SÉPTIMO DOMINGO CICLO A: Parar el odio – Iñaki Otano

En el festival de cine de San Sebastián de septiembre de 2013 se proyectó la película “Un largo viaje”. Su director es el australiano Jonathan Teplitzky y aborda la historia real de Eric Lomax, un oficial británico capturado por los japoneses en la segunda guerra mundial y enviado al campo de trabajo de la línea férrea entre Birmania y Tailandia. Su coraje le permitió sobrevivir a tremendas torturas y muchos años después, cuando ya vivía retirado junto a su esposa en el norte de Inglaterra, descubrió que el soldado japonés que fue responsable de gran parte de su sufrimiento seguía vivo. Así, la cinta relata el dilema del protagonista entre la venganza y el perdón.

            El director de la película considera que la historia de Eric y su mujer Patti contempla “lo peor y lo mejor de la naturaleza humana”. “El perdón es uno de los elementos que definen a la humanidad”, aseguró, convencido de que Lomax no habría encontrado la paz interna matando a los japoneses que le torturaron, que en cierto modo eran también víctimas de la guerra.

            Lomax murió a finales de 2012 antes de ver la película concluida. Con motivo de la presentación del filme, su viuda recordó entre lágrimas unas palabras de Eric cuando visitaron uno de los cementerios de Tailandia: “Llega un momento en el que el odio tiene que parar”. El productor sentenció: “La fuerza del amor es mucho más fuerte que la del odio”. Uno de los guionistas añadió: “Y esto no es una idea filosófica. Conocimos a Eric, fue nuestro amigo y nos demostró que se puede hacer”. Teplizsky recordó que Eric les dijo una vez que el daño físico “se cura con rapidez”, por lo que lo importante es “buscar la sanación de los daños internos para seguir adelante” y “tener acceso a emociones normales”, algo que requiere de un gran esfuerzo.

            Esta historia verídica sirve de comentario de este texto evangélico de hoy. Jesús, que rezuma humanidad, no quiere que el odio y afán de venganza nos destruyan interiormente. Perdonar y ser perdonado libera. A quien comprensiblemente le cuesta perdonar, la venganza no le va a traer la paz ni le va a ayudar a curar las heridas. Jesús invita a probar incluso algo que se sale de nuestros parámetros: haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Sabéis que está mandado: ‘Ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen  lo mismo también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. (Mt 5, 38-48)