QUÉ EXTRAORDINARIO ES LO ORDINARIO – Juan Carlos de la Riva

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QUÉ EXTRAORDINARIO ES LO ORDINARIO

 

Juan Carlos de la Riva

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Curiosamente el año litúrgico retoma el tiempo ordinario en junio, un mes para nada ordinario, al menos en España y en muchos países de Latinoamérica: los jóvenes viven sus exámenes universitarios, el calor aprieta y los horarios se relajan, las actividades semanales se van cerrando con comidas o encuentros finales, los campamentos y los voluntariados de verano pasan a primer plano, y los huecos que el calendario deja para una escapada de desconexión total con los y las amigas se completan sin dudar. Verdaderamente no parece muy ordinario este tiempo.

¿Por qué los tiempos fuertes están intercalados con el día a día de los meses de otoño, invierno y primavera? Quizá lo que ocurra sea que el resto de los meses que el trabajo impone como ordinarios necesitan también estar preñados de momentos memorables, profundos, significativos… En mitad de la oscuridad de diciembre el año nos despertó la expectativa y la profecía, la esperanza y la llegada de quien iluminó las tinieblas. El frio febrero nos trajo la llamada a la conversión y el camino por el desierto cuaresmal, invitándonos a intensificar la oración y la caridad. La primavera reventó en aleluyas nuestra vida y nos ubicó en la garantía de la vida para siempre. Y mayo y junio se culminaron con una fiesta tras otra: María, Ascensión, Pentecostés, Trinidad, Corpus Christi… sin descanso para el aburrimiento.

Definitivamente los cristianos estamos llamados a vivir lo cotidiano desde una inmensa profundidad de alegría compartida. Lo rutinario es al mismo tiempo ocasión de eternidad. Los trabajos se intercalan con propuestas de vida y de alegría, de profundidad en la misión y de compartir en comunidad. El día a día de un cristiano no es un dejar pasar las horas, una tras otra, martilleando con monotonía nuestros oídos.

No. El cristiano vive el presente como el gran Kairós especialísimo en el que lo que el pasado nos enseñó y lo que podemos anticipar del buen futuro soñado se hace realidad en el amor concreto de cada encuentro. Porque es aquí ahora, en los pequeños amores de cada palabra, mirada o sonrisa, donde podemos hacer realidad esos signos del Reino tan importantes.

Bienvenidos a este número de RPJ los que hacéis de cada encuentro un minuto heroico de entregar la vida sin sentirlo. Bienvenidos los que sabéis que cada segundo cuenta; que Cristo está en cada esquina de la calle; que las baldosas que pisas al caminar a tu trabajo ocultan un tesoro escondido que solo unos pocos sabéis ver; que escucháis cómo os habla de Dios el geranio en la ventana y la niña en bicicleta; que ponéis banda sonora, dirección y sentido a lo que para tanta gente es solo una línea de puntos discontinuos, aislados, absurdos. Para un cristiano todo enlaza, todo apunta, todo encuentra significado. Todo es hebra fina de un gran tapiz que Dios va haciendo con uno mismo, y cuya belleza todavía solo intuimos, ansiando que su hacedor le dé la vuelta para mostrar su lado noble y luminoso.

Este número nos dejaremos tocar por la espiritualidad de Nazaret, de lo sencillo y pequeño, del día a día. Margarita Saldaña nos acompañará a descubrir la sorpresa de cada hora. Miriam Subirana nos da pautas para que nada de lo que fluye en torno a nosotros se nos escape. Óscar Alonso nos invita a encarnar el seguimiento en actitudes de vida que hagan normal lo extraordinario. Silvia Martínez Cano desde su mirada llena de colores nos invita a un repaso de la vida junto a Dios. Y de la mano de Esti Reino nos adentramos en una oración desde la más absoluta sencillez. También Esther desde Suesa nos recuerda la importancia de los lugares cotidianos. Y Fernando Donaire nos invita al desacelere. Rafa Matas y Jorge Sierra nos hablarán del Dios que se deja conocer en nuestra historia. Y tenemos dos presentaciones complementarias de la figura de Carlos de Foucauld que nos llegan desde las comunidades que trabajan y viven su espiritualidad. Desde los análisis sociales de Itaka-Escolapios nos alertan esta vez de lo frenético de nuestros ritmos de vida. Pepa Torres nos recuerda que cada encuentro puede ser una vivencia del Evangelio encarnada en el ahora de Dios. Y Ana y Antonio nos dejan su testimonio vocacional sencillo y alegre. María Ángeles López nos destaca lo milagroso de un simple teléfono de atención para aquellos que quieran bajarse de la vida, tantos jóvenes.

Mucha propuesta, para leer despacio o para confrontar en tu grupo de jóvenes los ritmos de vida y nuestra capacidad para perforar esa vida, como decía Madeleine Delbrel, y sacarle toda su bienaventuranza. Buen provecho.

Los cristianos estamos llamados a vivir lo cotidiano desde una inmensa profundidad de alegría compartida