Sinfonía concorde – IÑAKI OTANO

Sinfonía concorde

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará. (Jn 16, 12-15)

San Bernardo (s. XII) decía: “sé lo que es Dios para mí; lo que es en sí mismo, él lo sabe”. Y, sin embargo, cómo es Dios nos afecta.

En el evangelio de hoy, de una forma que se nos hace un tanto oscura porque no hay palabras humanas para describir a Dios, aparecen en boca del Hijo menciones del Padre y del Espíritu de la Verdad.

          La unidad de las tres personas nos permite dirigirnos a Dios con confianza sin miedo a equivocarnos de ventanilla. Sabemos que Dios es Padre, que el Hijo es Dios y se ha hecho hermano, que el Espíritu es el amor del Padre y del Hijo. “El Nuevo Testamento, cuando parece atribuir cada obra a una persona determinada, lo que describe en realidad es una especie de concelebración de las tres – por ejemplo, el Hijo se encarna, pero el Padre le envía, y el Espíritu Santo vino en ese momento sobre María (Lc 1,35) -; es decir, existe una comunión en la acción” (Luis González-Carvajal). San Agustín,  (254-430), reconociendo “la extremada indigencia de nuestro lenguaje”, decía que “todas las cosas las hacen al mismo tiempo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, actuando conjuntamente y en concordia”.

Nuestras relaciones con Dios son personales, no con un ente abstracto que está encerrado en su mundo y se desentiende  de lo que somos y de lo que nos sucede a todos y cada uno. Dios es Padre-Madre nuestro, es Hijo solidario con los hermanos y es Espíritu de Amor que suscita el amor entre las personas.

Si somos imágenes de Dios, la huella trinitaria tiene que quedar impresa en nuestro modo de relacionarnos con los demás. Por una parte, como Dios uno, procurar la unidad, la solidaridad, la prontitud para unir nuestras manos a los de los otros buscando el bien común y sacrificando, si es preciso, los protagonismos individualistas. Que nuestro actuar en el mundo sea una auténtica “concelebración”, una celebración conjunta.

 

Por otra parte, hay que permitir y apoyar que las personas sean personas, que sean respetadas y amadas, cada una con su personalidad y su misión, sin anular, alentando a emplear las cualidades personales para el bien de todos. Que en la orquesta de la vida armonicemos los distintos instrumentos, sin anular, para producir una sinfonía concorde..

Estamos aquí ante uno de los puntos importantes de toda convivencia: hacer compatibles la unidad y la personalidad. Eso no siempre es fácil porque en la mesa de la convivencia todas las patas no tienen la misma longitud. Además, si cada uno de nosotros es una pata de esa mesa, no siempre actuamos del mismo modo y varía la medida. Por eso, la Trinidad – unidad y, al mismo tiempo, respeto a la persona – es un ideal hacia el cual caminamos.

 

Te interesará también…

Newsletter

Recibirás un correo con los artículos más interesantes cada mes.
Sin compromiso y gratuito, cuando quieras puedes borrar la suscripción.

últimos artículos

El sufrimiento no es un castigo – Iñaki Otano

El sufrimiento no es un castigo – Iñaki Otano

Iñaki Otano En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?...

SER Y ESTAR EN EL MUNDO – Miriam Subirana

SER Y ESTAR EN EL MUNDO – Miriam Subirana

  SER Y ESTAR EN EL MUNDODescarga aquí el artículo en PDFMiriam Subirana  miriam@miriamsubirana.com Del libro El placer de cuidarnos, Miriam Subirana. Editorial Kairós. Nuestra forma de ver el mundo influye en cómo nos sentimos, en cómo nos encontramos y en lo...