Serie Camino a la Felicidad – Fernando Negro

Fernando Negro

Todos somos sanadores heridos; lo que significa que todos conocemos la derrota, el fracaso, la frustración, el dolor y otra serie de penalidades por medio de las cuales vamos aprendiendo a vivir.

Por supuesto, todo eso no implica que seamos personas fracasadas, derrotistas, frustradas, apesadumbradas ni esencialmente adoloridas. Llevamos en nosotros las muestras de nuestras heridas, pero con nuestras propias heridas Dios nos sana y nos cura para que podamos consolar a otros con el mismo consuelo con el que Él nos consuela en Cristo Jesús.

Cuando nos reponemos de nuestras heridas o momentos más o menos largos de crisis, aprendemos a ser resilientes. La resiliencia es la capacidad que todos tenemos para renacer de nuestras propias cenizas con espíritu renovado, a pesar de los avatares de la vida. O quizás, precisamente por medio de los avatares de la vida, pues está demostrado que maduramos por medio del dolor bien integrado. El fruto de la resiliencia es la armonía interior que crea integración de fuerzas contrarias y paz. La paz es el regalo más hermoso que podemos compartir y transmitir a los demás. Sin embargo no podemos darla si previamente no la tenemos.

Entre los que ayudan a otros a crecer, en un acompañamiento psico-espiritual, puede darse lo que los expertos llaman ´estrés secundario´.  Se trata del estrés producido por el impacto que la problemática del otro produce en el acompañamiento. Por eso es importante que tomemos en serio nuestras propias heridas para sanarlas mientras ayudamos a otros a hacer lo mismo.

Aprender a desaprender lo malamente aprendido, mantener un sentido de perspectiva, abrazar la grandeza de lo sencillo y cotidiano, aprender a ser amable y cariñoso con uno mismo, filtrar las voces negativas que dañan nuestra mente, observarse en profundidad para deshacer las oscuridades por medio de la luz que nos llega desde la imagen divina que nos habita, construir sobre la roca de nuestro ser real, todo ello es parte esencial del regalo que cada uno de nosotros somos para el mundo.

Vivir de otro modo es simplemente ´sobrevivir´, acoplados a niveles mediocres de existencia, desconectados de la misión específica para la que cada uno de nosotros hemos sido creados, y por la cual seguimos todavía vivos.

Podemos decir que la manera de vivir que proponemos aquí es la de quien está llamado a domesticar y dirigir el dragón que es nuestro propio ser en vías de redención.

Y hacerlo en tiempos realmente retadores, como son los que nos toca vivir. Pues estamos nos solamente en una época de cambios, sino en un cambio de época.[1]

La pregunta que nos hacemos es ésta: ¿Todavía sigo creyendo que la felicidad es la ausencia de dolor? Si la respuesta es sí, entonces vivo en la burbuja de una ilusión; debo hacerla desaparecer y poner los pies sobre la tierra firme de lo real.

[1] Robert J. Wicks, Psy.D., en su charla ¨Strengthening Your Inner Life in Challenging Times¨ (¨Fortalecer la Vida Interior en Tiempos Retadores¨), en la Universidad de Fordham, Bronx, NY., el día 6 de marzo de 2015