Comienza este año 2020, y se cumple en mi vida, cinco años desde mi experiencia como permanente de la Comunidad de Taizé en Francia. Experiencia que recuerdo como los mejores meses de mi vida, y que me gustaría que volvieran. De aquella tenía diecinueve años, y era mi primera experiencia en el extranjero.
En aquel momento, mi hermano de Taizé, me recomendó que escribiera: mis reflexiones, lo que pienso, mis conversaciones con Dios, y me asegurara que jamás las perdiera porque pasarán años y me servirán. Hace unos días me decidí a abrir el cuaderno que no había podido abrir estos años, para no sentir añoranza. Dentro de él, encontré un hermoso texto que escribí allí con mis diecinueve años, y que reflexioné y me vino a la cabeza aquel momento en la capilla ortodoxa, en aquél silencia sepulcral. Me gustaría compartirlo:
“Lunes, 21 de Octubre de 2015. Taizé
Dice la historia:
<<…sucedía que esta alma anhelaba una y otra vez conocerse a si misma, y tan grande era su anhelo que un día Dios le pregunto:
– ¿Sabes qué deberías hacer para satisfacer este anhelo tuyo?
+ ¿Qué Dios mío? ¡Quiero hacer algo! – le pregunto la pequeña alma
-Debes separarte del resto de nosotros- le respondió – y luego debes surgir por ti misma en la oscuridad.
– ¿Y qué es la oscuridad? – preguntó el alma
-LO QUE TU NO ERES- le respondió
Y eso hizo, pero en medio de toda la oscuridad ella grito:
– ¡Padre!, ¿Por qué me has abandonado?
Pero Dios no la había abandonado nunca, ahora ella es una pequeña luz para ella y una gran luz para las demás almas, ella es la estrella que más nos ilumina en el cielo, el sol. Así pues, sé la luz en la oscuridad>>
Hoy rompo mi estructura y aprovecho a pensar. ¿No debemos ser la luz en la oscuridad?
No hay que temer a la nuevo y oscuro, puedes ser la luz que ilumine a los demás.
Como la luz, no sabemos quienes somos y que hacemos, romper con lo igual, tú tienes algo que nadie tiene, un DON, que Dios te ha regalado.
Durante muchos años he querido ser una cosa u otra y me he dado cuenta de que al final, y lo real, se encuentra en algo que has descubierto y que la gente cercana a ti no, porque te has arriesgado a descubrirlo e intentar ser la luz.
El temer es normal, todos tememos y amamos, y es un circulo que no acaba, lo que amamos, lo tememos por algo, y cuando tememos por algo, al final lo amamos porque se ha depositado en la cabeza. ¿La mejor solución? Saborear lo que amamos y digerir lo que tememos, así amaremos más”
Raul Santiago Prieto