«PROPONER VERDAD». CRITERIOS DE VERIFICACIÓN. DIÁLOGO PLURAL O RELATIVISMO – Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa

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Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa

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El tema propuesto es un tema lleno de ese latido que nos hace respirar en el hoy la autenticidad que nos gustaría ser y vivir, y que al mismo tiempo nos tendría que llevar a descubrirnos en nuestra auto referencialidad.

La situación que se vive hoy está relacionada con la concepción de que yo soy el ombligo del mundo, todo empieza y acaba en mí.

Cuando una vive así en su pequeño mundo, un mundo que solo gira alrededor de una misma le impide ver a las demás con nitidez. El mundo empieza y termina en mí, aunque con la posibilidad de mirar afuera como espectadora, pero no como testigo.

Jesús no hablaba de su verdad, sino de la Verdad

Estamos en una época en la que cada quien vive o expone según su propia verdad, es decir, nuestro ego hace que seamos nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida.

Pero Jesús no hablaba de su verdad, sino de la Verdad.

Hay dos frases en el evangelio de Juan que pueden abrirnos camino en este tema.

  • «Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por mí» (Jn 14,6).
  • «La verdad os hará libres» (Jn 8,32)

Todo el mundo habla de todo, opina de todo, porque es muy fácil ir a Google y mirar lo que no sabemos y creer que por haber leído varios post, o solo los titulares de las noticias, somos expertas en el tema.

Nos faltan criterios y, sobre todo, ser críticas, poder discernir, argumentar…

Recientemente, en una conversación, alguien decía: «para mí la verdad…». Nadie la había preguntado qué era para ella la verdad, pero, aun con ello, decidió que era bueno expresar su opinión de una manera bastante tajante. Es bueno dar la opinión propia sobre aquello que realmente conozco, pero es preciso que haya, previamente, un criterio objetivo y un proceso de reflexión. 

Hablar de todo, y no saber de nada, es lo que se llama relativismo.

¿Qué es la Verdad?

Si podemos decir algo de ella es aquello que vemos en la vida de Jesús: pensar, sentir y actuar del mismo modo. Ser coherente y auténticas. Virtudes muy de gente joven llena de ideales, que defiende y admira a quien es auténtico y coherente

Efectivamente, una persona auténtica es aquella que vive sin mentir, ni engañar, acogiendo su propia realidad.

Hay unos criterios que nos ayudan a discernir si vivimos en la verdad: plenitud, sanación, libertad y alegría.

  • Plenitud: es sentirme llena, en paz conmigo misma. Es un estado interior donde me encuentro a gusto conmigo. No en el sentido de que todo lo sé, todo lo puedo, soy la mejor, no. Todas sabemos si, al cerrar los ojos y quedarnos a solas, podemos sentirnos llenas de esa paz que no da el mundo, que es la que Jesús regala, o bien sentimos temor porque no queremos estar a solas con nosotras mismas porque estamos llenas de ruidos.
  • Sanación: la verdad sana porque nos libera del disimulo, del querer una cosa y hacer otra, porque nos permite vivir sin tirones entre el querer y el deber.
  • Libertad: la verdad nos capacita para ser libres. La libertad es la capacidad de vivir sin someternos ni imponernos. Libres porque podemos mantener los conflictos a pesar del temor a que nos ridiculicen.
  • Alegría: la alegría interior, la de estar en paz y a gusto con una misma. Es ese semblante relajado que sabe disfrutar de lo pequeño, que exprime cada instante porque todo habla de vida nueva, porque en todo encuentra esa alegría, no de estar bien o mal las cosas, sino la alegría de quienes están llenas de Dios.

Proponer la Verdad no es otra cosa que proponer el Camino, la Verdad y la Vida, que es Jesús. Es vivir según el Evangelio, según el espíritu de las bienaventuranzas y descubrir nuestro propio Camino en Jesús (Jn 14,6).

Tenemos un modelo a seguir, que es Jesús, no para copiarle, sino para vivir en el día a día con sus actitudes. Nos enseña a relacionarnos con Abba, a compartir y relacionarnos con las demás, con las más desfavorecidas, a poner una palabra de aliento en el dolor, nos enseña a ser limpias de corazón y mirar a las demás como a iguales, sin jerarquías.

Las personas que proponen e intentan vivir en la Verdad son personas dialogantes

Las personas que proponen e intentan vivir en la Verdad son personas dialogantes, porque son capaces de escuchar con el corazón y sin interrumpir, porque se aproximan a la otra, porque verdaderamente les interesa cómo piensa, siente y actúa.

Cuando no escuchamos, no podemos dialogar, lo único que podemos hacer es interrumpir antes de que terminen las frases, porque lo que queremos es demostrar que tenemos razón, que lo que decimos es lo que cuenta, que lo que dice nuestra interlocutora no tiene ningún valor.

A veces, bastantes veces, estamos tan infladas de nosotras mismas que no somos capaces de escuchar, solo imponemos y defendemos una opinión que la mayoría de las veces nace sin fuerza, porque la exponemos imponiéndonos, alzando la voz, e insultando. Vivimos en una sociedad violenta, llena de ruidos, donde el valor de la escucha y del diálogo tienen poca cabida.

Esta manera de entender la vida, desde la atalaya del yo, nos lleva a vivir en un relativismo donde la Verdad con mayúscula no existe, existen muchas verdades, tantas como personas. Cada una defiende sus propias verdades. Por eso vivimos en un relativismo donde impera la ley del más fuerte y donde los débiles tienen poca cabida.

También hemos creado una sociedad donde todo vale, nada está mal, porque casi todo es posible.

En nuestra sociedad vivimos muy por encima, en esa superficie donde lo que importa es pasarlo bien, sin mirar hacia adentro donde vive la Verdad, Cristo. 

Vivamos en esa libertad profunda que nos posibilita el amor para vivir en la libertad de los hijos e hijas de Dios.

Te proponemos ver este clip: https://www.youtube.com/watch?v=5qfpMHJksYs&t=76s

Vivamos en esa libertad profunda que nos posibilita el amor para vivir en la libertad de los hijos e hijas de Dios.