SAN CARLOS DE FOUCAULD RPJ 555 Descargar aquí el artículo en PDF
SAN CARLOS DE FOUCAULD
Manuel Pozo Oller
Director boletín Iesus Caritas
manuel.pozooller@diocesisalmeria.es
El papa Francisco canonizó en Roma el pasado día 15 de mayo de 2022 al francés Carlos de Foucauld (1858-1916). El hermano Carlos, así le gustaba ser conocido, fue un personaje muy especial.
Nació en el seno de una familia rica y muy religiosa. A los siete años quedó huérfano. Con dieciocho años pierde la fe. Ingresa en la academia militar y participa en la guerra de Argelia. Es expulsado del ejército por indisciplina. Exploró por su cuenta Marruecos disfrazado de judío para no ser reconocido como cristiano. Su hazaña fue muy valorada en los ambientes intelectuales de Francia, pero lo más importante fue, sin duda, el impacto que provocó en su corazón conocer al pueblo musulmán creyente en Alá. De esta experiencia nació espontáneamente en el corazón de Carlos una oración que repetía sin cesar: «Dios mío, si existes, haz que te conozca».
Dios escuchó su oración y puso en su camino a dos personas que le acompañaron en su búsqueda espiritual. La primera, su prima María, señora de Bondy, mujer distinguida, muy equilibrada y buena, que con mucha paciencia escuchó a su primo y le apoyó en sus iniciativas. La segunda persona, el P. Henri Huvelin, sacerdote muy bien formado intelectualmente y con grandes dotes para escuchar y acompañar a otros. Los dos le ayudaron para volver de nuevo a la fe que de pequeño le habían trasmitido sus padres. Describirá esta experiencia de encuentro con Dios de modo radical: «En cuanto comprendí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él: mi vocación religiosa data del mismo momento de mi fe: ¡Dios es tan grande! ¡Hay tal diferencia entre Dios y todo lo que no es Él!».
La conversión para Carlos de Foucauld no fue una meta sino el inicio de una historia de búsquedas que le obligaron incluso a cambiar de un lugar a otro. Se hizo monje trapense y vivió con los monjes durante siete años (1890-1897). Buscando imitar a Jesús en su vida oculta deja el convento y se instala en Nazaret. Se instala en el convento de las religiosas clarisas que le hospedan en una pequeña caseta a la entrada del edificio. Allí ora, trabaja manualmente y ejerce de recadero de las religiosas. Tiene tiempo para escribir. De esa época son sus escritos sobre los evangelios y las innumerables notas y escritos que agrupa bajo el título de Retiro de Nazaret.

A view id St Peter Square during the Holy Mass and Canonization of ten Blessed icelebrated by Pope Francis Vatican City, on 15 May 2022. °NOT FOR SALE IN ITALY*,Image: 692000514, License: Rights-managed, Restrictions: NOT FOR SALE IN: ITALY., Model Release: no, Pictured: Pope Francis – Holy Mass and Canonization of ten Blessed, Credit line: EIDON / Camerapress / ContactoPhoto
Regresa a Francia porque quiere ser ordenado sacerdote para celebrar y adorar la Eucaristía. Ordenado el 9 de junio de 1901, a los pocos meses regresa de nuevo a África, pero ya no como colonizador ni representante de un país europeo. Quiere vivir como la Sagrada Familia en Nazaret siendo como uno más de los nómadas tuaregs del desierto. Se instala en el pueblo argelino de Beni-Abbés, en el sudoeste de Argelia. No puede hablar en público de Jesucristo. Su apostolado consiste en ofrecer amistad a sus vecinos por medio de la acogida y la hospitalidad. La vida de Nazaret es su regla de vida.
Las circunstancias le obligan a dejar Beni-Abbés e instalarse en Tamanrasset, al sur de Argelia. Por esta época tenía la intuición de que moriría mártir. Lo comentaba continuamente en sus escritos y se preparaba «como si fueras a morir mártir hoy». Y, en efecto, murió asesinado cuando tenía cincuenta y ocho años de edad. El escritor Robert Ellsberg narra su muerte del modo siguiente:
«Al caer la noche del 1 de diciembre de 1916, mientras Carlos de Foucauld ora en su ermita de Tamanrasset, un remoto puesto avanzado en el desierto sahariano de Argelia, oye cómo llaman con insistencia a la puerta. [ … ] A pesar del aislamiento de su eremitorio, el hermano Carlos estaba acostumbrado a recibir visitas a todas horas [ … ]. La arena del desierto había amortiguado el ruido producido por los camellos y por los cuarenta hombres armados que rodeaban el pequeño fuerte. El que llamaba a la puerta se identificó como el cartero. En realidad, era un miembro de una tribu del lugar, conocido del hermano Carlos, que había aceptado un soborno a cambio de traicionarlo. Confiadamente, desatrancó la puerta y extendió la mano, pero otras manos lo sujetaron con violencia. Los rebeldes entraron y le ataron los brazos. Mientras algunos de ellos lo sujetaban para interrogarlo, otros buscaban objetos de valor en el eremitorio. Carlos no respondió a sus preguntas, sino que se limitó a orar en silencio, mientras un muchacho de quince años apretaba un rifle contra su sien. Cuando habían pasado veinte minutos, se escuchó el ruido de dos camellos que se acercaban. Carlos empezó a moverse. El muchacho perdió la serenidad y le atravesó la cabeza de un disparo».
El papa Francisco, en el año 2020, propuso en la carta encíclica Fratelli tutti a Carlos de Foucauld como modelo de hermano universal. En verdad, fue un evangelizador que no impuso el Evangelio, sino que ofreció su vida y testimonio mostrando un amor extraordinario por los pueblos nómadas, sus costumbres, su lengua y su religión. Es, sin duda, un ejemplo para el diálogo interreligioso tan importante en este momento de la historia.
Es, sin duda, un ejemplo para el diálogo interreligioso tan importante en este momento de la historia.