Ficha 4 – Los jóvenes en el mundo de hoy. Las nuevas generaciones (y 2)

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El documento preparatorio para el Sínodo
Ficha 4. Los jóvenes en el mundo de hoy. Las nuevas generaciones (y 2)

Juan Carlos de la Riva y Alicia Ruiz López de Soria

Puntos de referencia personales e institucionales

Se nos habla en el documento de la necesidad de los jóvenes de contar con referentes adultos creíbles, honestos. A menudo la distancia generacional hace que los adultos nos sintamos desplazados de su mundo de intereses y deseos, y caemos en la falta de interacción refugiándonos en nuestros roles de autoridad (educador, padre o madre…) o tendiendo a la hiper-protección, pues son muchos los peligros que acechan a nuestros jóvenes en este mundo relativista y cambiante. El desafío es hacernos presentes sin el deseo de imponer, ni de enseñar, ni de juzgar o pretender tener la última palabra. Solo nos haremos significativos si decimos algo que tenga interés, que lo capte y que le haga sentir el valor único de mi aporte personal, de mi opción de vida. Desde el contacto emocional, y una actitud de cercanía y de respeto absoluto hacia su libertad, el adolescente y el joven nos buscarán como referentes y estaremos haciendo dejación de responsabilidad si ponemos barreras a esa interacción. Nos toca saltar al ruedo de la relación con el joven para aportar valor.

También se menciona la interacción con los iguales: se habla en el documento de las reservas frente a instituciones que solo les generan indiferencia o indignación, y el refugio en el reducido grupo de amistades donde se fragua la identidad personal, lejos de pertenencias. Añadimos aquí la extrema tolerancia que se da entre ellos y ellas para admitir como válidas todo tipo de opciones, gustos e intereses, siendo la libertad el supremo valor que rige en las relaciones. El reto aquí es acompañar estas redes relacionales para que eviten la indiferencia en la que a menudo cae el respeto a la diferencia, y se conviertan en espacios donde se ayude a construir identidad desde la profundización en los auténticos quereres de una voluntad que se cuestiona, en búsqueda de la pasión que de verdad llene el corazón del joven. La pertenencia a la Iglesia aparece en este sentido, difusa y poco valorada en aras de construir la propia identidad como persona. Nuestro reto es generar ambientes comunitarios entre y con los jóvenes capaces de hacerles llegar eso tan evangélico que ellos reclaman: la mesa de Jesús donde el perdón y la alegría se comparten.

¿A qué tendencias te +?

Ya sé que estas hiperconectad@, que probablemente seas uno de esos adolescentes o jóvenes que, al despertar, antes de que pasen cinco minutos, has enviado un mensaje a alguien. Tengo presente que una de tus filosofías de vida más frecuentes –¡porque puedes mudar de filosofía como de ropa!– se centra en «comparto, luego existo». Permíteme que te diga que los expertos en comunicación razonan que, en ambas cosas, subyace agazapado uno de los miedos más terroríficos: la soledad. Déjame que te conozca un poco más.

¿Hemos sacrificado la conversación por la conexión? Estamos sumidos en la cultura digital y en un estado de constante conexión. Hemos desarrollado afición por las interacciones sociales virtuales dentro de los ámbitos del trabajo, la familia, la amistad, la educación y las relaciones sentimentales, sin advertir el peligro que ello comporta. Casi sin darnos cuenta, hemos abandonado la conversación cara a cara. Sherry Turkle1, la principal especialista en la interacción entre las nuevas tecnologías y el ser humano analiza en este libro las desastrosas consecuencias de la pérdida de la conversación que hemos experimentado en los últimos años, que hace peligrar lo que nos define como seres humanos. En defensa de la conversación es una cautivadora apología del valor fundamental de las conversaciones cara a cara en todos los ámbitos de nuestra vida y una llamada a recuperar el terreno perdido.

Mirando en positivo el fenómeno de la hiperconexión, Jose María Bautista nos da estas pistas.

«Su forma de comunicarse, de informarse, de aprender, de divertirse… sobre todo su forma de pensar es muy distinta a la de los adultos. A la generación Y no le gustan las escuelas, llenas de aburrimiento, las calles, llenas de soledad, la economía, al acecho del enemigo. La generación Y, es la generación horizontal, P2P, del nodo, de las redes sociales. Se les llama así por sus comportamientos. Es como si la neurona social colectiva estuviese mutando.

Son transracionales porque no escuchan palabras, escuchan un todo, que es “racional” y “emocional”. Los adultos concluimos precipitadamente que “no escuchan”, pero no es así, no entienden nuestras palabras descarnadas, llenas de abstracción. Fractal es una estructura matemática, que refleja en sus macroestructuras lo que aparece en sus microestructuras. La naturaleza es un organismo fractal, el árbol refleja en sus ramas lo mismo que en su tronco o en sus raíces. Esto tiene dos consecuencias. La primera consecuencia es que no toleran las contradicciones. En parte porque no escuchan nuestras palabras bonitas, sino que miran nuestras caras, para ver cuál es el mensaje emocional, y miran nuestras conductas. No soportan los discursos y las homilías, menos aun cuando superan los 140 caracteres. Fractal es sinónimo de coherencia.

La segunda consecuencia es que la competencia fractal se convierte en una de las habilidades más importantes para la escuela del siglo XXI. En el mundo líquido, del caos, de la complejidad, de la incertidumbre, necesitamos aprender a percibir patrones en medio del caos, encontrar significados en medio de la saturación. Por eso, la clave de esta escuela es el modelo de aprendizaje por descubrimiento, hacer que el niño descubra por sí mismo el porqué de las cosas. Las empresas valientes prefieren al trabajador “Y”, que se mueve con autonomía, que investiga, reinterpreta, inventa la realidad, antes que el trabajador “X”, domesticado, que solo sabe hacer lo que le dicen, que solo ve lo que le han enseñado, que solo fotografía las evidencias, sin saber ver más allá.

El concepto fractal en el mundo escolar o empresarial viene a decir que lo importante no son los hechos, sino la cultura que se construye en la organización. La creatividad no se educa enseñando técnicas creativas, sino construyendo en la escuela una cultura de creatividad. La innovación no se logra en una empresa con cursos de formación sobre técnicas, sino mediante una cultura de innovación. Cultura fractal significa que todos, en la familia, en la escuela, en la empresa, somos coherentes con unos determinados valores».

Para trabajar con los jóvenes, con equipos de acompañantes…

Para ti joven

Para ti acompañante

Para vuestro equipo evangelizador
¿Quiénes son tus referentes adultos? ¿Qué destaca en ellos que te hace preferir esas personas?

¿Es tu grupo de amigos y amigas un lugar de verdadera alegría y compartir fraterno, de perdón y de apoyo mutuo? ¿Qué le falta para serlo?

¿Encuentras en la comunidad cristiana que conoces como más cercana (colegio, parroquia, movimiento al que perteneces…) esa libertad que buscas, pero también esa propuesta que te interesa?

¿Te sientes reflejado en estas descripciones sobre tu interés por estar conectado?

¿Crees que existe el peligro de una soledad conectada entre tus amigos/as, en lugar de una verdadera y profunda comunicación?

¿Descubres y aprovechas en tu vida esa virtualidad de la conexión para construir cultura y generar valores?

 

¿Sientes dificultad para conectar con la actual generación y convertirte en alguien significativo? ¿Por qué?

¿Eres consciente de que eres observado y evaluado en tu coherencia personal, a un nivel emocional, más allá del discurso racional que les aportas?

¿Crees que tu actitud es facilitadora a ese respecto?

¿Eres testigo creíble de las opciones que dices vivir? ¿Dejas que los jóvenes te conozcan?

¿Has descubierto algún interés común que podría colocarte en mejor sintonía con los jóvenes?

¿Puede ser la búsqueda de la identidad y la propia vocación ese punto de encuentro?

 

¿Cómo crees que los jóvenes de tu entorno perciben al equipo dinamizador de la pastoral?

¿Qué podemos hacer para que descubran nuevos intereses en lo que les ofrecemos?

¿Generamos espacios de encuentro interpersonal entre iguales que puedan superar el respeto a la diferencia y se atrevan a ofrecer propuestas?

¿Generamos un entorno emocional positivo?

¿Son los jóvenes protagonistas de nuestras acciones pastorales, o meros destinatarios? ¿Son ellos los generadores de una cultura de Evangelio en nuestros centros?

¿Generamos redes horizontales dentro de los jóvenes de Iglesia?

¿Y con otros jóvenes? ¿Es nuestra institución un muro en el que perdemos contacto con los separados o diferentes? ¿Cómo viven esto nuestros jóvenes?

 

 

1 Sherry Turkle, En defensa de la conversación. El poder de la conversación en la era digital, Barcelona, 2017.

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