RPJ Nº 529 Editorial Misericordia y haz lo que quieras – Juan Carlos de la Riva

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Hay palabras que se van emparejando solas y quedan como unidas en un perfecto maridaje, que con el tiempo da sus muchos frutos. Así pasa con parejas como alegría y Evangelio, que todavía nos sigue iluminando a cuantos bebemos y vivimos de Jesús.

Hoy probamos suerte con una de nuestra cosecha: misericordia acompañada. La hemos puesto en Google y ha dado como primer resultado una procesión de Semana Santa en la que el Cristo de la Misericordia acompaña y es acompañado. No está mal, aunque no es lo que buscábamos.

En realidad, la pareja conceptual que nos ha inspirado ha sido otra que ya lleva tiempo en los ámbitos educativos y que dice así: Aprendizaje–Servicio. Solo que la hemos unido a nuestras claves de este año: pastoral, jóvenes, fe, discernimiento, vocación…

Y hemos cambiado servicio por misericordia… y pensábamos que misericordia le añade al servicio el corazón y la querencia que lleva a compartir destino con el que sufre, y le quita el riesgo de desafección, de labor cumplida y ahí te quedas, de tareas sin personas…

Y aprendizaje lo hemos sustituido por acompañamiento. Convendrán conmigo en que un joven puede hoy día atravesar lugares plagados de dolor, tomarse fotos con personas que le abrieron su corazón, derrochar sudor en el trabajo en pro de una comunidad… y luego volver, y nada. Faltó el acompañamiento. Faltó que una persona o un grupo ayudase a nombrar el deseo de ir y también la huella del volver, de manera que la experiencia se convirtiera también en pregunta pronunciada por Dios en lo más profundo.

Que el pobre es un lugar teológico ya nos lo recuerda Jesús a cada rato, que bien difícil es abrir el Evangelio sin que salga alguno por ahí. Y que estar por ahí, entre los dolores, es ocasión para descubrir el Reino, también. Creo que esas experiencias que rayan entre lo humano y lo divino, hacen preguntas. Y ahí vendríamos nosotros, acompañantes, referentes, para que señalemos el Reino: mira aquella viudita cómo comparte, eso es el Reino; mira esta Magdalena toda perdonada cómo ama, y eso es el Reino… Ahí estamos nosotros ya para nombrar, para aclarar, para poner nombre y para invitarle a vivirlas con más intensidad. Si te ha gustado un ratico, puedes estar de voluntario toda la vida, y que el amor sea tu oficio.

Tenemos recientes en el oído las palabras de Francisco de la Iglesia como un hospital de campaña, pero las unimos a aquellas de Rio de Janeiro aclarando que la Iglesia no es una ONG. Hablamos del Reino del Amor que, por sagrado, eterno y real, llamamos Dios. Y no solo del servicio.

Os presentamos en este número algunas reflexiones de fondo sobre todo esto, pero también y, sobre todo, algunas chispas de luz que varios jóvenes nos regalan.

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