Silvia Martínez Cano
http://www.silviamartinezcano.es / @silviamcano
La mayor parte del tiempo la pasamos relacionándonos con los demás. Lo hacemos de formas desiguales pues en el encuentro con el otro hay muchos factores que nos afectan: procedencia, historia que hemos recorrido juntos, vínculos afectivos, expectativas que tenemos sobre la otra persona. Sucede frecuentemente que no nos entendemos, que malinterpretamos lo que el otro dice, no porque haya una intención malvada en la persona, sino porque la forma de recibir sus palabras está filtrada por nuestra propia autopercepción. A menudo percibimos acusaciones en los mensajes que recibimos, o desvalorizaciones. Lo leemos a través de nuestras emociones e inseguridades.
Aceptar lo que recibimos del otro es un arte. Pero dar al otro lo que necesita también lo es. En las relaciones, el encuentro se debate en la calidad de lo que queramos compartir. Desde el gesto hasta las acciones que se derivan de esa relación. Cuando nos sentimos agredidos e intimidados actuamos desde muy diversas reacciones:
Amenazar con el abandono de la relación afectiva, intimidar con la mirada o los gestos, chantajear, burlarse de las cosas del otro, ofender o insultar en público intencionadamente, desvalorizar las acciones o logros del otro, culpabilizar… Estas actitudes son frecuentes en una relación donde se ha creado una desigualdad entre los que se encuentran.
Es frecuente también cuando existen relaciones de maltrato entre amigos y en la pareja. Es una forma de someter al otro, de hacer que se subyugue a mis deseos. Cada uno de estos rasgos se pueden aplicar a situaciones de maltrato. No siempre es físico, a veces se da de forma cotidiana en la relación psicológica-afectiva. En el fondo, la persona que somete utiliza el sufrimiento del otro como justificación de mi inseguridad, es decir, hago que el otro sea peor persona para no enfrentarme a mis propias imperfecciones y limitaciones.
¿Cómo abordar las relaciones de una manera cristiana? ¿Cómo (re)crear las relaciones? Nos vamos a ayudar de un texto y de una imagen. Lee el texto propuesto, observa la imagen con atención, con pausa. No hay prisa.
Dice Lucas en los Hechos de los Apóstoles (4,31-35) que, la comunidad de los primeros cristianos se sentía con un mismo corazón porque habían sido inundados en su interior por el Espíritu de Cristo Resucitado. Sabemos que es una idealización de las relaciones en la primera comunidad, pues sabemos a través de las cartas de Pablo que existía conflictividad en las relaciones personales en las comunidades. Como ahora. Como siempre. La cuestión está en el subrayado de que hace el texto. Dios nos lleva con su gracia a todos, con el mismo Espíritu. Existe una conexión entre nosotros que es el amor de Dios, la capacidad de donación y entrega al otro. Observa la imagen, tenemos un mismo corazón. Eso nos hace hermanas y hermanos.
Compartimos un mundo donde compartir ese cariño: pregúntate que acciones hacen que ese corazón se conecte. En tu vida, en la de los que están a tu lado y puedes dar la mano. ¿Qué actitudes suponen una relación de igualdad? La imagen presenta cuatro figuras conectadas, tres siluetas, unas manos que sostienen la cruz de Jesús. Las figuras están en el ámbito del mundo, cambiante, incompleto y complejo, las manos con la cruz en el ámbito de lo divino, del amor. Las figuras entran con su corazón en el mundo de lo divino, lo hacen de la mano. Conectando el mismo corazón y el mismo espíritu. Compartiendo su actitud y su disponibilidad. La imagen nos sugiere una serie de acciones que van encaminadas a conectar el corazón con el espíritu de Dios:
- Negociar justamente: tener en cuenta el punto de vista del otro, valorar su postura, localizar el problema y ver qué posibles soluciones son convenientes para ambas partes. Estar dispuesta/o a hacer cambios.
- Dejar al otro expresarse libremente, haciéndole sentir cómodo, con tus gestos, el tono de voz y tus expresiones.
- Escuchar sin juzgar, respetar las opiniones, sentimientos y decisiones del otro, aunque no estemos de acuerdo.
- Apoyar sus proyectos, reconocer las habilidades y esfuerzos, su trabajo.
- Dar autoridad a su palabra, a veces no es necesario apuntillar, aunque se tenga ganas.
- Comparte responsabilidades. Ni todo depende de ti, ni todo depende de la otra persona. Compartir responsabilidad mejora la tarea.
- Ser honesto: Reconocer la violencia que personalmente genero y los errores que cometo. Y pedir perdón.
Observa la imagen de nuevo, piensa en aquellas personas con las que deberías practicar estas estrategias. Visualiza a estas personas en tu corazón. Imagínate otras imágenes que expresen la conexión entre personas en igualdad. Proponte a ti mismo practicar alguna de estas estrategias. Disfruta del corazón de Dios.
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RPJ nº 535 marzo 2020 – Recrear las relaciones de igualdad – Silvia Martínez Cano
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