Propuestas feministas para la vida cotidiana – Carolina del Rio

Aquí proponemos algunas acciones para llevar a cabo en nuestro día a día y hacer nuestra pequeña contribución a la construcción de un mundo más equitativo y menos sexista. Algunas son más sencillas de implementar y otras requieren un poco más de tiempo y alguna que otra alianza, ¡lo importante es seguir caminando!

Si eres hombre:

  • Anímate a hacer alguna actividad positiva tradicionalmente asignada a las mujeres. Si la repites, estarás desarrollando una nueva habilidad. Enhorabuena. Algunas sugerencias: adopta una actitud de escucha activa en los grupos en los que estás; piensa en una necesidad concreta de una persona de tu familia e intenta satisfacerla; encárgate de organizar el próximo cumpleaños de una persona querida…
  • Busca algún grupo de hombres interesados en reflexionar críticamente sobre vuestra masculinidad… Si no lo encuentras, ¿te animas a crear uno nuevo? Hay lecturas y materiales muy interesantes sobre los que debatir disponibles en internet.
  • Piensa en una mujer de tu entorno que te cause admiración y habla bien de ella cuando tengas oportunidad.
  • La próxima vez que juzgues a alguien, puedes pensar: ¿es hombre o mujer? ¿Le juzgaría de la misma manera si fuera del otro sexo? Si el juicio fuera diferente ¿por qué? ¿Es justo el juicio que estaba haciendo?

 

Si eres mujer:

  • Anímate a hacer alguna actividad positiva tradicionalmente asignada a los hombres. Si la repites, estarás desarrollando una nueva habilidad. Enhorabuena. Algunas sugerencias: ofrécete para ser la portavoz del próximo grupo en el que te toque participar; dedica un rato a una actividad de ocio personal; defiende tu opinión con asertividad en la próxima discusión en la que participes…
  • Únete a algún grupo de mujeres feminista de tu entorno: compartir con otras las reflexiones, las experiencias y la vida es una fuente de energía.
  • Piensa en una mujer de tu entorno que te cause admiración y habla bien de ella cuando tengas oportunidad.
  • La próxima vez que juzgues a alguien, puedes pensar: ¿es hombre o mujer? ¿Le juzgaría de la misma manera si fuera del otro sexo? Si el juicio fuera diferente ¿por qué? ¿Es justo el juicio que estaba haciendo?

 

Si vives en familia:

  • El reparto del tiempo libre: piensa en el tiempo que dedica cada miembro de tu familia a alguna actividad de tiempo libre y si para ello es necesaria la colaboración de otra persona de tu familia. ¿Hay personas que disfrutan de más tiempo libre que otras? ¿Quién hace posible que otras personas disfruten de actividades de tiempo libre? ¿Es un reparto equitativo? Es posible que encuentres ciertos desequilibrios, piensa en algunas medidas para equilibrar la balanza y ponlas en práctica.
  • Quién cuida a quién: para vivir con dignidad necesitamos cubrir una serie de necesidades básicas que todas las personas tenemos (la alimentación, la higiene personal, el vestido y el calzado, el descanso, la limpieza del lugar donde vivimos…). Las personas adultas e independientes somos las responsables de cubrir estas necesidades que tenemos y de garantizárselas a aquellas personas dependientes de nuestro entorno cercano (menores, personas con discapacidad, mayores). Puedes pensar quién se encarga de cubrir estas necesidades en tu familia… ¿Cómo están repartidas estas tareas entre las personas adultas de tu familia? ¿Es un reparto equitativo y equilibrado? Es posible que encuentres ciertos desequilibrios, piensa en algunas medidas para equilibrar la balanza y ponlas en práctica. Si tienes menores cerca de ti:
  • Ofréceles referencias de personas que no están desarrollando un rol tradicional asignado a su sexo: una mujer bombera, un maestro de educación infantil, una piloto de aviones, un enfermero…
  • Piensa en cómo saludas y hablas a las niñas y a los niños: quizás descubras que con los niños utilizas un tono más grave, más agresivo y con las niñas un tono más suave… Puedes adoptar un tono más tranquilo para todas y todos, que no les embrutezca ni les ridiculice.
  • Si tienes que hacerles un regalo piensa en algo que les ayude a desarrollar una capacidad que todavía no han entrenado o que les ofrezca una perspectiva de la vida diferente a la habitual: estarás aumentando su libertad y su capacidad de elección.

Si te dedicas a la educación:

  • Observa cómo ocupan los niños y las niñas los espacios físicos comunes: ¿quiénes están ocupando el mayor espacio? ¿Quién ocupa el espacio central y qué tipo de actividad se lleva a cabo? ¿Es un reparto equilibrado del espacio? Si no es así,

¿se te ocurre alguna manera de equilibrarlo? Busca ayuda si la necesitas…

  • Puede ser que en los contenidos que manejes hagas referencia a personas: analiza si son hombres o mujeres, qué tipo de actividades están desempeñando y qué valoración se hace de las mismas. Si descubres que hay desequilibrios o que estás reforzando los roles tradicionalmente asignados a hombres y a mujeres puedes buscar nuevas referencias.
  • El lenguaje que utilizamos configura nuestro pensamiento: ¿utilizas un lenguaje inclusivo, que represente la realidad de niñas y niños con quienes trabajas? ¿Y si un día hablaras exclusivamente en femenino? ¿Qué pasaría?

 

Cuando participas en un grupo, en un equipo de trabajo o similar:

  • Observa cómo es la participación de hombres y mujeres en los debates: ¿Quiénes participan en más ocasiones? ¿Quiénes participan durante más tiempo? ¿Quién interrumpe a quién? ¿Cómo son las actitudes de hombres y mujeres? Si hay desequilibrios, ¿se te ocurre alguna manera de corregirlos?
  • La distribución de las tareas también suele estar mediatizada por el género: las tareas que tienen que ver con lo público, la representación o el liderazgo suelen estar adjudicadas a hombres, mientras que las tareas relacionadas con el mantenimiento del grupo y el cuidado de las personas las suelen desarrollar mujeres. Observa cómo es la distribución de tareas en los equipos en los que participas y busca estrategias para cambiar los roles. ¡Todas y todos ganamos!