SER PRÓJIMO: PRACTICAR LA MISERICORDIA
Lectio Lc 10,25-37 – 15° domingo de tiempo ordinario – Ciclo C
Juan Fernando Arroyave
Hoy, Señor, me miras de nuevo en profundidad y, conociendo los las preguntas y los deseos más hondos de mi corazón, me revelas una vez más que toda la ley, todos los mandamientos, se encuentran en la misericordia, en practicarla con mi prójimo.
Y, además, me muestras con claridad quién es mi prójimo… ese que tantas veces quisiera que no estuviera tan próximo, pero ahí está:
- el prójimo más abundante, los pobres que nos rodean cada vez más con su miseria, anunciando con su presencia que hemos estado construyendo un mundo injusto, contrario al Reino que anunciamos;
- todas las personas que la tendencia natural es despreciar, solo porque piensan, sienten, actúan, aman de una manera diferente a la mía, a la del “común de la gente”;
- hoy me muestras los migrantes, que es más fácil juzgar como amenaza o estorbo, que acoger como hermanos, representantes de toda nuestra historia de migración humana, en búsqueda de la dignidad y de la vida;
- todos los que siguen siendo relegados: las mujeres, los niños, las minorías étnicas, en quienes tanto nos cuesta reconocer su valor, su verdad, su bondad, su belleza;
- incluso me señalas hoy como prójimo a la naturaleza, como criatura devastada, cuya muerte lenta se vuelve cada día un atentado letal contra nuestra propia vida.
Y, así, me invitas a practicar la misericordia como síntesis de toda ley… ¿Cómo será posible? ¿Puedo amar de esa manera? Y resuena tu voz desde siempre: “El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo. El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.” (Dt 30,14)