¿Cuál es el cambio más importante que ha vivido esta revista en dos años?
La revista ha acompañado la pastoral juvenil desde los intensos años previos al Vaticano II, así que no es la primera vez que cambia, se actualiza, se adapta… Ahora tiene color y es algo incómoda porque es más larga y a veces no cabe en las estanterías: me gusta pensar que tampoco a veces los jóvenes caben en nuestras casillitas pastorales y que tenemos que reinventar los espacios donde puedan sentirse cómodos.
Obviamente el salto al mundo digital es lo que más nos está haciendo pensar… Ningún joven compra revistas físicas, y los adultos que lo hacemos, lo hacemos más por militancia. Estamos en esa reflexión profunda de cómo vincular a más personas en una reflexión pastoral urgente, y que muchas de esas personas vinculadas sean jóvenes.
Indudablemente el diseño y los contenidos son para jóvenes, pero ¿escriben ellos? ¿En RPJ os creéis que el joven evangeliza al joven?
Diseño y contenido son para jóvenes que quieran evangelizar a otros jóvenes, y también para otros y otras no tan jóvenes, que sepan ser abuelos.
Me gusta esta comparación con el padre/madre y el abuelo/abuela. Aparte de que Francisco nos ha recordado un montón de veces lo fructífero de la alianza entre jóvenes y abuelos/as, creo que hay una manera de estar diferente en el padre y el abuelo. Mientras a aquél le cuesta muchísimo dejar las llaves del coche al hijo/a, el abuelo se deja llevar. Creo que esto llevado a la pastoral tiene mucha aplicación práctica, porque mientras sigamos siendo padres de nuestros grupos y de nuestros jóvenes, no les dejaremos crecer. Me gusta la palabra acompañar.
Así que en la revista escriben mayores y escriben jóvenes. Pero sobre todo en lo digital, escriben jóvenes. El joven es un lugar teológico, al mismo nivel que los niños y que los pobres. Nos podemos preguntar por qué. Y yo diría que juventud es elección, y por eso el joven es lugar donde el Espíritu trabaja más. Todo joven, ineludiblemente tiene que pasar por este trance a veces doloroso de hacerse a sí mismo, de construirse, de decidir quién es mi gente, cuál es mi bandera, qué me enamora, qué puedo aportar a la vida y al mundo… y en este buscar y encontrar hay mucha autenticidad y mucha profundidad teológica.
Le falta mucho a esta iglesia para lo de la escucha a los jóvenes, y lo más preocupante es que nos vean como una vieja sorda a la que es inútil decirle nada porque no escucha. Hubo jóvenes en el sínodo, pero los discursos los dieron los mayores, y ellos aplaudían o callaban… Hubo un documento pre-sinodal importante, tanto como el documento final. Hubo un encuentro pre-sinodal en Valladolid que fue una gozada… Se han hecho encuentros de Iglesia en diálogo en infinidad de diócesis y han sido muy positivos. Pero por ejemplo aquí en España he visto poco movimiento.
- Cada congregación tiene que llevar a sus capítulos unas páginas escritas por nuestros jóvenes.
- Cada diócesis tiene que revisar la edad media de sus equipos de pastoral con jóvenes.
- Cada equipo de responsables que anime grupos de jóvenes entre 18 y 30 años tiene que buscar la manera de que uno de cada grupo esté en ese equipo, y guía la estrategia y la propuesta educativa y de acompañamiento.
He visto poco movimiento en ese sentido.
La inmensa mayoría de los jóvenes se conecta a Internet de manera diaria. Ellos mismos dicen que utilizan Internet por tres motivos fundamentales:
- para buscar información,
- para conectarse con sus amigos
- y para entretenerse.
Vosotros cuatro tenéis muchas relaciones virtuales, personas que os leen, que os escuchan, que os retuitean… ¿cómo vivís este tipo de “relación”? ¿Se llega a dar la relación personal?
Hoy se buscan cosas en el móvil, sobre todo referentes: creo que buscamos qué dicen estos de tal cosa, o de tal otra… De quién me puedo fiar para forjar una opinión libre, consciente y comprometida, que me identifique y me haga presente en el foro público como alguien que piensa, que ayuda, que siente… El elemento de la identidad se ha amplificado con las redes sociales, y junto con el mucho postureo, también hay mucho de búsqueda: quién soy para los demás define de alguna manera quién soy para mí mismo.
Y ahí están los referentes, que no son figurines virtuales creados para la pantalla, que tienen que ser personas verdaderas, presentes, pero que se muestren, que aparezcan, que puedan ser compartidas. Un profesor de reli enrollado que publique cada día una frase con una imagen chula, tendrá seguidores y le compartirán sus frases… Lleva tiempo, pero es eficaz. Esto antes no lo podíamos hacer. Es virtual, pero es muy personal, sé quién es y cómo es, y me hago parta de él.
Lo virtual se caracteriza por la rapidez, lo efímero… ¿cómo conjugar lo virtual y lo presencial, lo digital y el acompañamiento?
El concepto de Presencia me parece importante. Lo virtual es la excusa, es un sitio más. Antes tuvimos el catequista majo que estaba en los bares pero no de la misma manera… ahora tenemos este nuevo sitio. Lleva tiempo, son opciones. Pero no es más que un sitio donde coincidir y contactar, una manera de llegar a la persona.
¿Que por wasap se atreven a decir cosas que no dirían a la cara? Pues pongámosles en wasap cosas que les costaría escuchar y pensar en directo.
Que necesitan entenderse como ciudadanos ante mil cosas que no entienden… compartamos nuestra opinión para que la valoren y la piensen, hagamos público nuestro discernimiento para enseñar a discernir.
Siempre, al final, la persona creíble y testigo de lo que dice.
¿Cómo hacer camino con los jóvenes dándoles la palabra y a la vez acompañándoles?
Hay un elemento que hay que incorporar: el factor de alargamiento de procesos madurativos y de elección. Todavía entre los 18 y los 28-30 se sigue probando, lo que pasa que ahora se prueba con cosas más serias:
- un año de Erasmus en otro país,
- un voluntariado en uno de los pozos negros de los descartados,
- una actividad misionera o educativa entre los niños durante unos años,
- unas relaciones afectivas precarias y en continua revisión… en desconfianza respecto de las posibilidades reales del amor de pareja.
- unas iniciativas de proyecto y estudio, de investigación y emprendimiento…
- unas experiencias de explotación laboral…
- un estrenarse como padres y madres…
El reto está en cómo hacernos presentes en esas situaciones para acompañar. Estábamos más acostumbrados a trabajar con adolescentes que nos venían a pasarlo bien (por cierto, que siguen estando ahí) pero ahora hay que inventar e invertir en estar presentes más tarde… Se me ocurre que:
- Hay que acompañar los equipos de monitores.
- Hay que seguir a los que se fueron a otro lado, y que sigan en búsqueda
- Hay que generar espacios de comunicación de calidez y calidad que superen la desconfianza.
- Hay que enseñar el amor de pareja con herramientas psicológicas y espirituales.
- Hay que estar en el antes y el después de las experiencias de voluntariado, que si no se convierten en postureo.
- Hay que diversificar ofertas de ministerio y de vocaciones en la iglesia, para que descubran que todos tienen algo que hacer y aportar en la comunidad.
- Hay que estructurar desembocaduras comunitarias que mantengan el proceso de aprendizaje y discernimiento…
y discernimiento…