Sinodalidad, caminar juntos – Miguel Jaimes

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La sinodalidad es el camino para la iglesia del tercer milenio según la afirmación del Papa Francisco impulsando un modo de proceder que afecta e involucra todos los estilos de vida, el ejercicio de la autoridad, las estructuras y los dinamismos eclesiales y no se reduce solo al ámbito operativo, organizacional o funcional.

“Sínodo” es una palabra antigua venerada por la Tradición; indica el camino que recorren juntos los miembros del pueblo de Dios; remite al Señor Jesús, quien se presenta como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6)

¿Cuál ha sido el problema?

En las primeras comunidades cristianas todos tomaban decisiones de forma directa e indirecta en los asuntos que los involucraban como discípulas y discípulos de Jesús. Las decisiones conjuntas involucraban a todo el pueblo de Dios.

En diferentes análisis al interior de la iglesia hoy se han detectado varias amenazas a la unidad, la participación, la identidad cristiana y la comunión que alejan a los consagrados del pueblo de Dios. Las principales amenazas son el clericalismo y el individualismo.

Una iglesia para el tercer milenio

El giro eclesiológico que impulsa el Papa Francisco lo encontramos en su discurso para la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos donde expresa lo siguiente: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la iglesia del tercer milenio. Caminar juntos laicos, pastores, obispo de Roma”.

La sinodalidad es una dimensión constitutiva de toda la iglesia porque se refiere a su forma de vivir y obrar. Además, es un modo eclesial de proceder porque implica la revisión de estilos de vida y prácticas de discernimiento, reforma de mentalidades que se ejecutan en todos los niveles y estructuras eclesiales.

En los tres Sínodos realizados durante estos 8 años se ha buscado impulsar este modo de ser y proceder. En los Sínodos de los jóvenes, la familia y la Amazonia se han abierto espacios amplios y concretos de escucha, análisis y participación del mayor número de personas posibles incluso apoyándose en las redes sociales y medios virtuales valorando su palabra para llegar a tomar decisiones acertadas.

En la pastoral juvenil estamos llamados a favorecer la sinodalidad facilitando el protagonismo, la participación activa y el acceso a la toma de decisiones de las y los jóvenes. Incorporar sus ideas y sus anhelos en los proyectos pastorales en una escucha mutua puede acercar a los millennials al encuentro con Jesús amigo que nos propone un camino de esperanza y solidaridad.

La sinodalidad difícilmente puede existir sin lugares ni procedimientos institucionales para su implementación. Tiene que ser real, plena y efectiva. El modo eclesial de proceder sinodal insiste en que «los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la ejecución pastoral» (Aparecida 371). Por eso, impulsemos en cada uno de los espacios eclesiales una práctica de la sinodalidad que puede dar un nuevo aire y renovación a la evangelización.

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