SALVADOS RPJ 560 Descarga aquí el artículo en PDF
Fernando Donaire, OCD
Todo el mundo habla del documental del papa, Amén. Francisco responde, que ha hecho el equipo de Jordi Évole y que ha estrenado una plataforma de streaming en plena Semana Santa. Tengo que confesar que vi el día del estreno y me hizo caer en la cuenta de algunas cosas que son fundamentales para el camino de cualquier cristiano.
En primer lugar, admiro la valentía y la capacidad de escucha de alguien como el papa con un grupo tan heterogéneo de jóvenes —muy pocos afines, en principio—. En medio de una sociedad tan polarizada, donde el pensamiento único y las mentiras campan sin control, que un líder mundial se abra a esta conversación me parece un hallazgo y una rareza. Y más si contamos con que la productora elige a los jóvenes con las problemáticas más candentes y sangrantes para la Iglesia. El propio productor cuenta en una entrevista que el papa le pidió que pusiera al menos a un católico. Y Évole le hizo caso y puso alguno más.
En segundo lugar, lo que más me gusta son los interrogantes que los jóvenes plantean al papa sin ningún tipo de pudor, sin ninguna vergüenza, a veces con ira, otras con humildad, los problemas que encuentran en su día a día y que no tienen una respuesta de la Iglesia. Es difícil encontrarnos hoy en día, ante las cámaras, personas que planteen cuestiones reales e incómodas a determinadas personas sin que quien los escucha no los cancele ni los tome en serio. Vemos en el rostro de Francisco la comprensión, la misericordia y la comprensión. Sabemos que puede llegar hasta un lugar, pero no se olvida que el sendero del amor es el único que nos salva.
Y ahí encontramos el tacto de quien atiende y está dispuesto a sanar las heridas de todos los que sufren, de los que viven, de los que tienen toda la vida por delante. De los jóvenes. Chapó Francisco. Amén, Santo Padre.