QUE TODAS TUS CRIATURAS TE ALABEN – Antonio A Garrido Salcedo

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QUE TODAS TUS CRIATURAS TE ALABEN

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Este año 2025 está repleto de efemérides y conmemoraciones que lo convierten verdaderamente en un periodo singular. En primer lugar, podemos destacar el Año Santo Jubilar que empezó el pasado 4 de diciembre y que se extiende hasta enero del próximo año. En mayo, como fecha significativa, recordaremos el décimo aniversario de la promulgación de la encíclica Laudato Si´, que ha puesto de realce la importancia de la ecología integral en la Doctrina Social de la Iglesia.

También podemos hablar del 1.200º aniversario del Concilio de Nicea, una fecha trascendente en la profunda y larga vida de la Iglesia, protagonizada por un español, Osio de Córdoba, que en la actualidad está inmerso en un proceso de reconocimiento, o mejor dicho de glorificación, pues es considerado como santo por las Iglesias católicas orientales y la Iglesia ortodoxa, y se pretende extender el culto perdido para los católicos latinos, en fin, historias de la Iglesia. Señal de ello es que el papa tiene intención de desplazarse en los próximos meses hasta Nicea, junto al patriarca Bartolomé I de Constantinopla para recordar la celebración de este concilio.

Pero llegamos ahora a otro de los aniversarios que nos toca más de cerca, conmemoramos el octavo centenario del Cántico de las Criaturas de san Francisco de Asís. Nacido como Giovanni di Pietro en 1182, en la ciudad que siempre estaría ligada a su nombre, hijo de un rico comerciante, experimentó un cambio radical en su vida tras una enfermedad grave y una experiencia mística. Fundador de la Orden Franciscana es venerado como uno de los santos más relevantes del cristianismo por su dedicación a vivir según los principios del Evangelio, y su nombre ha ido vinculado al valor de la humildad, así como el amor por la naturaleza y los animales.

Para conocer algo más sobre la génesis del Cántico de las Criaturas debemos retroceder en el tiempo. Corría el frio invierno de 1225 en las tierras de Umbría, en el centro de la península itálica. El poverello de Asís se encuentra ya exhausto, entrando en la última etapa de su vida, ciego, enfermo y con la señal de los estigmas. La por entonces naciente Orden Franciscana, se debatía en innumerables y prolongadas diatribas que parecía no llegar a ninguna parte.

Según se cuenta en la leyenda de Perusa (n. 83) san Francisco estuvo en el pequeño monasterio de San Damián durante 50 días. Agotado por la enfermedad, no pudiendo soportar de día la luz del sol, ni de noche el resplandor del fuego, permanecía constantemente a oscuras, sumido en sus tribulaciones y reflexiones. Fue en este momento cuando le fue revelado cómo cada uno estamos llamados al Reino de Dios.

Este hecho fue descrito al resto de hermanos, y en medio del entusiasmo, comenzó a meditar y contemplar gozosamente las maravillas de Dios. Surgiendo uno de los primeros textos de la lengua italiana, el Cántico del hermano sol, un cantico de alabanza y de acción de gracias.

Más que un poema, podríamos definirlo como una oración, que expresa el amor por la creación, entendida como parte de la obra de Dios, la cual tenemos la responsabilidad directa de custodiar y administrar. Es decir, una teofanía, una manifestación de la bondad de Dios. 

Tenemos que entender la novedad de esta propuesta, ya que hoy en día, continúa siendo polémico el modelo con el que nos relacionamos con la naturaleza y los animales. Imaginemos pues, en la mentalidad de la época medieval, en una sociedad eminentemente campesina basada en la agricultura y la ganadería esta propuesta. Una nueva idea, donde se aúnan la fe, la poesía y la naturaleza.

El mundo entero, no solo como creación de Dios, sino también como reflejo de Él, merece amor, y al amar la creación, el ser humano muestra su amor hacia Dios. El hermano sol, la hermana luna, la hermana agua, y hasta la muerte es reconocida como un elemento más de creación, que debe ser considerada.

Otra de las notas más peculiares que podemos destacar de la composición del Cántico de las Criaturas es su sencillez. Es decir, se deja a un lado una alta teología que sea difícil de comprender, en cierto modo se mundaniza, para que en pequeños y sutiles detalles pueda ser transmitido este gran mensaje. Pensemos también, que el modo de la composición, entre la poesía y el cántico, era una de las principales vías de comunicación culturales de la época, con instrumentos rudimentarios, una alta tasa de analfabetismo, que hacía necesaria la transmisión oral del mensaje para darlo a conocer.

Si nos centramos ahora en analizar algunos elementos del texto, hayamos una referencia a los cuatro elementos básicos de la cultura presocrática y que sobreviven hasta la Edad Media, y que se nombran en el Cántico: el viento, el agua, el fuego y la tierra. E incluso podríamos identificar, como ya hemos dicho antes, a la muerte, como un quinto elemento, en cuanto a lo trascendente.

La repercusión del Cantico de las Criaturas, junto con toda la obra de san Francisco de Asís ha sido más que remarcable. Señalar, por ejemplo, su rápida canonización, tan solo dos años de su muerte, indica una profunda impronta que lo sitúa como un referente místico y espiritual. Se estableció una conexión única entre la fe cristiana y el respeto por la naturaleza. Este mensaje de hermandad con todos los seres vivos ha influido en mucho de los movimientos ambientalistas actuales, confiriéndole un estatus de proto-ecologista, algo impensable, como ya hemos dicho, para su época.

Artistas, teólogos y pensadores a lo largo de estos ocho siglos han analizado y se han visto influenciados por el Cántico de las Criaturas, una manifestación de la obra de Dios, y de Dios mismo en cada detalle. Un mensaje que será el germen de la encíclica Laudato Si´ publicada en el año 2015.

Que este aniversario sea una buena oportunidad para sumergirnos en este original texto franciscano, y profundizar en la importancia del misterio de la Creación, sintiéndonos como un elemento primordial, al que se le confiere su justa custodia y administración.