SER MISIONERO EN CUBA… Y EN EL MUNDO RPJ 562Descarga aquí el artículo en PDF
Alberto Sola, escolapio
abertosola@escolapiosemaus.org
Me gusta colaborar con algunas revistas de tema misionero y pastoral y mañana hago cuatro años de mi llegada a Cuba: buen motivo. Ahí van estas líneas, a quien las lea le deseo que no se dejen llevar por el olvido o por «ojos que no ven corazón que no siente». Ojalá sientan y vean, que «no hay peor ciego que el que no quiere ver». Acabo de leer algo que me deja muy preocupado: «Uno de cada dos niños en Sudán necesita ayuda humanitaria urgentemente».
Me preguntan por lo que hace un misionero. Diría que es aquella persona a la que la realidad le impacta tanto, que no le deja descansar hasta verse implicado directamente en ella para hacer algo.
Hablando de nuestra realidad cubana, podemos «diagnosticarla» en frases hechas, como «píldoras» que, analizadas, recuerdan la sabiduría popular del refrán: «a buen entendedor pocas palabras».
Todos los días es un cómo salir adelante en todo
- En Cuba se usan mucho estos modismos, muletillas que hablan por sí solas
- «Resolviendo». El cubano/a resuelve cada día. Mágica palabra, toda una vida resolviendo. En ella entra la comida, el vestir, hacer la calle, la cola, todo es para resolver y para seguir al día siguiente resolviendo. Todos los días es un cómo salir adelante en todo.
- «No es fácil». Escuchando los problemas de la gente, siempre terminan con un «no es fácil» muletilla que acompaña la dura vida en Cuba. Y la verdad es que no es fácil. Cuando llegué de Venezuela hace 4 años, un 19 de agosto, a la semana de estar en Cuba, me dije: «Más vale que vengo entrenado de Venezuela, que, si no, no sé qué sería de mí».
- «El bloqueo». Forma parte del vocabulario cubano, de las noticias oficiales y de murales pintados en nuestras ciudades. Es una técnica antigua, cuando todo va viento en popa, son éxitos míos, cuando va mal, la culpa es del otro, o «de la vaca», según cómo se mire. Siempre se reparte el mal, los beneficios son para pocos. Pero la realidad es que podemos comerciar con todo el mundo, otra cosa es que estamos endeudados con todo el mundo. Creo que hay un bloqueo interno, que es el que nos está matando, y del que no se habla. A veces, nos bloqueamos nosotros mismos, ¿no es verdad? A mí me pasa muchas veces, pero hay que saber reconocerlo, Cuba lleva muchos años bloqueada, ¿desde fuera o ella misma?
- «El cubano/a vive de la FE» es lo que me dijo una doctora amiga nada más llegar a Cuba. Fue un diagnóstico médico certero. Yo creía que era por la fe del creyente. Me lo tradujo, y abrí los ojos: «Familia en el Exterior», quien la tiene y le puede enviar remesas, comida, medicinas… Aunque no solo de pan vive el hombre, pues en Cuba hay muchas soledades que matan, no se pagan con remesas. Ahí entramos nosotros, que vivimos de lo que nos mandan de fuera, pero trabajamos. Nos lo ganamos. Nuestro agradecimiento a quienes hacen posible eso con su solidaridad.
- «Más vale pedir perdón que permiso» o «en Cuba robar no es pecado» o «por la izquierda». Lo dejo a libre interpretación del avispado lector. Lo dice Leonardo Padura en una entrevista: «ser decente es impracticable en Cuba. Para sobrevivir hay que hacer cosas que, sin ser ilegales, están discutidas con la ética estricta de la decencia».
- «¡Ah! y las colas». No es frase, es la realidad cotidiana del cubano. Mi marca de tiempo de espera está desde las cuatro y media de la madrugada que salí de casa, hasta las tres de la tarde que regresé del centro comercial de tercera con 70, en plena pandemia. Creo que me leí el primer libro de Leonardo Padura Padura. ¡Nunca lo olvidaré! Menos mal que venía bien entrenado de Venezuela. Eso, un recién llegado de Europa no lo aguanta, un cubano sí, no tiene más remedio. Es el «deporte» diario: marcar la cola para el banco, para el pan, para el pollo, para la guagua, …
Sé que Cuba no es solamente eso, es mucho más: hermosos paisajes, costas, gente que resuelve miles de problemas, con sus luces y sus sombras, pero hoy reconozco que sus luces brillan por su ausencia. Leonardo Padura, lo resume en una entrevista a un periódico español: «En Cuba no hay leche, no hay medicinas… pero lo peor es que no hay esperanza».
Quien venga a Cuba, bienvenido, pero que sepa que le va a doler
- Me duele Cuba
Sí, me duele Cuba, me siento cubano, aunque el acento me traiciona. Y les digo más, quien venga a Cuba, bienvenido, pero que sepa que le va a doler, al menos a mí sí me duele:
- Me duele Cuba cuando veo turistas sacando fotos y a 40 metros hay colas para conseguir lo que «ha salido» ese día, o buscando muchachas cómo «enamorar» a un turista, y un día, quién sabe, si vuelo a Europa y reinicio una nueva vida…
- Me duele Cuba, aunque bromeo y digo: «se independizaron y ahora quieren ser españoles por la ley de abuelos» como le dicen aquí. Pues sí, la mitad de los cubanos, si no más, tienen antepasados españoles, no olvidemos que fue colonia hasta final del siglo XIX. Se nota en los dichos, refranes, apellidos, expresiones castizas que se usan igual que en la península. Muchos emigraron buscando un futuro cuando España se hundía en guerras, hambrunas y miseria. Paradojas de la vida, hoy muchos cubanos descendientes de aquellos españoles buscan un futuro, como lo buscaron aquí sus antepasados, pues su hermosa isla no se lo ofrece. Ojalá encuentren en la «madre patria», como dicen en Cuba, lo que sus abuelos y bisabuelos encontraron aquí, aunque eran otros tiempos.
- Me duele Cuba cuando veo a cientos de ancianos que crecieron en esta isla, lo dieron todo, y hoy viven solos y sin fuerzas, muchos abandonados a su suerte, con sus familiares fuera de la isla. Sus preguntas y frases que lo dicen todo: ¿qué será de mi dentro de unos años?, ¿veré a mis hijos?, ¿llegará el parole?, o frases que conmueven: «gracias por quedarse con nosotros». ´
- Me duele Cuba cuando veo edificios, antes hermosos, hoy apuntalados, habitados por la vegetación que los corroe, derrumbes, que me recuerdan el soneto de Francisco de Quevedo:
Miré los muros de la Patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía…¨
- Me duele mucho Cuba cuando me siento cual «mendigo» pidiendo ayudas al exterior para subsistir o con los productos de «la libreta», cada vez más mermados. Mi amiga del banco gana 4.000 pesos mensuales, yo 5.000, eso no me da para pagar la luz del mes, pues se gasta en aires, cámaras, etc. imaginen ella que vive con sus padres mayores y enfermos, un hijo… Un jubilado, con lo que cobra (sic), se le va en un cartón de huevos, y no importa si fue alto cargo en la universidad, es parecida jubilación.
- Me duele Cuba cuando veo el «daño antropológico», tan citado en Cuba. Se ve en la mirada de niños y jóvenes con un futuro cerrado, buscando paraísos fuera, que vislumbran en su celular. Cuando veo que en cuestiones de fe Cuba es como un bosque talado: «se han cortado los árboles, pero ahí están las raíces. Reguémoslas y la fe florecerá como nuevas ramas verdes». Se palpa en las generaciones, en todas. La dimensión espiritual del ser humano está ausente, lo material se lleva el total de las conversaciones. El daño está hecho, lo más duro para un creyente es que nadie les haya ofrecido años atrás, el Evangelio, a Cristo (ver anexo, explico el porqué).
- Me duele Cuba cuando hablo con exalumnos, con sus 80 años y vemos las ruinas que todavía hablan de lo que fue su colegio hace más de 64 años, en pleno esplendor. Hoy siguen abrigando la esperanza de ver abrirse la puerta por donde pasaban del colegio a la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón: «De ese lado eran las Letras y en esta la Piedad», lo dicen emocionados. No he conocido exalumnos en ninguna parte tan identificados, creyentes y fieles a pesar del tiempo.
- Nos duele Cuba, que se desangra, perdí la cuenta, pues todas las semanas despido a alguien. Más de 300.000 cubanos salieron del país en un año, jugándose la vida, hacia EUA, por «la ruta de los volcanes». Por otros países, como el hijo de Juana, una de tantas madres que vive sola. Un hijo emigró por rutas impensables, que dan la vuelta al mundo. Los conozco, salieron a Rusia, que concede visas a cubanos, y atravesando Europa, un día llegaron a España. Travesía de más de un año, mínimo, se dice fácil, y ¡qué año! ¿No es fácil, entiendes?
- Me producen tremendo dolor los enfermos cuando buscan sus medicinas y lloran de alegría porque la encontraron. ¿Cuánto le debo? Nada, son donaciones de gente generosa que se solidariza con otros dolores, gente de fe y cubanos que emigraron. Que usted haga el bien a otras personas, ese es el precio. Dios lo bendiga y que sea bendición para otros. Y los médicos, excelentes profesionales, que trabajan sin material, ni medicinas, con uñas y dientes. Tengo un amigo que se quedó en Brasil, cuando estaba de misiones: no podrá regresar a Cuba en ocho años, se dice fácil, ocho, sin ver a su familia, y todo lo ahorrado que tenía con el «proyecto Misión», lo perdió. Y aun y todo, decidió quedarse, como otros muchos. «No es fácil», ¿me entienden?
- Y termino mis dolores, que son más, para no afligirles. Es «con los niños», cuánto me duele, que tienen que reutilizar el cuaderno de su hermano, borrar y usar de nuevo, que no tienen lo que otros niños en países donde leen esto y no saben qué hacer con tantas cosas o no las cuidan. Cuidado, padres: «ni calvo ni con dos pelucas». Me decía una madre: «emigro, no quiero irme de mi país que me vio nacer, pero no quiero para mis hijos lo que he vivido hasta ahora».
En mi niñez se hizo presente Cuba: recuerdo de niño que muchas mercancías (especias, azúcar, café…) llegaban a España desde la isla. Íbamos a comprar a las tiendas de ultramarinos, así le decíamos. Y en mi pueblo estaba la casa de la cubana, así llamada por su origen.
Quién no escuchó de niño «más se perdió en Cuba». O las habaneras como: «Cuando salí de Cuba, dejé mi vida dejé mi amor, cuando salí de Cuba, dejé enterrado mi corazón…». Mi padre no se perdía ningún año el festival de habaneras de Benicasim.
También, por qué no contar las etapas de la vida en que los idealismos de juventud y lecturas, casi clandestinas, de la vida del Che, Solentiname (Nicaragua y sandinismo). Eran los últimos años del franquismo, nos hablaban de otro mundo mejor, heroicidades que cuando hemos visto las realidades, todo quedó en papel mojado. Hasta Joaquín Sabina, lo decía en unas declaraciones decepcionado de todo aquello en que creyó que ¨fue¨ y nunca existió.
- ¿Un paraíso perdido?
Para un misionero, Cuba es el paraíso, pues encarna las palabras del Maestro, «vengan a mí los que están cansados y agobiados que yo les aliviaré». «Que levanten la mano los que se sienten cansados y agobiados», pregunté a los fieles en una misa: un bosque de manos alzadas, todas dibujando un horizonte de sueños y lazos familiares rotos. ¡Quién no tiene un conocido, familiar, amigo que ha emigrado, que no está en Cuba!
Vengan a ser solución, con pasión, y acompañar a este pueblo
Así que vengan a Cuba, les invito a mirar con COMPASIÓN, bella palabra que recoge todo un evangelio, padecer con «Y sentía compasión al ver a la muchedumbre como ovejas sin pastor». Ese es el «turismo» de verdad para un misionero/a. Quien venga a quejarse, a comparar, a criticar, que se quede en casa. Vengan a ser solución, con pasión, y acompañar a este pueblo, que acogió a miles de emigrantes y ahora necesita que lo acojamos, que no lo abandonemos a su suerte.
Jesús encontró un panorama muy desolador, todos los que se acercaban a él nos dibujan un hospital de campaña (cojos, leprosos, paralíticos, ciegos, sordomudos, endemoniados, …) y cuando no, viudas, mujeres vulnerables y encorvadas, adulteras condenadas, publicanos, hasta un centurión del imperio romano. La sociedad siguió siendo la misma, injusta y opresora, pero Él, trajo un estilo y una Buena Noticia, que dio vuelta a lo establecido, y que hoy sigue esperando hacerse vida y realidad en el mundo, también en Cuba. ¡Cuánto nos queda por hacer, Maestro!
- Anexo (a modo de manual: funcionamiento para Cuba). Un ejemplo vale más que mil palabras¨
Hechos reales que rompen todos los esquemas que puedas traer. Lo conocí en un bautismo, Lester, era el padrino de un niño. Se puso a mi disposición al finalizar y me dio su teléfono. Esa semana necesité su ayuda y le llamé, me vino como anillo al dedo. Hicimos buena amistad. En las conversaciones vi su generosidad y ganas de ayudar, él también lo vio en nosotros, se juntaron el hambre con las ganas de comer. Tras un proceso personal de reencontrarse con su bautismo, su juventud creyente, preparamos la boda por la Iglesia, la civil ya estaba hacía años, y el bautismo de su esposa. Se casaron por la Iglesia, estaban sus hijas Lía y Lismary… ¡Sorpresa!, hace dos semanas bautizamos a Ordani, su hijo adoptivo. Esto es un brote de esas raíces, que un día vieron cómo un bosque entero, la fe, se talaba, esto es Cuba. Lester y Mariuska con su nueva familia de tres hijos, son un brote de aquellas raíces. Hay que regar y acompañar.
Frases para pensar
«Vive como piensas o acabarás pensando como vives», me ha acompañado toda mi vida.
«La vida la das o te la quitan». No entiendo a quién quita la vida, si al que la da.
«¿Cómo estás en la vida: como espectador, huyendo o comprometido?». Lo resumía en sus charlas en el caserío de Arrázola nuestro gran maestro Lekun: metido, en pro de y com. Tú lo puedes ser desde donde estés, conozco a muchos que hacen más por Cuba y este pueblo que yo estando aquí. ¿Te apuntas?
¡Cuánto nos queda por hacer, Maestro!