SEGUIR A JESÚS EN LA ESCUELA – Duilio Bompadre

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Duilio Bompadre

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«Se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”» (Lc 24,32)

En el episodio de Emaús dos apóstoles caminaron junto al Señor durante un tiempo haciéndoles preguntas y manifestando sus emociones y al compartir la mesa del pan descubrieron a Jesús habitando un espacio de luz, paz y alegría.

Seguir a Jesús en un proyecto llamado escuela… La escuela puede convertirse en un lugar donde podamos experimentarlo, donde podamos vivenciar la vida de seguimiento…

Vivir la experiencia de seguir a Jesús en la escuela requiere que tanto docentes como directivos caminemos a la par juntos a los alumnos y habitemos un espacio y tiempo que nos lleve al encuentro educativo. 

¿Qué significa habitar un espacio y tiempo en la escuela?

Habitar es dejar huella. Ocupar un espacio no es lo mismo que habitarlo: habitar un lugar es apropiarse de él, dejar huellas, dejar los rastros que identifican a las personas que lo habitan, es decir, que lo viven. Pueden surgir la sorpresa y el asombro cuando descubrimos que el presente que vivimos es un tiempo y un espacio no solo para ocupar sino, sobre todo, para habitar.

El espacio refiere a la manera de organizar los lugares de enseñanza y aprendizaje, a los sitios para el encuentro, las características de un salón de clase, el mobiliario; los espacios habilitados para el descanso, la estética del entorno, y el espacio virtual en el que también acontecen encuentros educativos.

Participar significa vivir y relacionarse de un modo diferente

Hay una dimensión material a explorar e investigar, que nos transmite mensajes… ¿Captamos el mensaje de los objetos y lugares? La luz, la oscuridad, los silencios, el edificio, sus instalaciones, las paredes, los rincones, si el despacho del directivo está abierto o no, las ventanas, las aulas, los pasillos, el patio, la sala de docentes, la secretaría, el comedor, entre otros…; todos son testigos de la vida que circula y se manifiesta en la escuela.

En la escuela, directivos, docentes, alumnos… encontramos espacios en los que pasamos juntos mucho tiempo, construimos relaciones, intercambiamos miradas…

Podemos convertir el espacio y el tiempo de un lugar material y funcional en un lugar de experiencia con la vida y el conocimiento. Ojalá nuestra escuela pueda convertirse en un lugar de experiencia con la Verdad que es Jesús.

Vivimos en la escuela en un entramado de vínculos donde percibimos la necesidad del otro, una experiencia de lazos, donde se entrelazan valores, como el respeto, la paciencia y la singularidad, entre otros. Es necesario cultivar entre todos los actores lazos que nos hagan habitable la escuela. Podemos trascender la materialidad, lo meramente funcional, para dar lugar a la experiencia de «habitar», más que ocupar, los lugares, para encontrarse y para encontrarnos…

En este sentido, participar significa vivir y relacionarse de un modo diferente. Es tomar parte activa, es aprender a escuchar y compartir. Implica una relación comprometida, consciente y activa. Una relación que viaja en dos direcciones: habitamos y somos habitados. 

¿Habitamos u ocupamos?

Ocupar hace referencia a la idea de llenar un espacio o lugar, lo que implica en definitiva un simple transitar. Esto no requiere un mayor compromiso. Un docente que da sus horas de clase y se va sin ningún tipo de involucramiento, no habita. Un directivo que se limita a dar órdenes y solo se involucra en la gestión institucional, no habita. Así, la vida en el aula es un simple tiempo de pasaje. El espacio es ajeno. Por otro lado, el concepto de habitar está vinculado a un vivir o morar. Lo que, transponiéndolo a la vida en la escuela, se refiere a un modo diferente de encarar la relación con el espacio circundante.

Practicando la reflexión

  • ¿Cómo habitamos nuestra escuela los actores (directivos, docentes, alumnos/as/padres) que circulamos por ella? 
  • ¿Nuestras aulas constituyen un lugar comunitario de experiencia de seguimiento con la Verdad que es Jesús?
·       Dónde trabajamos, ¿nos sentimos como en un lugar propio o ajeno? ¿Qué hacemos para que las personas a nuestro cargo sientan que habitan?