El verdadero amor consiste en amar y en dejarse amar
Fernando Negro
Si no amamos, muchas veces es porque no nos dejamos amar, porque se nos ha metido en la mente que para ser amado hay que ganarlo, ser de tal o tal forma, haber conseguido esto o aquello. Son pensamientos irreales e inconscientemente obsesivos, que no nos dejan abandonarnos en la realidad de que desde siempre y para siempre somos amados incondicionalmente por Dios.
Fíjate el mensaje tan bello que el Papa Francisco transmitió en su viaje a las Filipinas: ¨El verdadero amor consiste en amar y en dejarse amar. Es más difícil dejarse amar que amar. Por eso es tan difícil conseguir experimentar el amor perfecto de Dios. Lo podemos amar, pero nosotros debemos dejarnos amar por Él. El amor verdadero es el que se abre al amor que viene hacia ti, el amor que nos sorprende. Si sólo tienes información no te puedes sorprender. A Dios le encantan las sorpresas, porque por medio de ellas se abre un diálogo de amar y ser amado. Dios es un Dios sorprendente porque Él nos amó primero. Dios nos espera para darnos una sorpresa. Hemos de permitirnos ser sorprendidos por el amor de Dios. Ojalá no tengamos una psicología de computadora que nos hace creer que ya lo sabemos todos. Todas respuestas pueden aparecen una computadora, pero sin sorpresas. El desafío auténtico es el del amor. Dios se revela a través de sorpresas.¨[1]
El amor es la mayor de las sorpresas, la mayor de las bendiciones. Las bendiciones son regalos que recibimos sin merecimiento ninguno. Somos bendecidos cuando somos amados no por nuestros esfuerzos y méritos, tampoco por nuestros trabajos. Somos bendecidos cuando somos amados incondicionalmente por lo que somos.
Así es como nos ama Dios, y así es como nos aman aquellos que de verdad nos ´aman´. Para recibir este amor hemos d aprender a ser humildes, es decir, capaces de creer que valemos tanto que, incluso con nuestras taras y deficiencias, con nuestros errores y limitaciones, somos aceptados y amados. Cuando esto sucede, nos conectamos con el Cielo, que es amor en su pureza total. Como consecuencia amamos de manera noble y espontánea.
Podemos hacer una lista imaginativa de aquellas personas significativas que nos han amado así, sin condiciones, y de las personas a las que amamos de la misma manera. Y finalmente podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿De qué manera quiero vivir para que mi vida sea expresión del amor que yo mismo querría recibir de los demás?
Hay que clarificar un aspecto muy importante: haciendo recuento de nuestra historia personal, siempre llegamos a la conclusión de que hemos sido amados menos de lo que merecimos y necesitamos. Incluso teniendo esto en cuenta, deberíamos inyectar en nuestra memoria esta frase de Juan de la Cruz quien, cuando sus hermanos religiosos le habían abandonado, escribió: ¨Allí donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor.¨
[1] El papa Francisco dijo todo esto en un conmovedor encuentro con los jóvenes en la Universidad de Santo Tomás de Manila 17 de enero de 2015.