Serie Camino a la Felicidad – Fernando Negro

Fernando Negro

Dejar atrás el rencor, limpiar la mente de todo aquello que es almacén de basura intelectual, aprender a borrar todo virus maligno que henos metido en la mente o el corazón, he ahí el verdadero sendero de la felicidad.

Te propongo dos ejercicios prácticos para limpiar nuestro interior y crear una ecología espiritual al modo de cómo Jesús de Nazaret nos enseña en el evangelio. Aquella frase de “quien quiera ser el primero en el Reino de Los Cielos… que cambie su vida y se haga como un niño”, podríamos traducirla de esta manera: “quien quiera ser verdaderamente maduro en el Reino de los Cielos… que simplifique su vida y resucite al niño interior que lleva dentro”.

Ejercicio primero: Compra un espejo  de doble tapa por valor de $1, en cualquier tienda de baratijas. Cuando llegues a casa, extrae uno de los espejos y rómpelo en unas cuantas partes, luego lo pegas. Te darás cuenta de que el espejo roto conserva las rajas de su rotura a pesar de estar pegado otra vez. El espejo de la otra tapa no lo has tocado.

El espejo roto es un símbolo de lo que es nuestra historia personal: estamos rotos, fragmentados en nuestra historia personal. Quedan siempre las huellas de lo que hemos sido. Nos miramos en el espejo y vemos nuestro rostro troceado; nos miramos en el espejo de nuestra historia y nos percibimos rotos e inacabados… Nos miramos ahora en el otro espejo y vemos perfectamente nuestro rostro, tal y como somos.

Puedes llevar este espejo en el bolsillo en tu bolso, mientras viajas o vas de camino… Te invito a que lo abras de vez en cuando, te mires en el espejo troceado y recuerdes las heridas que necesitan ser sanadas, los niveles de tu persona llamados a integrarse, las experiencias dolorosas que necesitan ser sanadas, etc.

Te invito también a que coloques una cruz o una imagen de Jesús sobre el trozo fragmentado y que, a la vez que te centras en tu parte interior herida, te centres también en la hermosa realidad de Jesús que se pasea por ellas y te cubre con su amor que te salva, te libera, te integra y te hace vivir en la esperanza.

Ahora mírate en el otro trozo de cristal que está entero: ése/a eres tú en tu esencia, ése/a eres tú salvado/a en Cristo Jesús.  Puedes acabar con una oración de acción de gracias por efecto sanador que Él te ofrece.

Ejercicio segundo: Te invito a que te hagas con un cordón más o menos denso, de unos 45 cms. Este cordón imagina que es el proceso de tu vida desde que fuiste concebido hasta el día de hoy, aquí y ahora.

Mirando hacia atrás en la historia de tu vida, concéntrate en aquellos aspectos que han sido dolorosos, traumáticos, que te llevan a la frustración, a la rabia retenida, el rencor, el miedo, la angustia, la desesperación, etc.

Por cada una de esas experiencias haz un nudo. Pronto te darás cuenta de que has llenado todo el curso del cordón con nudos. Esos nudos hablan de experiencias del pasado que han dejado huellas disfuncionales en tus emociones, pensamientos, relaciones interpersonales, en tu libertad, en tu voluntad, etc.

Te invito a que en un momento de silencio interior, sin importar el lugar, te imagines revisitando uno de esos nudos existenciales y los expongas claramente bajo la mirada de tu consciencia y de la mirada amorosa de un Dios Bueno, Compasivo y Misericordioso. Quédate simplemente ahí y deja que el Espíritu de Jesús Resucitado vaya haciendo algo así como una cirugía espiritual. Cuando sientas el consuelo de su presencia, desata el nudo.

Puedes continuar este modo de oración existencial con otro nudo, y así sucesivamente. Verás que amanece dentro de ti una nueva consciencia, una nueva percepción de ti mismo/a. En otro momento puedes hacer lo mismo concentrándote en otras áreas que necesitan ser visitadas por la acción de la gracia en ti.