Fernando Negro
No solamente tienes que confrontar los miedos externos para ser feliz de verdad, sino que, sobre todo, has de confrontar y vencer el miedo a ti misma. Los miedos externos son miedos que almacenamos con el correr del tiempo, hacia personas concretas, temas todavía no resueltos, experiencias reprimidas aún no integradas, sentimientos de culpa o de ansiedad que nos amordazan, etc.
El miedo a ti misma se desata por medio de la falta de confianza en ti misma, en tus convicciones, en tu manera de ser, en tu ser físico o psicológico, etc. Tal miedo se alimenta de los desperdicios que otros echaron sobre nuestra mente sin merecerlo; también se alimenta de nuestra autoestima lastimada por nuestros pensamientos auto destructores.
La única salida que nos queda, la única herramienta que podemos usar es la de la asertividad, que consiste en reclamar nuestra valía ante nosotros mismos y ante los demás. Lo haremos de manera educada, sí, pero con convicción, con sentido de honradez y respeto por lo que somos y hacemos.
Te propongo algunos ejemplos de cómo alimentar nuestra autoestima:
- Dí tu verdad a tiempo y a destiempo. Si alguien piensa diferente, respétalo, pero no permitas que nadie te imponga algo de lo que no estás convencida.
- No pidas perdón cuando no haga falta. Te darás cuenta que apenas tendrás que pedir perdón, porque en el fondo todo lo que haces, lo haces desde la bondad, a pesar de tus errores.
- Cuando positivamente veas que metiste la pata o que heriste a otros, no tengas reparo en ser humilde para reconocerlo y para decir no solamente ´perdón´ por cortesía, sino ´perdóname´ por amor a la otra persona.
- Aporta tu pedacito de verdad a la gran Verdad de la vida; hazlo con mucho amor, pero con decisión. No pidas permiso a nadie para decir lo que piensas y lo que sientes, caiga quien caiga.
- Respeta al que piensa distinto de ti, y no lo inculpes de traidor por tener ideas y convicciones contrarias a las tuyas. Cuando hay bondad y verdad, todo se puede solucionar.
- Esfuérzate en ser diferente cuando la ola de gregarismo te arrincone en el anonimato. El gregarismo nos lleva a la soledad impasible.
- No tengas miedo a la confrontación, pues cuando hay diálogo, hay amor. El problema es cuando otros quieren que comulguemos con ruedas de molino. Todo lo que te reprima no viene de Dios; Él nos quiere libres.
- No caigas en la trampa de pensar que el silencio y el tiempo lo solucionan todo. No es verdad. El tiempo no soluciona nada, a no ser que en su devenir, nosotros mismos nos vayamos transformando en personas nuevas.
- Reconoce tus mentiras, confiésalas en tu mente y confiésalas hacia afuera; así te liberarás de la cárcel de la insensatez y del narcisismo.
- Dila a la gente quién eres, cuáles son tus gustos y tus deseos; sé transparente y abierta, pero guarda en tu baúl íntimo todo aquello que solamente tú y Dios tenéis derecho a conocer.
- Finalmente, practica todo esto con mucha paciencia y una gran dosis de humor. Por medio de estas dos virtudes crecemos en la asertividad que nos hace fuertes y claros, sin perder la sensibilidad para aceptar y amar incondicionalmente a las personas.