenimiento del monasterio, las diferentes lecturas de las oraciones a las que asistía resonaban en mi interior; cada uno de los mensajes, que ya había escuchado innumerables veces en las celebraciones habituales de mi comunidad, cobraba un sentido nuevo y actualizado.
En el silencio del monasterio, y no solo en el reflejo de las muchas ventanas que limpiaba día tras día, fui capaz de encontrarme cara a cara conmigo mismo y ponerme a prueba. En el silencio tan solo me encontraba a mí mismo y a Dios, y con ambos tenía que hablar. La sinceridad y la introspección se convirtieron en esa primera prueba a superar, y ser capaz de confesarme a mí mismo y a Dios todo lo que me inquietaba en aquel momento resultó ser la solución. Reconocerse en las lecturas, reconocerse en la sencillez del trabajo, reconocerse en el silencio, reconocerse en el descanso… fue a reconocerme a donde me llevó el retiro, a reconocer frustraciones, a reconocer alegrías, a reconocer motivaciones… a reconocerme como ser humano limitado y capaz de cambiar todo aquello que necesitaba ser cambiado y de potenciar todo aquello que necesitaba ser potenciado.
Con la lección aprendida y con un par de propósitos y actitudes nuevas se terminó mi estancia en el monasterio, y con ello mi regreso a la rutina se dio por comenzado, eso sí, no sin ver el mundo que ya conocía con otros ojos, unos cargados de ilusión y ganas de hacer las cosas bien, con paciencia y con Dios y mi comunidad a mi lado.